e-Motion. Revista de Educación, Motricidad e Investigación
2021, nº 17, pp. 1-16. ISSNe: 2341-1473
http://dx.doi.org/10.33776/rev.%20e-motion.v0i17.5266
Contacto María Mendoza-Muñoz mamendozam@unex.es
Prevalencia de bullying en estudiantes de 12 a 16 años: conductas de acoso y
conductas de acoso de género
Prevalence of bullying in students aged 12 to 16: bullying behaviors and gender
bullying behaviors
Rafael Gómez-Galán1, Maria Mendoza-Muñoz2, Rocio Arroyo-Girón3, Laura Muñoz-Bermejo4.
1 Universidad de Extremadura. Centro Universitario de Mérida, Cáceres, España.2 Health, Economy, Motricity and
Education (HEME) Research Group, Facultad de Ciencias del Deporte, Cáceres, España. 3 Hospital Rey Juan Carlos.
Móstoles, Madrid, España. 4Social Impact and Innovation in Health (InHEALTH). Universidad de Extremadura. Centro
Universitario de Mérida, Cáceres, España.
Resumen
Introducción: Proliferan estudios a nivel mundial tratando de concluir sobre
la naturaleza, prevalencia, factores de riesgo, consecuencias y formas de
prevención e intervención en el bullying. Objetivo: Determinar la prevalencia
de bullying y factores rela
cionados en estudiantes adolescentes de una
región de Córdoba, España. Métodos: Se realizó un estudio de corte
transversal en 325 estudiantes (48,9 % mujeres) con edades entre 12 y 16
años (M=14,97; DE=1,4) pertenecientes a 12 centros educativos. El bullying
fue evaluado mediante el Cuestionario de Acoso entre Iguales (CAI). Se
realizó un estudio descriptivo de las conductas de acoso y de acoso de
género realizando un análisis bivariado y multivariado, para determinar la
asociación entre las diferentes cond
uctas de acoso y las variables
sociodemográficas sexo y edad de los participantes. Resultados: La
prevalencia de bullying fue 19,1%. Se encontró asociación significativa entre
género y acoso mediante amenazas, exclusión social indirecta y maltrato
físico. A más jóvenes sufren un mayor maltrato verbal y se sienten excluidos
socialmente de forma directa. Aquellas chicas consideradas poco atractivas,
y los chicos cuyo comportamiento difiere de los estereotipos de su género o
van poco con chicas, tienen más pro
babilidades de sufrir acoso escolar.
Conclusiones: Las conductas de acoso escolar presentan una elevada
incidencia en la población adolescente estudiada. Tanto las conductas de
acoso, como las conductas de acoso de género están asociadas a al género
y la edad de los adolescentes.
Abstract
Introduction: Studies proliferate worldwide trying to conclude on the nature, prevalence, risk factors,
consequences and forms of prevention and intervention in bullying. Objective: To determine the
prevalence of bullying and related factors in adolescent students from a region of Córdoba, Spain.
Methods: A cross-sectional study was conducted in 325 students (48.9% women) aged between 12-16
years (M = 14.97; SD = 1.4) belonging to 12 educational centers. Bullying was assessed through the
Question of Harassment between Equals (CAI). A descriptive study of the harassment and gender-based
harassment behaviors were carried out using a bivariate and multivariate analysis, to determine the
association between the different harassment behaviors and the sociodemographic variables sex and age
of the participants. Results: The prevalence of bullying was 19.1%. Significant association was found
between gender and harassment through threats, indirect social exclusion and physical abuse. More
young people suffer more verb
al abuse and feel socially excluded directly. Those girls considered
unattractive, and boys whose behavior differs from stereotypes of their gender or go little with girls, are
more likely to suffer bullying. Conclusions: Bullying behaviours have a high incidence in the adolescent
population studied. Both bullying behaviours and gender-based bullying behaviours are associated with
the gender and age of the adolescents.
Fecha de recepción:
14-04-2021
Fecha de aceptación:
02-09-2021
Palabras clave
Acoso escolar; adolescencia;
conductas de riesgo;
estereotipos de género;
ciberacoso; contexto
educativo; atención primaria;
medicina de familia.
Keywords
School bullying;
adolescence; risk behaviors;
gender stereotypes;
cyberbullying; educational
context; primary health care;
family medicine.
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Introducción
Los orígenes de la investigación sobre el bullying se sitúan en los años setenta.(Lugones Botell
& Ramirez Bermudez, 2017) A partir de esos momentos se inició un prolífero campo de
investigación en muchos países europeos Inglaterra (Smith & Sharp, 1994), Irlanda, (O`Moore
& Hillery, 1989), Italia, Alemania e incluido España, así como en otros países del mundo como
EEUU y Japón.
La producción científica en esta área no dejan de crecer, así como su prevalencia, factores de
riesgo asociados, consecuencias y formas de prevención e intervención. La producción
científica al respecto viene a situar el bullying o acoso escolar como un fenómeno multicausal
que acontece en el entorno escolar y constituye un problema de salud pública (Feder, 2007)
y ocurre cuando un estudiante está dentro de un grupo de personas en la escuela (Enriquen
Villota & Garzón Velasquez, 2015; Méndez Mateo & Cerezo Ramírez, 2018)
Las acciones negativas de acosador/es hacia la víctima se pueden manifestar por medio del
contacto físico (agresiones físicas), abuso verbal, gestos, rumores y/o acciones que lleven a
cabo la exclusión de la víctima. Además, es intrínseco un desbalance entre la fuerza del
agresor (bullies) y la víctima (Rubio Hernández, Díaz López, & Cerezo Ramírez, 2019). La
prevalencia de victimización oscila entre 3% y 33% en adolescentes de 11 a 15 años, y
proporciones del 20,6% de promedio con un rango entre el 9% y el 54% (Analitis, Velderman,
Ravens-Sieberer, & al, 2009; Garaigordobil, Mollo-Torrico, & Larrain, 2018) .
Entre los factores que se han asociado al bullying se encuentran el sexo (ser hombre) y la
edad (más frecuente entre 10 y 14 años) junto con otros factores. (Esteban, Nathalia, & al,
2020; Folgar, Boubeta, Lamas, & Mociño, 2017) Estos estudios tienden a indicar que la mayoría
de los casos de niños victimizados son varones, el tipo de acoso más frecuente es el verbal, y
el contexto donde este tipo de acoso suele ser más habitual es el patio del colegio.
Recientemente se ha producido un elevado interés por el denominado ciberbullying, o
bullying a través del uso de las tecnologías de la información y comunicación (internet,
teléfonos móviles, redes sociales, etc.)(Cortés, Río, & Pérez, 2019). Respecto a esta nueva
modalidad de acoso entre iguales, se ha señalado que entre un 40% y un 55% de los escolares
están implicados bien como víctimas, o como agresores u observadores, aunque los casos
graves de víctimas de ciberbullying no suele superar el 7% (Garaigordobil, 2014; Romera,
Cano, García-Fernández, & Ortega-Ruiz, 2016).
Un aspecto importante para la investigación e intervención del bullying concierne a su
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evaluación. Aunque se han venido utilizando diversos tipos de procedimientos con este
propósito, generalmente ha predominado la utilización de instrumentos de autoinforme, los
procedimientos sociométricos, y la observación de la conducta. Los autoinformes constituyen
una herramienta de evaluación rápida y sencilla de aplicar y analizar, que cuantifica la
introspección que tiene el alumno respecto al maltrato sufrido, además de representar un
bajo coste económico. En este sentido, diversos autores coinciden en destacar que los
procedimientos de autoinforme, cumplimentados de forma anónima, proporcionan una
estimación bastante fiable y valida sobre la prevalencia del bullying y sobre otros aspectos
relacionados(Ahmad & Smith, 1990; Morea & Calvete, 2020) .
El Bully/Victim Questionaire de Olweus (OBVQ) suele considerarse como el primer
cuestionario diseñado para evaluar el acoso escolar, habiendo sido también el más utilizado
a nivel internacional (Olweus, 1986). El instrumento original apareció en 1986 y consistía en 56
ítems. Posteriormente el autor revisó el cuestionario en varias ocasiones, reduciendo el
número de ítems a 36 y describiendo diferentes formas de bullying (agresión verbal y física, y
exclusión social) (Vera Giraldo, Velez, & García García, 2017). Este instrumento, aparte de ser
el más utilizado y validado internacionalmente, ha servido de referencia en la construcción de
la mayoría de los procedimientos de evaluación del bullying que existen actualmente.
En los últimos años se han venido desarrollando en España y en otros países diversos
cuestionarios de autoinforme para evaluar diferentes facetas asociadas al bullying, entre las
que se incluyen las modalidades de acoso, las características y/o perfiles de los agresores,
los observadores y las víctimas; los contextos escolares y extraescolares, los daños
psicológicos asociados, y el ciberbullying (Garaigordobil et al., 2018; Piñuel & Oñate, 2006;
Vera Giraldo et al., 2017).
En general los diferentes cuestionarios de autoinforme del bullying son bastante
heterogéneos, enfatizando más unos aspectos que otros en función de los intereses de los
autores. Considerando la gran relevancia que tiene sobre la salud y el desarrollo del niño y
del adolescente la propia percepción de victimización de bullying que estos puedan
experimentar, especialmente en el ámbito académico, se echa de menos un instrumento
centrado específicamente en esta faceta, así como también en los diferentes aspectos
directamente relacionados. Con objeto de cubrir este vacío actual en la literatura sobre la
investigación del bullying, se ha llevado a cabo el desarrollo del Cuestionario de Acoso entre
Iguales (CAI), un nuevo instrumento centrado en el bullying como victimización (Magat,
Chorot, Santed, Valiente, & Sandín, 2016).
El bullying es un fenómeno que está presente de manera reiterada en cualquier centro escolar
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y que causa problemas de salud (M Silva, Monteiro, Braga, & Ferriani, 2017). Por este motivo
es importante conocer la prevalencia y dinámica del fenómeno, así como sus factores
relacionados en aras de diseñar intervenciones efectivas dirigidas a disminuir la incidencia de
bullying y sus consecuencias.
Por tanto, el objetivo de este estudio consistió en analizar los resultados del autoinforme
para la evaluación del acoso entre iguales (bullying) a partir del CAI-CA (CAI-Conductas de
Acoso) y CAI-CAG (Conductas de Acoso asociadas al Género), siempre desde el punto de
vista de la victimización percibida (p.ej., bullying percibido por la víctima) y tratar de
determinar posibles diferencias significativas asociadas a las variables edad y sexo.
Método
Procedimiento y Aprobación ética
Los cuestionarios fueron aplicados de forma colectiva, por cursos escolares en las aulas de los
propios centros de enseñanza en que se encontraban los alumnos. La aplicación de los
cuestionarios se llevó a cabo tras la preceptiva autorización de los centros de enseñanza y el
consentimiento informado de los padres. Paralelamente a la aplicación en el aula. Todos los
participantes completaron de forma voluntaria los cuestionarios.
El protocolo y los procedimientos del estudio, fueron aprobados por el Comité de Bioética y
Bioseguridad de la Universidad de Extremadura (nº de registro: 60/2021) y se realizaron de
acuerdo con las actualizaciones de la Declaración de Helsinki, modificada por la 64ª Asamblea
General de la Asociación (Fortaleza, Brasil, 2013) y la Ley 14/2007 de Investigación Biomédica.
Participantes
Se realizó un estudio observacional de corte transversal. La población de estudio estuvo
conformada por todos los estudiantes pertenecientes a 12 centros educativos (4 centros de
primaria CEIP- y 8 centros de secundaria IES-) localizados en el Valle de los Pedroches,
provincia de Córdoba, que era conformada por 1934 alumnos matriculados entre 12 y 16
años (6º grado de primaria y 1º, 2º, 3º y 4º grado de secundaria).
Una vez contactado con las autoridades educativas del ámbito autonómico y local, a fin de
obtener las respectivas autorizaciones administrativas y tras explicarles los objetivos y el
alcance de la investigación; se establecieron como criterios de inclusión: adolescentes
matriculados en los grados citados que dieron su aprobación para participar en el estudio,
mediante firma de consentimiento informado por parte de los padres, más las citadas
autorizaciones de las instituciones.
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Considerando los 1934 individuos y asumiendo una certeza del 95%, un tamaño de muestra
de 320 adolescentes sería suficiente para realizar el presente estudio. Estos cálculos se
realizaron mediante la siguiente ecuación:
donde N es la población total; Z2 = 1,96 (si hay un 95% de certeza); σ2= desviación estándar
de la población (en este caso 0,5); y e = límite aceptable del error muestral (en este caso
0,05).
En concreto, en este estudio participó una muestra de 325 individuos de ese rango de edad
para obtener estimaciones fiables de la encuesta. Cada estrato se separó en secciones con
probabilidad proporcional a su tamaño. Se utilizó la asignación proporcional entre estratos
de centro educativo. Los individuos fueron seleccionados aleatoriamente dentro del centro
educativo de las poblaciones objetivo con un muestreo de tipo proporcional en edad y sexo.
El número de participantes masculinos fue de 166 (51.1%), y el de participantes femeninos
fue de 159 (48.9%). La edad media de la muestra total era de 14.97 años (DT = 1.4). El rango
de edad para la muestra total fue de 12-16 años, y correspondía a niños de primaria (12-13
años) y de secundaria (13-16 años).
Procedimiento, material y medida.
Se usó el Cuestionario de Acoso entre Iguales (CAI) (Trujillo Chanquetti, 2019). El CAI consta
de 7 dimensiones (escalas) y diversas subescalas. Merece la pena resaltar que, aparte de la
escala de conductas de acoso (incluye varios tipos de maltrato, así como también conductas
de acoso asociadas al género), el cuestionario evalúa otros aspectos relevantes como los
escenarios donde se produce el acoso, los personajes implicados (defensores, observadores
y agresores), las estrategias de afrontamiento, los posibles confidentes, y los síntomas del
trastorno de estrés postraumático asociados al acoso.
Para la presente investigación se consideraron las escalas de Conductas de Acoso (CAI-CA)
y Conductas de Acoso de Género (CAI-CAG) del Cuestionario de Acoso entre Iguales (CAI).
La CAI-CA consta de 39 ítems comunes a chicos y chicas, los cuales hacen referencia a
distintas conductas de acoso que los niños pueden sufrir por parte de otros chicos/as. A
partir de esta escala pueden evaluarse de forma separada las siguientes formas de acoso
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entre iguales (subescalas): 1) maltrato verbal (11 ítems), 2) exclusión social directa (5 ítems),
3) amenazas (4 ítems), 4) ciberbullying (4 ítems), 5) exclusión social indirecta (4 ítems), 6)
agresión basada en objetos (3 ítems), y 7) maltrato físico (8 ítems). La CAI-CAG está formada
por 10 ítems, 5 para chicos y 5 para chicas. El contenido de los ítems específicos para los
chicos hace referencia a ser objeto de maltrato verbal por falta de atractivo físico o
interesarse por actividades o cosas de chicas (p.ej., “hablar de ropa”). En el caso de las chicas,
el contenido de los ítems se corresponde con ser objeto de maltrato verbal por falta de
atractivo físico o tener un interés elevado por estereotipos de actividades del otro sexo (p.ej.,
jugar al fútbol). Ambas escalas son contestadas por el participante según una escala de
frecuencia de tres puntos que varía entre 1 («Nunca») y 3 («Muchas veces»). La construcción
del cuestionario se llevó a cabo a partir de una revisión de la literatura sobre las conductas
y aspectos relacionados con el bullying como victimización (Dong, 2020).
Entre las siete dimensiones de bullying aisladas (subescalas), cinco (maltrato físico, maltrato
verbal, exclusión social directa, exclusión social indirecta y amenazas) coinciden
conceptualmente, en términos generales, con dimensiones referidas en algunas
clasificaciones sobre los tipos de acoso escolar propuestas por diferentes autores (Vera
Giraldo et al., 2017). Otras dimensiones, en cambio, no habían sido propuestas por la
literatura, tal como la dimensión de “agresión basada en objetos”, es decir, situaciones donde
el agresor ataca o amenaza a la víctima a través de objetos, no existiendo contacto directo
entre víctima y agresor. La CAI-CA también incluye una dimensión sobre ciberbullying, una
nueva forma de maltrato basado en el uso de las tecnologías de la información y la
comunicación (sobre todo a través del uso de internet y el teléfono móvil) que ha despertado
un gran interés en los últimos años (Cortés et al., 2019; Garaigordobil, 2014; Romera et al.,
2016).
En relación con la CAI-CAG (conductas de bullying relacionadas con el rol de género), se
estudian la presencia de dos dimensiones en el grupo de chicas, una relacionada con el
inconformismo de género y la otra con el bajo atractivo físico, junto con la de los chicos cuyo
comportamiento no se ajusta a los estereotipos de su género, tratando de determinar si
existen más probabilidades de sufrir acoso escolar en unos niños que en otros.
Análisis estadístico
Toda la información recopilada se tabuló en una base de datos diseñada específicamente
para este estudio Los análisis estadísticos se realizaron con el software SPSS (Versión 22, IBM
SPSS, Chicago, IL, USA) y los datos personales se mantuvieron en el anonimato.
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Para describir la muestra total de sujetos, se calcularon la prevalencia de las variables
categóricas y la media con desviación estándar, la mediana, el rango intercuartílico (RI) y los
valores máximo y mínimo (rango) para las variables cuantitativas.
Se calcularon los estadísticos descriptivos de las variables de acoso entre iguales, tanto para
el total de la muestra como atendiendo a las categorías de las variables independientes (sexo
y edad). Posteriormente, se realizó la prueba de Kolmogorov-Smirnov para comprobar la
normalidad de la muestra y se analizaron las diferencias significativas entre los grupos de
sexo y edad mediante la prueba no paramétrica U de Mann Whitney y la Prueba de Kruskal-
Wallis respectivamente. Se consideró una significación al 95%.
Resultados
La información se recogió a partir de 352 estudiantes de los grados de 6º de educación
primaria y los grados de 1 a 4º de educación secundaria. La edad promedio del grupo fue de
14,97 (DE 1,4) años. En lo concerniente al género 166 (51,1%) eran hombres y 159 (48,9%) eran
mujeres. En la Tabla 1 se muestran las características sociodemográficas de los estudiantes de
la muestra.
Tabla 1. Características de la muestra.
Edad
N (%)
12
63 (19,4)
13
75 (23,1)
14
60 (18,5)
15
64 (19,7)
16
63 (19,4)
Sexo
Mujer
159 (48,9)
Hombre
166( 51,1)
La experiencia en cada uno de los tipos de acoso es diferente según el sexo y la etapa
evolutiva (edad) que tomemos de referencia.
En la tabla 2 se muestran los datos relativos a las conductas de acoso y su relación con el sexo
y la edad de los participantes. La conducta de acoso más frecuente entre la población
seleccionada es el ciberbullying (33.2%), seguido del maltrato verbal (19.4%), la exclusión
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social indirecta (17.9%), amenazas y exclusión social directa (17.5%), agresión basada en
objetos (16.3%) y maltrato físico (11.3%).
Tabla 2. Conductas de acoso (CAI-CA) y relación con sexo y edad
Chicas
N (%)
Chicos
N (%)
p*
12 años
N (%)
14 años
N (%)
16 años
N (%)
p†
Maltrato
verbal
63
(19,4)
27
(16,8)
36
(21,6) 0,839 15
(23,9)
20
(26,7)
14
(23,3)
5
(7,8)
2
(3,2)
0,024
Exclusión
social directa
57
(17,5)
16
(10,1)
41
(24,6)
<0,001
15
(23,9)
12
(15,9)
10
(16,7)
6
(9,4)
5
(8)
0,003
Amenazas
(17,5)
34
(21,4)
23
(13,8)
0,005
11
(17,5)
(18,6)
11
(18,3)
(14,2)
12
(19,1) 0,346
Exclusión
social
indirecta
58
(17,9)
36
(22,7)
22
(13,2)
<0,001
8
(12,7)
13
(17,3)
16
(26,7) 9 (14) 12 (19) 0,844
Ciberbullying
(33,2)
54
(34)
54
(32,5) 0,417
21
(33,4)
(29,3)
20
(33,4)
(32,9)
24
(38,2) 0,669
Agresión
basada en
objetos
53
(16,3)
20
(12,6)
33
(19,8) 0,638 10
(15,8)
17
(22,6)
8
(13,3)
11
(17,2) 7 (11,1) 0,960
Maltrato
físico
40
(11,3)
9
(5,6)
31
(18,6)
0,005
6
(9,5)
12
(16)
10
(16,7)
5
(7,8) 7 (11,1) 0,722
Las diferencias de sexo fueron analizadas según el test de U Mann-Whitney (p*) y las diferencias entre
edades según la prueba de Kruskal-Wallis (p†).
En la tabla 2, puede observarse como se han encontrado diferencias estadísticamente
significativas entre los sexos de los participantes en la exclusión social directa (p<0,001), el
acoso mediante amenazas (p= 0,005), la exclusión social indirecta (p<0,001) y el maltrato físico
(p= 0,005). En este sentido, podemos observar que las chicas perciben un mayor acoso por
amenazas y mediante una exclusión social indirecta. Sin embargo, son los chicos lo que sufren
un mayor maltrato físico y exclusión social directa.
En cuanto a las diferencias entre las edades de los participantes (tabla 2), se han mostrado
diferencias estadísticamente significativas en el maltrato verbal (p=0,024) y la exclusión social
directa (p=0,003). En ambos casos, a edades más tempranas sufren un mayor maltrato verbal
y se sienten excluidos socialmente de forma directa, encontrándose, para ambas, los
porcentajes más alto en las edades de 12 y 13 años.
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Los datos relativos a las conductas de acoso de género se muestran en la tabla 3. Las
conductas de acoso de género más habituales entre los estudiantes son las relativas al
inconformismo de género, seguidas por las conductas de maltrato verbal por falta de
atractivo.
Tabla 3. Conductas de acoso (CAI-CA) y relación con sexo y edad
N (%)
Chicas
N (%)
Chicos
N (%)
p*
12 años
N (%)
13 años
N (%)
14 años
N (%)
15 años
N (%)
16 años
N (%)
p†
Inconformismo de género
“Me llaman nenaza/
marimacho”
93
(28,6)
44
(27,7)
49
(29,5) 0,713
19
(30,2)
19
(25,3)
18
(30)
19
(29,7)
18
(28,6) 0,967
“Se meten conmigo
porque me gustan
cosas de
chicas/chicos”
74
(22,8)
26
(16,4)
48
(28,9)
0,007
28
(44,4)
18
(24)
14
(23,3)
9
(14,1)
5
(7,9)
<0,001
“Dicen que voy con
pocas chicas/muchos
chicos”
91 (28) 34
(21,1)
57
(34,3)
0,009
21
(33,3)
17
(22,7)
17
(28,3)
22
(34,4)
14
(22,2) 0,371
Maltrato verbal por falta de atractivo
“Dicen a otros que
soy feo /fea”
71
(21,8)
46
(28,9)
25
(15,1)
0,003
18
(28,6)
27
(36)
14
(23,3)
3
(4,7)
9
(14,3)
<0,001
“Se meten conmigo
porque no gusto a
las chicas/chicos”
61
(18,8)
32
(20,1)
29
(17,5) 0,541 13
(20,6)
15
(20)
6
(10)
17
(26,6)
10
(15,9) 0,190
Las diferencias de sexo fueron analizadas según el test de U Mann-Whitney (p*) y las diferencias entre edades
según la prueba de Kruskal-Wallis (p†).
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Discusión
En los estudios europeos, y en general del mundo desarrollado, la edad y el sexo son descritas
como dos de las características diferenciadoras de la implicación en el bullying (Otero &
Álvarez, 2020). En este sentido, los principales hallazgos de este estudio fueron, una
percepción mayor de acoso por amenazas y mediante una exclusión social indirecta por parte
de las chicas, además de maltrato verbal por falta de atractivo. En el caso de los chichos,
existió una mayor percepción de maltrato físico, exclusión social directa y un mayor acoso
relacionado con el inconformismo de género. Finalmente, en relación con la edad, se detec
que en las edades más tempranas se percibió un mayor maltrato verbal y un sentimiento de
exclusión social de forma directa, además de meterse más con ellos.
Los resultados de este estudio muestran una elevada prevalencia de víctimas de bullying de
19,1 % similar a lo informado en otros estudios (Garaigordobil et al., 2018). Los chicos
presentan unos porcentajes de acoso ligeramente más altos que las chicas (20,58 frente a 17,6
%), si bien es cierto que analizadas las conductas de forma individualizada “amenazas” y
“exclusión social indirecta” son mayoritarias en chicas frente a chicos de forma significativa,
siendo todas las demás mayoritarias en chicos y el “maltrato físico” lo es también de forma
significativa.
La CAI-CA también incluye, como hemos mencionado, una dimensión sobre ciberbullying,
como nueva forma de maltrato basado en el uso de las tecnologías de la información y la
comunicación (sobre todo a través del uso de internet y el teléfono móvil) que cada vez
despierta mayor interés tanto por su incremento de casos como por la importancia de los
mismo por cuanto la extensión y difusión del daño (Cortés et al., 2019; Garaigordobil, 2014).
Nuestros datos acreditan la primera idea de estar tomando la mayor relevancia, ya que
33,2% de los participantes lo manifiestan, siendo además, la dimensión de acoso mayoritaria
para todos los grupos de edad, indistintamente del género.
Con respecto a la edad, observamos como dependiendo de la dimensión del acoso donde
nos centremos, la prevalencia de las distintas conductas se ve modificada de forma
importante incluso en rangos pequeños de años. Esta variabilidad resulta significativa para
las dimensiones (conductas) “maltrato verbal” y “exclusión social directa”. Así, por ejemplo,
vemos como el maltrato verbal es muy prevalente en los 12 años (23,9%) y prácticamente
insignificante a los 16 (3,2%). Ello debe servirnos como elemento a tener en cuenta a la hora
de emprender estudios y/o planificar medidas preventivas.
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Estos resultados coinciden con que la probabilidad de ser un acosador alcanza un pico
máximo en la transición del sexto grado (11-12 años de edad), y disminuye a medida que
aumenta la edad, aunque discrepan en parte con aquellos estudios que consideran el acoso
en su conjunto (J. Silva et al., 2016), sin fijar la atención en las distintas conductas de acoso,
lo que les lleva a la afirmación de que la prevalencia de acoso tiene una tendencia
descendente en los cursos superiores, dejando de fijar la atención en las conductas, ya que
algunas de ellas pueden tener una tendencia alcista o bien sufrir altibajos en su desarrollo
temporal, lo que nos aporta indicios sobre cómo seguir investigando sobre la cuestión (J.
Silva et al., 2016).
Nuestros resultados en relación con las dos dimensiones del CAI-CAG, una relacionada con
el inconformismo de género y la otra con el bajo atractivo físico, apoyan los perfiles ya
establecidos, sobre el riesgo de sufrir acoso en relación con la variable género (Berger, 2007;
Esteban et al., 2020). Según la significación obtenida en nuestro estudio, aquellas chicas que
son vistas por sus iguales como poco atractivas, y los chicos cuyo comportamiento no se
ajusta a los estereotipos de su género, tienen más probabilidades de sufrir acoso escolar que
otros niños. Nuestros resultados también nos indican una significación de mayor probabilidad
de sufrir abuso para los chicos que se relacionan con pocas chicas. En este sentido,
coincidimos con estudios previos que sugieren que la orientación sexual y la identidad de
género, son factores que ponen en riesgo de acoso a los niños (Valido-Viegas, 2019)
En el caso del grupo de chicas, nuestros resultados estarían de acuerdo con los
planteamientos que sugieren la existencia de formas de acoso específicas vinculadas al sexo
de los acosadores, según los cuales los chicos suelen agredir físicamente con mayor frecuencia
que las chicas, y las chicas suelen ser víctimas de la intimidación física en una proporción
inferior a la mitad de los chicos (Matud Aznar, 2018) La expresión de violencia en su forma
verbal (por ejemplo, insultos y amenazas) estuvo presente con mayor frecuencia en las
relaciones entre las niñas, mientras que los niños se involucran más directamente en el
fenómeno mediante el uso de violencia física (por ejemplo, golpear, empujar y patear) (Silva
da, Carvalho Malta de Mello, Abadio de Oliveira, & al, 2018; MA Silva, Pereira, Mendoca,
Nunes, & De Oliveira, 2013) .
Con respecto a la edad relacionada con el CAI-CAG solo aparece significación estadística en
el inconformismo de género para aquellos estudiantes más jóvenes cuyo comportamiento no
se ajusta a los estereotipos determinados de género y maltrato verbal para aquellos otros que
son considerados fuera de los cánones de atractivo (falta de atractivo: feo/fea). Este hecho es
consistente con los hallazgos de la mayoría de los estudios, que muestran que la prevalencia
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de la intimidación tiende a ser mayor entre los estudiantes más jóvenes (Mello et al., 2016) .
Además, los estudiantes más jóvenes y con pocos amigos tienden a ser más propensos a la
intimidación y a sufrir ansiedad y depresión e incluso ideas suicidas (Malta et al., 2014; Oliveira
et al., 2015).
En este sentido, el CAI (conductas de acoso) posee unas propiedades psicométricas
apropiadas y puede ser de utilidad para la evaluación multidimensional de las conductas de
acoso desde el punto de vista de la victimización (Serrano Díaz, Sánchez-Alcaraz Martínez,
Courel-Ibáñez, Gómez-Mármol, & Valero-Valenzuela, 2018). Las conductas de acoso entre
iguales, al igual que otras formas de maltrato, poseen un efecto nefasto sobre la salud del
niño y adolescente (Sandín, Chorot, & Valiente, 2016). El cuestionario pude resultar
particularmente útil, tanto en contextos clínicos como de investigación, cuando se pretenda
tener una medida comprensiva sobre la percepción del bullying que experimentan los niños
víctimas del acoso escolar. Considerando que en los niños y adolescentes son frecuentes,
tanto los miedos (Valiente, Sandín, & Chorot, 2002) , como los síntomas de los trastornos de
ansiedad y depresión, futuros estudios deberían examinar la posible influencia de los
diferentes tipos de bullying sobre estos síntomas psicopatológicos que se dan en la población
infantojuvenil (Chan Coob & Márquez Marín, 2020).
El presente trabajo posee algunas limitaciones obvias. Por una parte, aunque se centra en la
percepción que tiene el niño del acoso escolar, los cuestionarios de autoinforme pueden tener
cierto sesgo y sobrevalorar el nivel real del bullying al tratarse de una autodeclaración de
conductas. No obstante, el anonimato de los cuestionarios favorecía que hubiera una mayor
sinceridad a la hora de contestar las preguntas.
Conclusión
Tras analizar los resultados del autoinforme para la evaluación del acoso entre iguales
podemos concluir que en relación con el CAI-Conductas de Acoso, se pudo observar que las
chicas percibieron un mayor acoso por amenazas y mediante una exclusión social indirecta,
en cambio, los chicos un mayor maltrato físico y exclusión social directa. Para la edad, las
edades más tempranas perciben un mayor maltrato verbal y se sienten excluidos socialmente
de forma directa.
Por otra parte, con respecto CAI-Conductas de Acoso los participantes de sexo masculino son
los que mayoritariamente sufrieron mayor acoso relacionado con el inconformismo de
género, mientras que en las chicas predomino el maltrato verbal por falta de atractivo. En
este caso, para la edad, también fueron las edades más tempranas las que percibieron que
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se meten más con ellos porque le gustan cosas de chicos/chicas y que dicen a otros que es
feo/fea.
Por tanto, los resultados reflejan la magnitud del acoso escolar y la necesidad de
concienciación social para desarrollar programas preventivos abordables desde atención
primaria junto con los educadores que eviten las conductas de acoso y las repercusiones
sobre la salud de nuestros niños y adolescentes.
Agradecimientos
Los autores desean agradecer a las centros educativos y participantes que permitieron llevar
a cabo este estudio.
Conflicto de interés
Los autores declaran no tener conflicto de interés.
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