
Los Nodos de la Economía Social y Solidaria como política de Estado en México: La ...
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RIESISE, 5 (2022) pp. 95-117
http://dx.doi.org/10.33776/riesise.v5.5319
bienestar. El mercado competitivo de corte paretiano (Pareto, 1938) ha sido,
de esta manera, la prescripción de esta perspectiva teórica para el bienestar
social sobre la base de la intrínseca naturaleza egoísta del ser humano (según
Adam Smith, 1776), cualidad que, desde esa perspectiva, debe ser, más que
reprobada utilizada para bien de la sociedad; esto es, que la competencia
individualista es la madre del bienestar social, en la perspectiva de Wilfredo
Pareto. Sin entrar en detalles, como diagnóstico y prescripción, o sea,
como categorías económicas para el análisis científico, han mostrado sus
fuertes limitaciones. La prescripción del mercado competitivo ha derivado
en mercados oligopólicos y una financiarización de la vida cotidiana de la
sociedad (arte, deporte, servicios públicos básicos, etcétera), sin dejar de
subrayar la extrapolación potencializada entre pobres y ricos del planeta; y
el otro, el egoísmo individualista, como diagnóstico, ha mostrado la ausencia
o debilidad de sus bases científicas para sostenerse como categoría, donde
la perspectiva evolucionista darwiniana, mal entendida2 (Kropotkin, 2009),
habla de aquellos organismos capaces de explotar los recursos limitados
disponibles, a diferencia de los que no pueden hacerlo y, por ello, mueren
como especie; pero no se dice que esa supuesta competencia de selección
natural solo se percibe en los organismos en medios saturados, pero nada
se dice, tampoco, de la amplia y profunda cooperación que en los proceso
de vida muestran dichos organismos (Gómez Portillo, 2013)3. El egoísmo y la
cooperación perviven natural y socialmente en el ser humano, potencializar
uno u otra es una decisión prescriptiva de la propia sociedad, y eso es lo que
realmente está en discusión, la parte teleológica de las ciencias sociales, lo
que implica romper el núcleo duro del paradigma clásico y neoclásico de la
teoría económica predominante.
La visión de una sociedad incluyente, cooperativa y solidaria, podemos
observarla desde las ideas de los llamados socialistas utópicos de Europa
(Tomás Moro y su Utopía,1516; Tommaso Campanella y su Ciudad del Sol,
1602; Morelly y su Código de la naturaleza, 1755, entre muchos otros) y Asia
(Mazdak, 524 o 528, y las enseñanzas de Zoroastro), hasta en la influyente
teoría económica marxista, que hasta la fecha sigue generando una amplia
producción científica argumentada y sólida, capaz de explicar el fenómeno
económico mucho mejor de lo que lo ha hecho la teoría neoclásica,
pasando por la importante producción de Karl Polanyi (1886-1964) para
una perspectiva social-cristiana de la solidaridad social.
De cualquier manera, la teoría neoclásica ya no puede ocupar el espectro
total de la ciencia económica, ni erigirse como la ciencia verdadera, la
globalización de las comunicaciones ha jugado su papel para hacer más
amplia la difusión de las ideas contrahegemónicas de la perspectiva teórica
neoclásica. Hoy es posible retomar a Aristóteles en su diferenciación entre
las dos economías, la visión de economía como “crematística” (de khrema,
2 Véase al respecto la muy interesante disertación de Piotr Kropotkin (2009) sobre la
ayuda mutua y cómo es que se distorsionan y malinterpretan los estudios científicos de Darwin
acerca de la evolución.
3 Para profundizar sobre esta idea ver: Gómez, 2013.