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Revista de economía mundial 65, 2023, 197-200
les consumidos y de deterioros en ascenso de los bienes públicos que ofrece
la naturaleza. La pregunta subyacente a esta reflexión es si resulta factible,
incluso con toda la carga de innovación tecnológica generada en estas últimas
décadas por las economías de mercado, encontrar caminos hacia la sostenibi-
lidad en el interior de este modelo socioeconómico, el capitalismo. El profesor
Jiménez Herrero repasa los efectos letales de las últimas décadas de discurso
neoclásico en la gobernanza del capitalismo mundial, soporte de un modelo
crecentista, que ha ido alejando la sociedad humana de su relación simbiótica
con el limitado mundo natural.
En esta dirección se interroga sobre la necesidad de impulsar un nuevo pa-
radigma socioeconómico como alternativa al vigente, del capitalismo, inelucta-
blemente vinculado al crecimiento permanente. En el marco de las economías
capitalistas resulta ineludible mantener una senda de crecimiento so pena de
entrar en crisis global, es decir colapsar el sistema. La base del modelo se
apoya en la maximización del beneficio y de la utilidad del consumo, lo que
requiere de un crecimiento continuo de la productividad de los factores pro-
ductivos que conlleva al crecimiento de la base material de producción. Así ha
sido hasta la fecha, desde los inicios de la Revolución Industrial y lo será en
los años venideros, cuando se vayan incorporando a esa senda de crecimiento
los países hoy más atrasados, pero, al mismo tiempo, demográficamente más
dinámicos. Crecimiento de la población y crecimiento de la renta per cápita en
el contexto de una economía de mercado, significan un divorcio creciente con
la naturaleza. De ahí que el libro en cuestión tras un repaso a nuevas versiones
del paradigma capitalista se vea, inevitablemente avocado, a abrir camino a la
construcción de un nuevo paradigma socioecológico que, controvertidamente,
se apoye en el “decrecimiento”.
No es una idea nueva, ya en el Informe Meadows al Club de Roma, allá por
el año 1973, se desvelaba, implícitamente, la necesidad de que las economías
del mundo adoptaran una senda de decrecimiento, para frenar el cataclismo
ecológico que ya se aventuraba para un futuro cercano.
La idea del decrecimiento, como eje para un modelo de sostenibilidad
ambiental, ya no es patrimonio de unos pocos intelectuales iluminados, sino
que hoy se extiende más allá de los ámbitos académicos y forma parte del
discurso de numerosas entidades sociales y políticas. Jason Hickel (2022) en
la inevitabilidad de este camino: “nuestro planeta está en problemas. Como
podemos revertir la actual crisis y crear un futuro sostenible La respuesta es
DECRECIMIENTO”.
Y es que los modelos de reforma del capitalismo, mas o menos profunda,
no acaban con el divorcio crecimiento económico-naturaleza que está en la
base de la emergencia planetaria. No lo han conseguido las actuaciones de-
rivadas de la consideración de las externalidades -concepto alumbrado hace
unas décadas por el economista británico Ronald H. Coase- generadas sobre
terceros por la producción o el consumo -la contaminación atmosférica, por
ejemplo- sin que ello conlleve costes de transacción para el consumidor o las
empresas. La materialización sobre esta base del principio quien “contamina