Competición y competitividad en la formación del futbolista
e-Motion. Revista de Educación, Motricidad e Investigación
1. INTRODUCCIÓN
A la práctica deportiva se le atribuyen numerosas virtudes y valores como la
amistad, la autoestima, la cooperación, la deportividad, y la competitividad, entendida
ésta como auto superación personal (Valdemoros, 2010). Dentro de la Psicología del
Deporte, existe la opinión compartida de que ciertos factores de personalidad están
relacionados con la actividad física y el deporte (Allen, Greenless y Jones, 2013; De
Francisco, Garcés de los Fayos y Arce, 2014; García-Naveira y Ruiz, 2013a; 2013b;
Ruiz y García-Naveira, 2013) siendo la competitividad una de esas variables
importantes a estudiar para comprender las características psicológicas asociadas a
los deportistas de rendimiento (García-Naveira y Díaz, 2010; Gould, Dieffenbach, y
Moffatt, 2002; García-Naveira y Remor, 2011).
Según las líneas de trabajo en este ámbito de diversos autores (e.g. Griffin-
Pierson, 1990; Gill, Williams, Dowd y Beaudoin, 1996;; Houston, Harris, Moore,
Brummett y Kmetani, 2005) el estudio de la competitividad se encuadra dentro del
ámbito de la investigación sobre la motivación de logro. En este marco la
competitividad es entendida como una característica personal que influye sobre la
conducta humana en diferentes dimensiones de la vida, como la social, la laboral o la
deportiva, y que se refiere al “deseo de ganar en situaciones interpersonales”
(Helmreich y Spence, 1978, p. 4), o disfrutar con la competición interpersonal y el
deseo de ser mejor que otros (Spence y Helmreich, 1983). La competitividad, según
Martens (1975) es una disposición para el esfuerzo con el objetivo de satisfacer un
estándar de excelencia en las situaciones donde se realizan comparaciones en la
presencia de evaluadores externos. Por tanto, la competitividad se constituye en una
conducta de logro en un contexto competitivo, donde la evaluación social es el
componente clave (Remor, 2007).
1.1. Competitividad y nivel deportivo
Diferentes estudios concluyen que los deportistas de mayor nivel deportivo son
más competitivos que los de menor nivel, y las personas más competitivas obtienen
mayor rendimiento deportivo que las menos competitivas (García-Naveira, Ruiz-
Barquín y Ortín, 2015). En el caso concreto del fútbol, García-Naveira y Remor (2011)
concluyeron que el rasgo competitividad y la dimensión motivación de éxito en
jugadores de fútbol de rendimiento de 14-24 años presentaban una relación positiva
con el rendimiento deportivo, mientras la relación era negativa con la dimensión
motivación para evitar el fracaso. En estudios anteriores, García-Naveira y Remor
(2008) concluyeron también que los futbolistas de alto rendimiento entre los 20 y los
24 años obtienen mayores puntuaciones en la dimensión motivación de éxito y el
rasgo de competitividad y menores puntuaciones en la dimensión motivación para
evitar el fracaso que los deportistas amateurs. Estos autores concluyen que los
deportistas que compiten en alto nivel han convivido dentro de un medio selectivo
como es la competición, donde los deportistas más competentes y competitivos suelen
ir consiguiendo éxitos deportivos y progresando en sus carreras.
1.2. Competitividad y edad
Según Martin y Ecklund (1994), la competitividad varía de forma curvilínea en
función de la edad de los deportistas, presentando un aumento durante la niñez, la
juventud y el inicio de la vida adulta y un descenso al acabar este periodo y adentrarse
en la vejez. Algunos estudios revisados no apuntan una relación clara entre nivel de
competitividad y edad de los deportistas. Beaudoin (2006) no obtiene relación entre la
edad y la competitividad en jugadoras de fútbol entre los 18 y 45 años y Remor (2007)
llegó a una conclusión similar en su estudio con deportistas universitarios de 19-32
años.