Introducción a la Literatura Puertorriqueña en Estados Unidos

 

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La narrativa puertorriqueña y la crítica literaria

A pesar del escaso interés académico que ha despertado en la crítica literaria dentro y fuera del país norteamericano, la literatura puertorriqueña en Estados Unidos no es un fenómeno reciente y de hecho es, junto a la literatura chicana, la tradición literaria y artística más desarrollada entre la población Latina. Si bien es verdad que su escasa importancia demográfica puede haber propiciado que existan menos estudios sobre el tema, la buena calidad literaria de sus manifestaciones y el importante número de autores y autoras, sobre todo poetas, que han surgido en las últimas décadas debería impulsar a la crítica a analizar una literatura que es muy peculiar por ser producto de circunstancias históricas y sociales particulares.

Ciertamente ha sido la poesía el género más tratado por la crítica en los últimos años, un hecho ampliamente justificado por el impacto cultural y literario de toda una generación de poetas nuyorican, poetas que han surgido en el entorno de Nueva York con una estética peculiar que trataremos a continuación. Sin embargo, sorprende el hecho de que exista un vacío académico en lo referente a esta literatura, ya que hasta hace escasos años era completamente desconocida en la isla y marginada por la academia norteamericana. Aún hoy en día esta literatura, que forma parte de la producción Latina en Estados Unidos, es un objeto de estudio incómodo que no suelen aceptar en los departamentos de literatura norteamericana ni en los de literatura latinoamericana. Es una literatura que no se considera completamente puertorriqueña por el hecho de estar escrita en su mayor parte en inglés; tampoco es fácilmente aceptada como literatura norteamericana por el peso de una temática cultural muy unida a Puerto Rico y Latinoamérica.

En nuestra opinión, la lengua que se utiliza en la obra literaria no presupone la inclusión o exclusión de una tradición literaria sino más bien optamos por centrarnos en la temática, la experiencia de la emigración y el desarraigo que los autores y autoras transmiten a la obra. La diáspora puertorriqueña del siglo XX ha producido una literatura arraigada en Estados Unidos que plantea cuestiones relativas a la identidad puertorriqueña desde una perspectiva muy diferente a la de la isla pero fuertemente influida por ésta. Es esta perspectiva, por su novedad y por sus posibilidades estéticas para incluir una nueva visión crítica y revisionista de la sociedad norteamericana y de las identidades que se desarrollan en ella lo que nos interesa explorar en nuestro estudio.

El hecho de que la mayoría de estas obras estén escritas en inglés no responde al deseo voluntario del escritor de permanecer fiel a una tradición que representa una consecuencia directa e inevitable de su experiencia vital en Estados Unidos, donde con toda probabilidad se ha formado académicamente y ha dejado huella en su quehacer artístico. Incluso en los casos de bilingüismo los autores  y autoras tienden a usar el inglés como medio mucho más efectivo para llegar a todos los sectores de la población. Por todo esto, creemos ampliamente justificada la inclusión del estudio de estas obras en la crítica literaria norteamericana que se nutre de las aportaciones artísticas de la literatura puertorriqueña en Estados Unidos 

la crítica sobre la literatura puertorriqueña en Estados Unidos

 El campo de los estudios culturales y literarios sobre Latinos en Estados Unidos ha experimentado un desarrollo considerable en los últimos tiempos. Esto se aprecia en los ámbitos social, político y artístico, y así lo demuestran el gran número de obras publicadas sobre el tema en disciplinas como la sociología, la política, los estudios culturales, el arte y la literatura. Los estudios que se dedican en concreto a la comunidad puertorriqueña en Estados Unidos disfrutan de una salud indudable debido ante todo a una nueva generación de intelectuales formados académicamente y preparados para llevar a cabo estudios que hasta ahora se realizaban desde una perspectiva ajena a la verdadera problemática de la comunidad. Además, la presencia de académicos e investigadores procedentes de la comunidad puertorriqueña ha repercutido positivamente sobre toda la población puertorriqueña que agradece cómo su situación se analiza desde una perspectiva seria y constructiva.[1] Ya es posible que un alumno de secundaria en una escuela estadounidense pueda leer relatos sobre personajes que viven experiencias similares a la suya y cuya lectura le enriquece y le ayuda a entenderse a sí mismo como parte de la sociedad multicultural norteamericana.

Sin embargo, en lo relativo a la literatura, los estudios de obras puertorriqueñas se reducen a un pequeño número de antologías que aparecen con la intención de dar a conocer al público general una serie de textos. Entre las antologías que encontramos podemos observar la división que existe entre ambas literaturas, la literatura de la isla y la del continente. En 1973 María Teresa Babin y Stan Steiner publican Borinquen: An Anthology of Puerto Rican Literature, que claramente hace referencia a la herencia literaria de aquella isla a la que los indios Arawak dieron el nombre de Borinquen. Esta colección contiene fundamentalmente textos traducidos de autores y autoras de la isla y tan sólo una breve muestra al final del volumen de textos en inglés de escritores en Estados Unidos. A partir de esta fecha, se han sucedido las antologías en las que se intenta hacer justicia a una literatura que es parte legítima de la literatura puertorriqueña aunque se publique en Estados Unidos y en Inglés. En 1995 ve la luz Boricuas: Influential Puerto Rican Writings, antología editada por Roberto Santiago, en la que aparecen textos originalmente escritos en inglés y otros textos traducidos del español al inglés. Esta obra viene a complementar la de Babin al incluir escritores y pensadores del continente que comparten una herencia literaria y cultural de raíces isleñas pero que pueden no haber nacido o vivido en la isla necesariamente. Otra antología más reciente es Puerto Rican Writers at Home in the USA, de Faythe Turner, que se concentra en la prosa y poesía nuyorican. Mucho más extenso es el número de antologías y obras sobre la poesía puertorriqueña en Estados Unidos como la que serviría para su presentación, Nuyorican Poetry: An Anthology of Puerto Rican Words and Feelings (1975) compilada y editada por Miguel Piñero y Miguel Algarín.[2]

En la actualidad se observa un progresivo aumento de estudios sobre la poesía nuyorican publicados en su mayoría en revistas literarias, siendo la poesía puertorriqueña el género que más trascendencia ha tenido a nivel crítico en las últimas décadas. No obstante, aún siguen siendo muy escasos los estudios monográficos dedicados a analizar esta literatura. Hasta la fecha tan sólo existen publicados dos estudios críticos sobre esta literatura y ninguno de ellos dedicado a la poesía: The Nuyorican Experience: Literature of the Puerto Rican Minority (1982) de Eugene Mohr y el reciente Boricua Literature: A Literary History of the Puerto Rican Diaspora (2001) de Lisa Sánchez González. Este último trabajo de Lisa Sánchez González sorprende por lo ambicioso de su título aunque luego hace una selección de aquellos textos que desea rescatar del olvido e integrar como fundamentos de la literatura boricua en Estados Unidos.

[1] Especialmente importante ha sido la labor del Centro de Estudios Puertorriqueños en Hunter College, Nueva York, desde donde se han impulsado los estudios sobre puertorriqueños en todas las disciplinas.

[2] Destacamos otras antologías donde se recoge la extensa producción de este círculo de poetas: The Puerto Rican Poets ( 1972) de Alfredo Matilla e Iván Silén, Inventing a Word: An Anthology of Twentieth Century Puerto Rican Poetry (1980) de Julio Marzán, Herejes y mitificadores: Muestra de poesía puertorriqueña en los Estados Unidos (1981) de Efraín Barradas y Rafael Rodríguez, Papiros de Babel: Antología de la poesía puertorriqueña en Nueva York (1991) de Pedro López-Adorno, y Aloud: Voices from the Nuyorican Poet’s Café (1994) de Miguel Algarin y Bob Holman.

 

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Panorama de la literatura puertorriqueña en Estados Unidos

Los escasos estudios que han intentado esbozar una historia de la literatura puertorriqueña en Estados Unidos ponen de manifiesto la dificultad de establecer límites entre ésta y la literatura de la isla. Algunos críticos, como Frances Aparicio, intentan distinguir entre la literatura de la isla y del continente diciendo que en la isla la problemática se concentra fundamentalmente en la cuestión nacional y que en Estados Unidos esta literatura tiene unas raíces más sociales que surgen del movimiento pro-derechos civiles. Otros, como Monica Brown, afirman que el tema de la identidad nacional también se encuentra en la literatura nuyorican.[1] En su artículo “Puerto Rican Literature in the United States: Stages and Perspectives,” Juan Flores propone una división de la historia de esta literatura en etapas con la que estamos de acuerdo, ya que abarca aquellos aspectos y representantes literarios que hemos considerado imprescindibles en la estructura de nuestro estudio. La primera etapa marca los inicios o raíces de la literatura puertorriqueña de Estados Unidos en la producción periodística y testimonial de los primeros exiliados puertorriqueños que llegan a Estados Unidos en las últimas décadas del siglo XIX. Entre ellos se encontraban grandes figuras de la política y la cultura de la isla como Eugenio María de Hostos, Ramón Emeterio Betances, Francisco Gonzalo Marín “Pachín” y Lola Rodríguez de Tió.

La segunda etapa abarca aproximadamente dos décadas, desde mediados de los cuarenta a mediados de los sesenta, y tiene dos vertientes muy diferenciadas que distinguen Eugene Mohr y Juan Flores: la visión desde la isla y desde Estados Unidos. La primera vertiente es la de numerosos escritores de la isla que comienzan a despertar un interés creciente por los compatriotas que en esas décadas abandonaban la isla en busca de un futuro mejor. Son obras que presentan el tema de la emigración, como Trópico en Manhattan de Guillermo Cotto Turner, La Carreta de René Marqués, Harlem todos los días de Emilio Díaz Valcárcel, Ardiente suelo, fría estación de Pedro Juan Soto y En Nueva York y otras desgracias de José Luis González. Desde la isla son conscientes de las traumáticas consecuencias que tiene el dejar la tierra natal para marcharse a un nuevo espacio donde la cultura, la lengua y la población son extrañas. Estas obras sirven de ejemplo de una literatura sobre la comunidad puertorriqueña que abre las puertas a la expresión propia e interior de una literatura que se consolidará más tarde. A esta narrativa dedicaremos una parte de nuestro estudio puesto que su aparición introduce una temática que se desarrollará plenamente en obras posteriores ya producidas en inglés. La segunda vertiente es la que recogen las Memorias de Bernardo Vega y A Puerto Rican in New York and Other Sketches de Jesús Colón, producidas en la misma época. Eugene Mohr denomina a estos autores proto-nuyoricans en su estudio The Nuyorican Experience: Literature of the Puerto Rican Minority. Son ellos los que comienzan a impregnar la producción escrita de una visión diferente a la de la isla aún muy condicionada por ella. Las preocupaciones de ambos escritores se centran en la situación de la comunidad puertorriqueña en Nueva York como veremos en la sección dedicada a su obra. Ellos son sin duda artífices de una nueva etapa en la que la experiencia de la emigración se describe desde la propia voz de sus protagonistas.

Durante los años setenta y principios de los ochenta surge la que se ha dado en llamar literatura nuyorican, que se caracteriza fundamentalmente por la creación de una poesía urbana desde el gueto comprometida con la comunidad. Estas obras surgen a raíz del movimiento social que reivindica un espacio para la comunidad puertorriqueña en la sociedad norteamericana. La estética nuyorican parte de un grupo de poetas entre los que encontramos a Pedro Pietri, Miguel Algarín, Sandra María Esteves, Lucky Cienfuegos y Miguel Piñero, entre otros, que comienzan a reunirse en el Nuyorican Poet’s Café en esta época. Estos poetas leen y escenifican sus poemas frente a un público perteneciente a la clase trabajadora del Barrio y se convierten así en trovadores de una comunidad que necesita encontrar una vía de liberación a sus frustraciones. Esta poesía surge de y para la comunidad ya que está plagada de una temática nueva en torno a la vida del Barrio: la pobreza, la marginación, las drogas, los edificios en ruinas, y demás miserias. Sin embargo, también intenta transmitir lo positivo de la comunidad que sobrevive culturalmente y que ha de sacar fuerzas de la unión. Para estos poetas lo importante no es lo estético sino el mensaje de protesta social y de solidaridad que transmiten.

Asimismo, a través de su producción literaria reivindican que son puertorriqueños de Nueva York y por tanto fruto de unas circunstancias sociales y políticas que les obligan a reflexionar sobre lo que es ser puertorriqueño. En la introducción al volumen Nuyorican Poetry Miguel Algarín define este hecho en términos muy concretos:

 

The experience of Puerto Ricans on the streets of New York has caused a new language to grow: Nuyorican. The Nuyoricans are a special experience in the immigration history of the city of New York. There is at the edge of every empire a linguistic explosion that results from the many multilingual tribes that collect around wealth and power. The Nuyorican is a slave class that trades hours for dollars at the lowest rung of the earning scale. The poems in this anthology document the conditions of survival” (15).

 

Vemos cómo el componente social se encuentra muy marcado en esta poesía, detonante de una generación de poetas comprometidos con la comunidad, que introduce una nueva temática en la literatura norteamericana, haciendo de las cosas y los espacios más decadentes una fuente de energía y creatividad. Estos poetas son notables por su rebeldía y su rechazo de objetivos poéticos, pues lo que les importa es el mensaje social y la denuncia de un sueño americano prohibido para las clases bajas de emigrantes. El lenguaje poético es muy realista y surge del habla de la calle, del bilingüismo y del spanglish, convertido en medio poético por primera vez a pesar del rechazo que al principio recibe de la crítica literaria en la isla y en Estados Unidos. En muchos de ellos se aprecia la influencia de corrientes literarias anteriores como la beat generation en lo concerniente a la expresión poética espontánea. Sin embargo, entre los nuyorican prevalece el compromiso social y la unidad con la comunidad puertorriqueña.[2]

Una representativa muestra de esta poesía se incluye, entre otras, en antologías como la ya mencionada Nuyorican Poetry, editada por Miguel Piñero y Miguel Algarín, y en Herejes y mitificadores, editada por Efraín Barradas y Rafael Rodríguez. Resulta interesante observar que mientras la primera antología surge como una necesidad de recoger para el público general la obra de estos poetas, la segunda es una edición bilingüe que ya desde su introducción pretende llegar también al público de la isla y así darse a conocer.[3] Barradas alude en esta introducción al término nuyorican, y explica:

 

Para el puertorriqueño del continente este mismo término se convierte en estandarte de orgullo y afirmación de una nueva personalidad cultural que se comienza a ver como distinta a la puertorriqueña insular, aunque sin dejar de tener elementos de puertorriqueñidad, y como una negación de la norteamericana, a pesar del idioma inglés que viene a servirle casi siempre de medio de expresión. (15)

 

De este modo, tal obra poética se presenta como un producto nuevo que recuerda a Puerto Rico desde la distancia a través de la mitificación o la crítica, pero a su vez surge del habla y sentir del Barrio, y sus temas son cuestiones que preocupan a sus habitantes.[4] Como el mismo Barradas reconoce, esta es una “literatura de transición” (28) que abre el camino a “la creación de un lenguaje poético propio” (25) para describir y representar una identidad puertorriqueña. Una muestra de esta poesía es la que encontramos en poemas como “A Lower East Side Poem,” donde el juego entre los espacios de la identidad es importante:

 

There’s no other place for me to be

There’s no other place that I can see

There’s no other town around that

Brings you up and keeps you down

No food little heat sweeps by

Fancy cars and pimps bars and juke saloons

And greasy spoons make my spirit fly

With my ashes scattered thru the

Lower East Side ...

...........................

I don’t wanna be buried in Puerto Rico

I don’t wanna rest in long island cemetery

I wanna be near the stabbing shooting

Gambling fighting and unnaturaly dying

And new birth crying. (Barradas y Rodríguez 96-8)

 

Como podemos apreciar, el Barrio sirve al mismo tiempo de escenario de miserias y también de refugio cultural y emocional. El poeta acepta su destino: el espacio norteamericano le ha marcado y ya no es posible regresar a la isla. En el Barrio ha instalado un hogar que no es posible en otra parte porque el ser puertorriqueño también consiste en estos tiempos en vivir en el Barrio.

A este grupo de poetas le suceden otros que introducen nuevos temas, aunque mantienen la carga social de sus predecesores. Algunas figuras de este grupo son Tato Laviera, Víctor Hernández Cruz y Luz María Umpierre, entre otros. También muestran una mayor preocupación estética e influencias de la poesía minimalista como en el caso de Hernández Cruz o influencias de ritmos raciales como en el caso de Laviera. El bilingüismo sigue estando presente en esta poesía que obviamente va dirigida a la comunidad y por tanto no disfruta de gran trascendencia editorial. Toda esta producción poética comparte una preocupación por la situación de una población que se desarrolla entre dos mundos y culturas diferentes al mismo tiempo que comienzan a crear un espacio propio en suelo norteamericano junto a otras minorías con las que se establecen lazos de conexión.

Las colecciones de Tato Laviera La Carreta Made a U-turn (1979) y AmeRícan (1985) también han de ser consideradas obras clave en la evolución de la literatura puertorriqueña ya que suponen un paso adelante en la temática y en la elaboración poética. En La Carreta Laviera explora una amplia gama de temas que ya sus antecesores habían presentado como las condiciones de vida en el gueto, la desmitificación del sueño americano, e incluye aspectos propios del Barrio, como la situación de la mujer en la comunidad y la influencia de la música popular de origen africano. AmeRícan supone todo un manifiesto de la nueva identidad puertorriqueña a través del término que el poeta acuña. Con esta tipografía, que se pronuncia como “I’m a Rican,” se subvierte la idea de lo “americano” como estrictamente estadounidense y por lo tanto blanco y wasp: “we gave birth/to a new generation/AmeRícan salutes all folklores,/european, indian, black, spanish,/and anything else compatible:/. . . AmeRícan, defining myself my own way any way many/ways Am e Rícan, with the big R and/ the accent on the í” (94).

El término AmeRícan intenta abarcar más allá del área de Nueva York al mismo tiempo que sugiere la doble lectura que Frances Aparicio explica: “The basic word, disregarding its capital letters and written accent, would read “American,” as in a person whose origin is America (either North, Central or South). A second reading implies a more specific nationality within the context of the United States society” (155). De este modo se incluye el componente puertorriqueño en un término monopolizado hasta ahora por la sociedad norteamericana al tiempo que se pone en duda la unidad nacional donde se excluye a otros ciudadanos pertenecientes a minorías raciales o étnicas. Su poesía representa una identidad cultural nueva que surge del Barrio y se extiende a todo el continente, a todas las raíces que forman parte de ella.

Similar es la visión de Sandra María Esteves, profundamente comprometida con la comunidad a la que su poesía va dirigida como un himno a la resistencia y supervivencia cultural dentro del Barrio. En Bluestown Mockingbird Mambo (1990), Esteves lleva a cabo toda una caracterización del ser puertorriqueño en Estados Unidos con un énfasis especial en el sujeto femenino, presentado como figura que encarna la resistencia y la fortaleza necesarias dentro de la comunidad. Esteves encuentra en la obra poética un medio de creación inspirado por la maternidad como símbolo máximo de creación y supervivencia, y como un homenaje al poder de la mujer para resistir y mantener la comunidad unida. En Tropical Rains, Esteves representa una identidad que se encuentra en la indefinición y al mismo tiempo engloba todos sus componentes: “Being puertorriqueña/ Americana/ Born in the Bronx, not really jíbara/ Not really hablando bien/ But yet, not Gringa either/ Pero ni portorra, pero sí portorra too/ Pero ni qué what am I?” (34). El lenguaje poético se vuelve bilingüe y oscilante para representar un estado intermedio y difuso que encuentra su expresión en ese movimiento constante entre ambas lenguas y espacios.

Las obras de Víctor Hernández Cruz como Tropicalization (1976) y Bi-Lingual Wholes (1982) suponen paralelamente todo un ejercicio poético donde se conjuga el minimalismo, la poesía visual y la experimentación constante a través del juego de palabras, con los sonidos y formas de ambas lenguas. El lenguaje poético se vuelve extraño por medio del juego lingüístico a partir de los dos idiomas, como se aprecia en “Art-This”:

 

Josefina got tagged on her the name Pepa

Which is female for Pepe and she dug that

Pepa for if you look close the other name

Jose y fina means Jose and thin or sounds

Like oficina like Joseoffice also it had

Something in it of Jose is fina Jose is

Finis finished no this for someone being

Composed by an artis

To top it off Pepa also means pit

You see what is inside of fruits this

Is all Spanish and something is being

Lost in the translation just like you lose

Your natural color when you leave a tropical

Country to come to a city where the sun

Feels like it’s constipated . . . (#)

 

Como podemos apreciar en estas líneas, destaca especialmente el proceso que él denomina “tropicalización,” que exploraremos más adelante, consistente en la transformación del paisaje y lengua norteamericanos a través de imágenes y significantes procedentes de la cultura Latina. A través de la poesía se construyen mundos defamiliarizados que surgen del entorno del Barrio y la ciudad estadounidense, pero donde quedan constantemente patentes las señas de identidad puertorriqueña, sus ritmos, su lenguaje y su perspectiva.

La narrativa también se hace eco de la vida del Barrio a partir de los años sesenta. Aunque trataremos con detalle la narrativa en nuestro estudio, podemos simplemente señalar que en la literatura de este género también se distinguen dos etapas: la que algunos críticos denominan nuyorican por forjarse en el Barrio paralelamente a esta poesía, y otra etapa, que comienza a finales de los ochenta y se extiende hasta el presente, en la que surgen nuevas voces narrativas. Piri Thomas, Nicholasa Mohr y Edward Rivera son los autores más destacados de esta primera etapa en la que predomina la temática que ya veíamos en la poesía, pero que llevan al texto a través de la forma autobiográfica.  Down These Mean Streets de Piri Thomas se convierte en todo un clásico al estilo de otras obras producidas desde el gueto como Malcolm X o Manchild in the Promised Land. Para Thomas, la creación literaria es un medio para descubrirse a sí mismo. En su obra se transmite la experiencia de vida en el Barrio, en el mundo de las drogas y del crimen para poder llegar a entender las circunstancias que empujan a tantos individuos a este tipo de vida. Al mismo tiempo suponen el cuestionamiento de la identidad racial y nacional que hasta ahora había permanecido atada a los valores de la isla, pero que individuos como Thomas se ven obligados a revisar.

Ese proceso de transformación y auto-descubrimiento se repite en la obra de Nicholasa Mohr que impregna sus historias de una herencia y una perspectiva femeninas. En Nilda, el Barrio se presenta a través de la perspectiva de una jovencita puertorriqueña que comienza a entender cómo funciona el mundo que le rodea, pero desde una ingenuidad que agudiza aún más la crudeza de la historia. In Nueva York y El Bronx Remembered recoge también la historia de gente común cuyas vidas transcurren en el Barrio no necesariamente entre drogas y violencia. Es precisamente el carácter humano y solidario de la comunidad lo que Mohr desea resaltar en muchas de sus obras, intentando escapar del estereotipo a través de historias donde las mujeres tienen una función muy importante en el Barrio. Nicholasa Mohr, que sigue publicando obras en la actualidad, constituye un puente muy valioso hacia el nuevo grupo de escritores y escritoras que comienzan a escribir en los años ochenta y que están logrando altas cotas de calidad literaria.

Entre estos escritores contemporáneos encontramos a Ed Vega, Jack Agüeros, Judith Ortiz Cofer, Aurora Levins Morales, Rosario Morales, Nicholasa Mohr, Esmeralda Santiago, Ernesto Quiñónez, Abraham Rodríguez y Edwin Torres. Todos ellos plantean una redefinición de lo que es ser puertorriqueño después de la emigración que les ha convertido en seres biculturales, con identidades en constante transición. En Puerto Rico, algunos ponen en duda su identidad política, pero la mayoría se aferra a la pureza de una identidad cultural propia aunque de hecho, la isla está siendo absorbida culturalmente por Estados Unidos. Mientras tanto, la literatura puertorriqueña en Estados Unidos es hoy en día quizás la más comprometida con el tema de la identidad cultural.[5]

En los últimos años se han multiplicado los estudios sobre la identidad puertorriqueña y a menudo se apunta a la evidencia de que se está forjando una identidad puertorriqueña basada en gran medida en nociones de raza y cultura más que en nociones de soberanía nacional. Nicholasa Mohr comenta sobre su relación con la isla:

 

I love the island but it’s not my place of birth. When I’m in New York I feel my Puerto Rican roots but I’m not an island person. There´s no conflict. I was brought up as a Puerto Rican; I didn´t invent it, it´s my culture . . . Puerto Rican identity in the States is almost a century old. It´s not circumscribed by the island. (Hernández 1997, 90)

 

Podemos apreciar cómo las nociones de cultura y nacionalidad se separan en la obra de muchos de estos escritores, cuya cultura e identidad es puertorriqueña pero que no se sienten atados al espacio territorial de la isla. Como podremos observar a través de nuestro estudio, la literatura puertorriqueña en Estados Unidos acentúa aun más la necesidad de llevar cabo una revisión del concepto de nación, que no se entiende como estado ni soberanía territorial.


 

[1] Algunos críticos como Mónica Brown y Eugene Mohr utilizan el término nuyorican para englobar a toda la literatura puertorriqueña de Estados Unidos de las últimas décadas aunque como veremos más adelante, ésta es una apreciación inexacta, manifestada incluso por algunos autores y autoras que no se identifican con este movimiento. Tal es el caso de Piri Thomas y otros muchos que incluimos en la segunda parte de nuestro estudio.

[2] Ambos movimientos comparten la radicalidad que presentan sus textos, en los que se plantea un rechazo de las instituciones y del materialismo norteamericano. También el lenguaje poético, similar al de Howl de Allen Ginsberg, surge espontáneamente, sin restricciones, en la poesía nuyorican aunque la gran diferencia es la inclusión del spanglish y un claro mensaje de protesta social contra las injusticias de las que son víctimas las minorías raciales y culturales.

[3] Son muy ilustrativas las palabras de Efraín Barradas que abren esa introducción: “Este libro nace de una doble necesidad, estética y moral: dar a conocer, especialmente entre los puertorriqueños insulares, la labor poética de sus compatriotas que residen en los Estados Unidos para de esa forma romper el aislamiento que domina las relaciones entre estas dos ramas de nuestro pueblo” (11).

[4] Existen numerosos estudios sobre la poesía nuyorican publicados en revistas como The Americas Review, Bilingual Review y MELUS. Para un estudio crítico reciente y detallado de esta poesía véase el capítulo que William Luis le dedica en Dance Between Two Cultures.

[5] Véase el excelente artículo de Alberto Sandoval Sánchez “La identidad especular del allá y el acá: nuestra propia imagen puertorriqueña en cuestión,” donde se analiza el desarrollo de la identidad puertorriqueña en la isla y en los Estados Unidos a través de esta literatura.

CITATION: * This introduction has been taken from the PH. Dissertation by Antonia Domínguez Miguela/ Esta introducción procede de la versión electrónica de la Tesis Doctoral de la autora Antonia Domínguez Miguela "Pasajes de ida y vuelta : geografías de la identidad en la narrativa puertorriqueña de Estados Unidos" defendida el 21 de junio de 2002 y accesible en abierto a través del repositorio institucional de la Universidad de Huelva. Para citar /Please use this reference: Antonia Domínguez Miguela. Pasajes de ida y vuelta : geografías de la identidad en la narrativa puertorriqueña de Estados Unidos. Tesis doctoral. Universidad de Huelva, 2002.

 


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 © Antonia Domínguez Miguela. Site last updated: 3 November 2015