Una Pasión

Estar en la universidad es para mí dar cuenta a mis alumnos de lo que supone ejercer mi profesión cada día en la calle. A pesar de llevar más de diez años dando clases, disfruto casi tanto en el aula como haciendo edificios. Al día siguiente en que las clases se conviertan para mí en una carga me bajaré de la tarima. Lo cierto es que enseño poco más de lo que aprendo de mis alumnos. Ser Arquitecto en una escuela de Ingenieros me aporta una natural visión multidisciplinar de los problemas, libre y muy alejada de los tradicionales convencionalismos corporativos tan propios de las profesiones colegiadas. A pesar de lo limitado de los recursos disponibles en la universidad pública española, aprender de las personas sigue siendo posible. De algunas en particular, un privilegio. En mi opinión los edificios no sólo se proyectan. Los edificios además hay que hacerlos posibles: imaginarlos, diseñarlos, proyectarlos, construirlos, pagarlos y habitarlos. Casi nada de toda esta secuencia necesaria corresponde en exclusiva al arquitecto. Es por eso que el ejercicio responsable de la arquitectura impone una visión holística de todo el proceso. Un equipo multidisciplinar que integra técnicos, pero también contratistas, promotores y habitantes finales de nuestra arquitectura. ¡A veces hasta políticos!.