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Análisis y Modicación de Conducta
2024, Vol. 50, Nº 182, 69-88
ISSN: 0211-7339
Una Mirada Contextual al Edadismo
A Contextual Approach at Ageism
Alejandra Chulián1
Marisa Páez2
Sonsoles Valdivia-Salas1
1Universidad de Zaragoza
2Instituto ACT
Resumen
Las creencias negativas sobre el envejecimien-
to han contribuido a generar actitudes, conductas
y emociones negativas hacia las personas mayores.
Esta discriminación por cuestión de edad se conoce
como Edadismo, con consecuencias negativas sobre
todos los ámbitos de las personas mayores, su calidad
de vida y satisfacción vital. En este artículo se ofrece
una revisión teórica del funcionamiento de las creen-
cias negativas sobre el envejecimiento desde la óptica
de la Teoría del Marco Relacional (Hayes et al., 2001).
Desde esta perspectiva se analiza la categorización de
las personas mayores y la transformación derivada de
funciones (generalmente negativas) en forma de ex-
periencias privadas que pueden tener consecuencias
en la conducta de la persona que envejece y en su en-
torno. Se propone la Terapia de Aceptación y Compro-
miso como estrategia de intervención ante la fusión
cognitiva de los estereotipos y prejuicios negativos y
la evitación experiencial, con el n de reducir el auto-
estigma y malestar internalizado.
PalabRas clave
Edadismo; Discriminación por edad; Estereotipos
edadistas; Teoría del Marco Relacional; Terapia de
Aceptación y Compromiso (ACT)
abstRact
Negative beliefs about aging have contributed to
generating negative attitudes, behaviors and emo-
tions towards older people. This discrimination based
on age is known as Ageism, with negative conse-
quences on all areas of older people, their quality of
life and life satisfaction. This article oers a theoretical
review of the functioning of negative beliefs about
aging from the perspective of the Theory of Relatio-
nal Frames (Hayes et al., 2001). From this perspective,
the categorization of older people and the transfor-
mation derived from functions (generally negative) in
the form of private experiences can have consequen-
ces on the behavior of the aging person and their en-
vironment. Acceptance and Commitment Therapy is
proposed as an intervention strategy for the cogniti-
ve fusion of negative stereotypes and prejudices and
experiential avoidance, in order to reduce self-stigma
and internalized discomfort.
KeywoRds
Ageism; Age discrimination; Age Sterotypes; Re-
lational Frame Theory (RFT); Acceptance and Com-
mitment Therapy (ACT)
Correspondencia: Sonsoles Valdivia-Salas, Universidad de Zaragoza, Campus Ciudad Escolar s/n, 44003 Teruel. Email: sonsoval@unizar.es
Recibido: 01/12/2023; aceptado: 29/12/2023
70 UNA MIRADA CONTEXTUAL AL EDADISMO
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
La vejez es la última etapa del curso de la
vida; un proceso gradual que implica cambios
biológicos, siológicos, psicosociales y funcio-
nales, que pueden presentar diferencias sus-
tanciales entre unos individuos y otros, y en
el que hay una interacción dinámica continua
entre la persona y su entorno (Fernández-Ba-
llesteros, 2008).
Por tratarse de una cuestión de construc-
ción social, podemos denirla de diferentes
maneras, en función de si nos referimos a la
edad cronológica (según el número de años),
la edad siológica (relacionado con el funcio-
namiento de nuestros órganos), la edad psico-
lógica (lo que representa para cada individuo
el paso de los años) o la edad social (denida
por los roles sociales de las personas mayores
en el contexto de cada cultura o sociedad). Es
por esta razón que el concepto de vejez ha ido
variando a lo largo de la historia y en función
del contexto en el que se trate (Alvarado y Sa-
lazar, 2014; Fernández-Ballesteros, 2008; Lehr,
1980).
La Organización de las Naciones Unidas
(ONU) establece que la edad de inicio de la ve-
jez es a los 65 años en los países desarrollados
y los 60 años en los países en vías de desarro-
llo, por la diferencia en la esperanza de vida.
Por tanto, es a partir de este intervalo de edad
desde el que se comienza a denominar a este
grupo como “Personas Mayores”, habiendo re-
cibido otras designaciones que en la actuali-
dad se consideran peyorativas (p.ej. ancianos
o viejos) (EAPN, 2012).
En España estamos siendo testigos de un
crecimiento progresivo del grupo de las per-
sonas mayores; en 2022, el número de perso-
nas de 65 o más años fue de 9.063.493, lo que
suponía un 19,09 % de toda la población (INE,
2022), y de las que el 56,8% eran mujeres.
La proyección efectuada para el año 2037
(INE, 2022) señala que seguirá disminuyendo
la base de la pirámide poblacional (menores)
y se incrementará el número de personas ma-
yores, llegando a alcanzar el 26% de la pobla-
ción total. Y es que, en las últimas décadas, ha
aumentado la esperanza de vida al nacimien-
to, estimándose que en la actualidad es de 85
años en mujeres y de algo más de 79 años en
hombres.
De estos datos es importante destacar dos
fenómenos demográcos sobre el envejeci-
miento, en primer lugar, que la población ma-
yor de 80 años ha aumentado en mayor medi-
da que en otros grupos de población y, en se-
gundo lugar, que se percibe una feminización
de la vejez, al ser mayor el número de mujeres
que el de hombres (Pérez et al., 2020).
El Envejecimiento Desde Otras Perspec-
tivas: Diversidad Etaria o Heterogeneidad
Generacional
Además de esta clasicación de las perso-
nas mayores como grupo de edad mayor de
60 o 65 años”, el envejecimiento también debe
analizarse como un proceso acompañado de
múltiples vivencias personales, cambios físicos
y funcionales, modicaciones en los roles fami-
liares, sociales y laborales…
Así pues, encontramos otras formas de refe-
rirse al envejecimiento como las que se asocian
a las transiciones normativas de la vida (p.ej. la
jubilación, la viudez, el “nido vacío, etc.). Estos
eventos, que son esperados, pueden antici-
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Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
parse y no siempre tienen por qué tener con-
secuencias negativas, incluso pueden llegar a
generar efectos positivos (ocio y tiempo libre,
mayor intimidad en el domicilio) (Montorio y
Izal, 1997), dan nombre a clasicaciones como
la de los “jubilados”, viudos”, etc.
Otras clasicaciones se han realizado en
función de las teorías biológicas asociadas al
desgaste natural del organismo; de las teorías
psicológicas relacionadas con aspectos cog-
nitivos, de personalidad y de estrategias de
afrontamiento; o de las teorías sociales rela-
cionadas con las relaciones sociales y el entor-
no; todas ellas teorías en las que se tienen en
cuenta las diferentes condiciones que pueden
afectar de forma positiva o negativa al enveje-
cimiento (Alvarado y Salazar, 2014).
Todo ello sin olvidar que la vejez también es
interpretada desde la propia percepción de la
persona sobre el envejecimiento en general y
su propia vejez (Kalish,1983). Esta vivencia se
desarrolla dentro de un contexto de referencia
en el que la persona cuenta con una historia
de experiencias sobre las personas que ha vis-
to envejecer y un entorno social y cultural en
el que se desarrolla su afectividad y sus relacio-
nes sociales, en el que predominan determina-
das ideas y creencias sobre el envejecimiento
y que, además, afectan o inuyen en la idea o
la percepción sobre el propio envejecimiento
(Carbajo, 2009).
Es preciso tener en cuenta que cada con-
texto social y cultural agrupa a las personas en
función de sus características físicas, intelec-
tuales, raciales, etc., facilitando y sintetizando
el conocimiento y la información sobre los mis-
mos (Páez, 2004). Sin embargo, el carácter sim-
plicador o exagerado de estas clasicaciones,
que están basadas en creencias compartidas
y muy arraigadas, que no tienen en cuenta la
gran variabilidad y heterogeneidad que exis-
te entre las personas mayores y que tienen un
carácter justicador y racionalizador, puede in-
uir sobre la actitud que se mantiene con este
grupo social (Morales, 1994) y puede desem-
bocar en la generalización sobre unas caracte-
rísticas negativas o juicios sociales.
En este sentido, se asumen, como ciertas,
características comunes e interpretaciones
erróneas, estereotipadas o sesgadas sobre el
envejecimiento que pueden llevar a asumir
una imagen distorsionada y discriminatoria de
la vejez (Levy, 2003; Levy y Apriceno, 2019) y
que, aunque no se tengan pruebas o se tengan
pruebas de lo contrario, se aceptan como ver-
daderas (como p.ej. considerar que las perso-
nas mayores ya no aportan nada a la sociedad
y, sin embargo, son la alternativa para muchas
familias en el cuidado de los nietos). De hecho,
en la actualidad, a las personas mayores, que
en otras épocas y culturas han sido considera-
das como fuente de sabiduría y cohesión fami-
liar, se les asignan características asociadas a
la lentitud, la inutilidad, la fealdad, la rigidez o
la improductividad (Gómez, 2013; Instituto de
Mayores y Servicios Sociales, 2011).
A estas connotaciones negativas que se
asocian a la vejez se le conoce como “Edadis-
mo (RAE, 2022) (Ageism en inglés; término
acuñado por Butler, 1969), que hace referencia
a la discriminación por cuestiones de edad, y
lleva a considerar como ciertos los mitos, ro-
les, prejuicios y estereotipos que se asocian a
la vejez.
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Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
Percepción, Evaluación e Imagen De Las
Personas Mayores
Es importante hacer referencia a diferentes
términos que se irán utilizando en el texto que,
si bien no tienen la misma signicación, repre-
sentan el concepto más amplio al que quere-
mos referirnos, la imagen negativa de la vejez.
Estigma, estereotipo, prejuicio y discrimina-
ción son términos que están relacionados en-
tre sí y que precisan una mirada holística para
abordarlos desde una situación que es de gran
complejidad (Campos-Arias y Herazo, 2015).
El sociólogo Goman (1963), el psicólogo
Allport (1971) o el antropólogo Jones (1984),
entre otros, hacen referencia al estigma como
aquellas características o cualidades indesea-
bles que otorgan una identidad social de un
grupo a una persona particular. Otros autores
como Crocker et al (1998) señalan que dichos
atributos conllevan la devaluación de su iden-
tidad social en un contexto social. El estigma
representaría una experiencia de rechazo por
parte del entorno social a un grupo determina-
do de personas a las que se le han asociado ca-
racterísticas negativas y en el caso de las per-
sonas mayores, el rechazo vendría dado por las
interpretaciones negativas que nuestra cultura
ha asociado al envejecimiento. El autoestigma
implicaría la interiorización de dichas actitudes
negativas y la devaluación social por parte de
la propia persona mayor, pudiendo describirse
como “vergüenza, pensamientos evaluativos y
miedo a comprobar la veracidad del estigma
que resulta de una identicación individual
con el estigma grupal y que sirve como barrera
para conseguir los objetivos vitales (Luoma et
al., 2008, p. 150).
Los estigmas tienen tres manifestaciones
en el contexto social: (1) los estereotipos, que
son la representación cognitiva de un grupo y
facilitan la asignación de características parti-
culares a los miembros del grupo; (2) los prejui-
cios, o actitud ante los estereotipos, se reeren
al aspecto afectivo positivo o negativo de los
estereotipos; y (3) la discriminación, que es la
acción o conducta derivada de los prejuicios y
estereotipos (López et al., 2008; Smith, 2006).
Por su parte, el estigma se maniesta me-
diante etiquetas verbales que nos permiten
diferenciarnos y alejarnos de todas las caracte-
rísticas y atribuciones negativas que hacemos
a los otros (Arnaiz y Uriarte, 2006), implicando
una separación entre el nosotros” y el ellos”
mediante el uso del lenguaje, todo ello en un
contexto en el que envejecer debería ser con-
siderado como un logro personal y social. Sin
embargo, tendemos a alejarnos, emocional y
cognitivamente, de estas etiquetas verbales
que generalizan sobre un envejecimiento inca-
pacitante y en declive (de “los otros”), hasta el
momento en el que nos apropiamos de dichas
etiquetas y las hacemos “nuestras” (cuando va-
mos acercándonos al envejecimiento y pasa-
mos a formar parte de un nuevo grupo, el de
las personas mayores), dando paso, en la ma-
yoría de los casos, a la aceptación de dichas ca-
racterísticas y atribuciones y la internalización
de los estereotipos (Sousa et al., 2008).
Con el interés de dar respuesta a la razón por
la que los individuos internalizan las creencias
negativas sobre la vejez, Levy y Banaji (2002)
hacen referencia al edadismo implícito, creen-
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ALEJANDRA CHULIÁN • MARISA PÁEZ • SONSOLES VALDIVIA-SALAS
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
cias que no son conscientes pero que se trans-
miten con naturalidad y con poca oposición.
Señalan que la cognición social implícita sobre
el envejecimiento comienza de forma explíci-
ta requiriendo al inicio unos pensamientos y
sentimientos conscientes que posteriormen-
te se automatizan. En ocasiones se adquieren
por la experiencia personal con personas ma-
yores, por la experiencia de otros o por otros
medios (cuentos, televisión, etc.) que exponen
de forma reiterada los estereotipos negativos
y que van generando y fortaleciendo los es-
tereotipos implícitos. Además, la evidencia
contradictoria, aquella que contrasta con los
estereotipos negativos (p.ej., haber tenido un
abuelo deportista) no debilitan la fortaleza
de los estereotipos implícitos (Melero y Buz,
2005). Otras razones para la internalización de
los estereotipos edadistas son la protección o
defensa de las propias creencias frente a otras
opuestas (Melero y Buz, 2005), y el hecho de
que la discriminación hacia las personas ma-
yores no recibe un rechazo o manifestaciones
explícitas en contra de la misma y, cuando las
hay, suele ser en referencia a la protección y
cuidado (Iacub y Arias, 2010).
A este respecto, Kornadt y Rothermund
(2015) sugieren que las opiniones de las perso-
nas mayores sobre el envejecimiento son más
diferenciadas y menos extremas durante la
vejez, al ir incorporando experiencias persona-
les a medida que la persona va envejeciendo
y que contrastan con los estereotipos nega-
tivos. Donizzetti (2019) indica que durante la
vejez se produce una disminución de la ansie-
dad que tienen los jóvenes a envejecer (temor
a las transformaciones físicas y a la cercanía a
la muerte), pero aumentan los prejuicios y los
estereotipos. Sin embargo, von Hippel et al.
(2000) señalan que existen más estereotipos
relacionados con los décits cognitivos en el
grupo de personas mayores y presentan ma-
yores dicultades para inhibir dichos estereoti-
pos al exigir un continuo esfuerzo para ir contra
estas creencias tan arraigadas históricamente.
En esta dicotomía, Sousa et al. (2008) distin-
guen que las personas muy mayores pueden
tener una imagen más negativa de la vejez al
comparar su estado actual con otras fases de
su vida, mientras que las personas adultas en
proceso de entrar en la etapa de la vejez se
sienten más competentes y maduros que en
épocas más jóvenes y valoran positivamente
el envejecimiento.
Consecuencias De Una Imagen Negativa
De La Vejez
La imagen negativa y peyorativa de la vejez
tiene consecuencias que afectan a la vivencia
de la vejez y contribuyen a la elaboración de
ideas en torno las pérdidas y el declive perso-
nal más que a las ganancias que conlleva la ve-
jez (Iacub y Arias, 2010; Wurm et al., 2017).
Múltiples estudios han encontrado que la
internalización de esta imagen negativa so-
bre la vejez puede afectar a la autoestima, la
conanza interpersonal, la estabilidad emo-
cional y alterar el comportamiento (Marquet
et al., 2016). Así mismo, puede inuir en las
estrategias de afrontamiento que emplean
(Barranquero y Ausín, 2019; González et al.,
2023), afectar al rendimiento en tareas de ra-
zonamiento lógico y memoria operativa (Levy,
2003; Swift et al., 2013) e incrementar el riesgo
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Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
de enfermedades crónicas, de aislamiento so-
cial y de mortalidad (Allen, 2016; Kotter, 2015;
Levy, 2009; Wurm et al., 2017). Y es que, como
señala Gómez (2013), “una persona cuya iden-
tidad no es valorada socialmente, es una per-
sona que termina por abandonarse (p. 95).
De acuerdo a esta evidencia, la OMS (2021)
alerta que una percepción negativa de la vejez
inuye en la salud, la longevidad y el bienestar
(emocional, social, físico y económico) de las
propias personas mayores, afectando también
su relación con otras generaciones.
En el sentido contrario, las actitudes positi-
vas hacia el envejecimiento (asociadas a mayor
sabiduría, ternura, experiencia, generosidad,
tiempo y libertad para hacer cosas, etc.) pa-
recen estar relacionadas con un aumento del
bienestar y la satisfacción con la vida (Faudzi
et al., 2019), así como con la mejora en el des-
empeño en tareas cognitivas, en el compor-
tamiento y en la salud, de forma inconsciente
(Levy y Banaji, 2002).
La correlación entre calidad de vida y per-
cepción de la vejez ha sido ampliamente estu-
diada, encontrándose que la autopercepción
positiva del envejecimiento tiene efectos fa-
vorables en el comportamiento y el cuidado
de la propia salud, lo cual lleva a una mejor
percepción de la calidad de vida (Fernández-
Ballesteros et al, 2005); y esta relación es aún
más clara cuando la persona se implica en ac-
tividades con signicado o valor personal (Luo
et al., 2023).
En la revisión sistemática llevada a cabo por
Kang y Kim (2022) se analizaron las variables
protectoras del bienestar psicológico en los
mayores que sufrían discriminación por edad.
Concluyeron que estaban más protegidas las
personas que estaban orgullosas de formar
parte del grupo de mayores, que experimen-
taban menos emociones negativas (tristeza,
humillación vergüenza, desánimo), que consi-
deraban positivo el proceso de envejecimiento
y tenían una visión positiva de su futuro, y que
tenían mayor estima a su físico y altos niveles
de ajuste exible sobre sus objetivos perso-
nales. Por el contrario, la falta de apoyo social
percibido (incluso la expectativa de necesidad
de apoyo social) y verse expuesto a estereoti-
pos negativos predicen signicativamente la
ansiedad hacia el envejecimiento, diculta el
desarrollo de actividades de la vida diaria, el
autocuidado y afecta a la posibilidad de tener
una muerte prematura (Ramírez y Palacios-Es-
pinosa, 2016).
Depla et al. (2005), sin embargo, hacen una
especicación al respecto, señalando que la
calidad de vida no se vería afectada por la in-
tegración social o participación social activa,
sino por la falta de integración psicológica o
participación psicológica en el contexto social.
De hecho, la estigmatización puede llegar a
hacer que la persona se aleje o evite los con-
tactos sociales, con el n de evitar el riesgo de
ser rechazados o discriminados.
Intervenir Sobre El Estigma Para Mejorar
La Calidad De Vida
En la II Asamblea Mundial sobre el Enveje-
cimiento (ONU, 2002) se propuso el fomento
de actuaciones para promover la salud y el
bienestar en la vejez, para protegerla y para
dotarla de recursos orientados a apoyar las
necesidades propias de la vejez y el desarrollo
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ALEJANDRA CHULIÁN • MARISA PÁEZ • SONSOLES VALDIVIA-SALAS
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
personal de los mayores. Posteriormente, la
Asamblea General de las Naciones Unidas de-
claró el periodo 2021-2030 como la Década del
Envejecimiento Saludable, con el n de llevar
a cabo una acción colaborativa y colectiva en
cuatro esferas: (1) cambiar nuestra forma de
pensar, sentir y actuar en relación con la edad
y el edadismo; (2) desarrollar las comunidades
de forma que se fomenten las capacidades de
las personas mayores; (3) prestar servicios de
atención integrada y atención primaria de sa-
lud centrados en la persona, que respondan
a las necesidades de las personas mayores; y
(4) proporcionar acceso a la asistencia a largo
plazo a las personas mayores que la necesiten
(OMS, 2021).
Con respecto a la primera de estas esferas,
hasta el momento se han propuesto diversas
intervenciones con el n de reducir el eda-
dismo. Estas intervenciones han contado con
algunas dicultades tales como la heteroge-
neidad del grupo de personas mayores, con
personas que se ajustan, en algunos casos
más y en otros menos, al estereotipo y que
presentan diferentes capacidades físicas, cog-
nitivas, sociales y económicas; la existencia de
intragrupos bien diferenciados (personas de
60 años jubilados o en edad de jubilarse, 70-
80 años, 80-90 años o más de 90 años); y una
fuerte e inevitable presencia estereotipada en
los medios de comunicación (prensa, literatu-
ra, películas, series y dibujos infantiles, etc) (Vi-
lardaga, 2012).
No obstante, Chonody (2015) recogió un
total de 58 estudios que realizaban interven-
ciones en adultos jóvenes para reducir el eda-
dismo. Estas intervenciones eran fundamen-
talmente de dos tipos: por un lado, de tipo
educativo, para incrementar el conocimiento
sobre la vejez y mejorar la actitud hacia las
personas mayores; por otro lado, actividades
experienciales intergeneracionales tipo apren-
dizaje-servicio o similar. En líneas generales,
se observó que estas últimas podían mejorar
las actitudes de estudiantes de trabajo social
y medicina hacia las personas mayores, pero
no su interés por la práctica de la gerontolo-
gía (Chonody, 2015). En un meta-análisis pos-
terior sobre la ecacia de las intervenciones
educativas, de las intergeneracionales y de la
combinación de ambas, Burnes et al. (2019)
concluyeron que los tres tipos de intervencio-
nes reducían signicativamente los niveles de
edadismo, especialmente en mujeres y entre
los grupos educativos de adolescentes y adul-
tos más jóvenes.
Otras intervenciones se han dirigido más al
autoestigma y han girado en torno al entrena-
miento de estrategias de afrontamiento para
reducir el malestar durante el envejecimiento
y fomentar actitudes positivas hacia el mismo
(González et al., 2023); y sobre la educación
para un envejecimiento positivo, el manejo
emocional, la conanza en el propio cuerpo y
establecimiento de objetivos exibles (Kang y
Kim, 2022).
También se han llevado a cabo acciones
contra los estereotipos relacionados con la
edad en profesionales de la salud y la educa-
ción, como el programa PEACE de Levy (2016)
o el programa Acompaña-té de Lorente et al
(2020), con el n de actuar sobre las limitacio-
nes en la toma de decisiones o en las inter-
venciones profesionales que puedan surgir a
76 UNA MIRADA CONTEXTUAL AL EDADISMO
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
consecuencia de los estereotipos positivos y
negativos sobre las personas mayores.
El Estigma Desde El Marco Teórico Del
Contextualismo Funcional y La Teoría del
Marco Relacional
La mirada contextual al edadismo implica
situar el foco de atención en la diferencia entre
lo que se piensa y lo que se hace. En el caso
del edadismo, lo que se piensa hace referencia
a los conceptos que se han desarrollado en la
primera parte de este trabajo, a saber, creen-
cias negativas sobre la vejez, imagen estereo-
tipada, etc. Lo que se hace, por su parte, se re-
ere a todo lo que una persona que piensa de
manera estereotipada hacia la vejez hace con
las personas mayores y a cómo se prepara a
sí misma para la vejez. Esta diferencia parece
obvia, sin embargo, suele pasar desapercibida
hasta el punto, en ocasiones, de asumir que si
se piensa de manera estereotipada (p.ej., ya soy
viejo, valgo para poco) entonces se actuará de
manera estereotipada (p.ej. desapareciendo
de la vida social, desatendiendo el aspecto físi-
co, desatendiendo los gustos y aciones, etc.).
El contextualismo (funcional) asume que la
relación entre pensar y actuar es arbitraria o
aprendida, en ningún caso automática. Y esto
signica que se puede pensar de manera ne-
gativa sobre la vejez y no actuar hacia las per-
sonas mayores (o hacia uno mismo mayor) de
manera discriminatoria; también signica que
cuando la relación entre el pensamiento eda-
dista (p.ej., estereotipos, imagen negativa) y la
conducta edadista (p.ej., discriminación) se ha
aprendido, se puede re-aprender, como vere-
mos más adelante (para un análisis similar en
casos de discriminación por motivos de raza
y origen étnico, género, trastornos mentales
graves, problemas psicológicos, adicciones,
enfermedad de VIH, obesidad, anorexia, ver
Farrell et al, 2023; Hayes y Levin, 2012; Lillis y
Hayes, 2007; Luoma y Platt, 2015; Masuda et al,
2007; Vilardaga, 2012; Weinstein et al., 2008).
De hecho, la visión negativa y estereotipada
de la vejez es inevitable en un contexto social
y cultural de pleno culto a la juventud y a unos
estándares muy limitados de belleza (Bravo-
Segal, 2018). Desde el punto de vista contex-
tual, los principios a la base de la prevalencia
de los estereotipos, en este caso sobre la ve-
jez, están recogidos en la denominada Teoría
del Marco Relacional (Relational Frame Theory,
RFT por sus siglas en inglés; Hayes et al, 2001),
una teoría post-skinneriana sobre el lenguaje y
la cognición, que se ha utilizado para explicar
diversos fenómenos psicológicos. Una presen-
tación detallada de la RFT excede los objetivos
del presente artículo, así que solo abordare-
mos los aspectos clave y cómo se aplicarían
para entender el edadismo. Las personas in-
teresadas en una descripción más detallada
pueden consultar (Hayes et al., 2001; Torneke,
2010; Valdivia-Salas y Páez, 2019).
Primero: Las Claves Relacionales
Para poder generar y verse afectado por es-
tereotipos, se requieren varias habilidades, en-
tre ellas, la de responder a claves relacionales o
enmarcar. En el caso especíco del edadismo,
como ejemplo de categorización social, son
especialmente relevantes los enmarques que
implican pertenencia y jerarquía, como “for-
77
ALEJANDRA CHULIÁN • MARISA PÁEZ • SONSOLES VALDIVIA-SALAS
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
ma parte de, es parte de”, “incluye, “integra” o
equivalentes (Weinstein et al., 2008).
Responder a claves relacionales ocurre des-
de muy pronto en el desarrollo evolutivo de
la persona y es el resultado de un proceso de
abstracción en el que, a través de múltiples
ejemplos en las constantes interacciones de
los adultos con el niño, la clave relacional está
siempre presente en una diversidad amplia de
escenarios (Luciano et al., 2009). Las contin-
gencias provistas por el entorno seleccionan la
abstracción de las claves que se muestran en
la Tabla 1. Esta tabla también muestra algunas
armaciones típicas sobre la vejez que reejan
diferentes enmarques.
La abstracción de claves relacionales tiene
varias consecuencias interesantes. Por un lado,
una vez que las claves se abstraen, su función
se independiza de los escenarios que se utili-
zaron para entrenarla. Como consecuencia,
ahora pueden usarse para relacionar cualquier
par de estímulos (p.ej., “¿en qué se parecen la
vejez y el vuelo de un avión?”), y para entender
y crear escenarios arbitrarios (p.ej., la vida des-
pués de la muerte”). En otras palabras, enmar-
car se convierte en una operante generalizada.
Y esto signica que una vez que aprendemos
a enmarcar, ya no podemos dejar de hacerlo,
a no ser que una lesión lo impida. La segunda
consecuencia de la abstracción de claves rela-
cionales es la transformación de funciones.
Segundo: La Transformación De Funciones
La transformación de funciones es la pro-
piedad de la respuesta relacional que nos per-
mite aprender, sacar conclusiones, relacionar-
nos con los estímulos sin experimentarlos. Por
ejemplo, decir el cuchillo es peligroso, puede
establecer las propiedades aversivas del cuchi-
llo sin necesidad de experimentar un corte, el
dolor, la sangre; decir este problema se resuel-
ve igual que el que acabamos de hacer” puede
ahorrarnos el tiempo y esfuerzo del ensayo y
error; y decir cuidado con este chico, me re-
cuerda a tu ex” puede rebajar el atractivo del
chico incluso antes de tener ningún tipo de
contacto directo con él. Desde el punto de vis-
ta contextual, la habilidad de enmarcar relacio-
nalmente estaría a la base de la categorización
y el estigma social (Hayes et al., 2001; Navarro
Tabla 1
Enmarques y claves relacionales en armaciones edadistas
Enmarques Claves relacionales Armaciones edadistas
Coordinación es; es igual que; es como. La vejez es como una or que se marchita
Oposición lo contrario de; lo opuesto a Juventud, divino tesoro
Diferencia no es; es diferente a. Esto no está hecho para mayores
Comparación más que; menos que; mejor que; peor que. Más sabe el diablo por viejo que por diablo
Condicional/causal si… entonces; para; porque; como resultado;
debido a.
¿Que aún conduces?¿ pero no estabas
jubilado?
Temporal ahora vs antes vs después. Bien con treinta años, ahora…
Espacial aquí vs allí. La vejez es para estar donde están los hijos
Jerárquico forma parte de; es parte de; integra; incluye. Categorías como: tercera edad, vejez, IM-
SERSO, jubilados, abuelos
Deíctico combinación de yo vs tú; aquí vs allí; ahora
vs entonces.
Ay si esta época me hubiera pillado más jo-
ven…
78 UNA MIRADA CONTEXTUAL AL EDADISMO
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
y Trigueros, 2021; Vilargada, 2018; Weinstein
et al., 2008) y por tanto explicaría algunas de
sus características. La categorización social nos
permite hacer inferencias rápidas sobre per-
sonas y grupos sociales, de diversas maneras,
por ejemplo, inuyendo en nuestro recuerdo
de información relevante, cómo interpretamos
el comportamiento de una persona, e incluso
cómo evaluamos su idoneidad para roles par-
ticulares (Farrel, 2023).
Según la RFT, las funciones de los estímu-
los pueden transformarse según el tipo de re-
lación arbitraria que se establezca entre ellos.
Por ejemplo, mensajes extendidos como “los
jóvenes son fuertes y se comen el mundo y
las connotaciones positivas que tiene esta
armación, pueden generar, por derivación,
pensamientos del tipo “los mayores son débi-
les y tienen una existencia pasiva, “la tercera
edad es aburrida “al anciano no le queda más
que esperar y emociones de connotación ne-
gativa. Para que se produzca esta derivación
de pensamientos y emociones, es probable la
intervención de claves de equivalencia, oposi-
ción, y jerarquía, tal y como se muestra en las
tablas 2 y 3.
Como hemos señalado anteriormente, la
habilidad de enmarcar relacionalmente es una
operante generalizada, de orden superior, y
como tal, una vez establecida se ve poco in-
uenciada por las contingencias directas. Esto
signica que los pensamientos y emociones
que experimentamos por derivación son re-
sistentes al cambio mediante el contacto di-
recto con el objeto (Masuda et al., 2009). Esta
resistencia al cambio se observa, por ejemplo,
cuando la evidencia de personas mayores te-
niendo una vida activa en lo social y lo per-
sonal no altera el estereotipo o la derivación
que hacemos sobre una persona solo por ca-
tegorizarla como “persona mayor. Por decirlo
de alguna manera, es como si la habilidad de
Tabla 2
Posibles enmarques sobre la jubilación como inicio de la vejez y los pensamientos y sensaciones
que se derivan
Lo que oye “Los jóvenes son fuertes y se comen el mundo”
“La vejez empieza con la jubilación
Posibles enmarques que
se actualizan cuando una
persona se acaba de ju-
bilar
Jóvenes
Jubilación
Yo
Yo
OPOSICIÓN
SI ENTONCES
COORDINACIÓN/
DEÍCTICO
JERARQUÍA
(forma parte de,
Soy miembro)
Jóvenes-Viejos
Jubilación - Vejez
Yo- Recién jubilado
Yo - “Viejo
Posibles derivaciones
(pensamientos)
Los viejos son débiles y ya sólo les queda descansar
Ya soy viejo y no valgo para nada
Me toca mirar y admirar cómo los jóvenes se comen el mundo
Comienzo a ser una carga, un estorbo
Ya no puedo con mi cuerpo, voy lento
Posibles derivaciones
(sentimientos)
Apatía
Miedo
Vergüenza
Añoranza/pena/melancolía
79
ALEJANDRA CHULIÁN • MARISA PÁEZ • SONSOLES VALDIVIA-SALAS
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
enmarcar hiciera que no nos relacionáramos
con la persona como tal (con lo que hace en sí
mismo) sino con las propiedades transforma-
das de lo que hace (transformadas por ser una
persona mayor”). Por ejemplo, la habilidad re-
lacional podría hacernos sentir compasión por
una insolencia de una persona mayor (insolen-
cia que nos haría sentir mucha rabia y ninguna
compasión si viniera de una persona joven); o
miedo a una posible demencia ante un des-
piste de una persona mayor (despiste que no
nos generaría ninguna preocupación si lo co-
metiera una persona joven). En resumen, la ha-
bilidad relacional transforma las funciones de
lo que las personas mayores hacen en base a
categorizarlos como miembros de la categoría
“tercera edad” y en base a las funciones que la
categoría “tercera edad” tiene en un contexto
social particular. De acuerdo a esto, autores
como Masuda et al. (2012) sugieren que cual-
quier intervención en el ámbito del estigma, la
categorización social y los estereotipos debe-
ría focalizarse en los procesos verbales implica-
dos en la conducta estereotipada más que en
el cambio del estereotipo en sí mismo.
Tercero: La Regulación Del Comportamiento
Igual que aprendemos a utilizar claves re-
lacionales y generamos contenidos por deri-
vación, aprendemos a comportarnos de una
manera u otra en respuesta a dichos conte-
nidos. Muy brevemente, hay dos maneras de
responder: una es fusionada a dichas propie-
dades transformadas (p. ej., “si está jubilado,
será más lento, por tanto, no voy a encargarle
el trabajo”) y la otra es de-fusionada de dichas
propiedades, o tomando perspectiva con res-
pecto a ellas y eligiendo hacer en función de
otras variables (p. ej., “si está jubilado será más
lento. Igualmente voy a encargarle el trabajo
Tabla 3
Posibles enmarques sobre la jubilación como inicio de la vejez y los pensamientos y sensaciones
que se derivan
Lo que oye
“La jubilación es para descansar”
“Ya has hecho mucho en la vida, ahora te toca vivir con tranquilidad”
Ahora hay que dejar paso a los jóvenes
Posibles enmarques que
se actualizan cuando una
persona se acaba de ju-
bilar
Jubilación
Jubilación
Jubilación
Yo
Yo
OPOSICIÓN
SI ENTONCES
TEMPORAL
COORDINACIÓN/
DEÍCTICO
JERARQUÍA
(forma parte de,
Soy miembro)
Jubilación - Actividad
Jubilación - Descansar, no
hacer nada
Antes: Valor profesional
Ahora: Carga social
Yo - Ocioso, aburrido
Yo - “jubilado”
Posibles derivaciones
(pensamientos)
Los jubilados ya no sirven para nada, ya lo han hecho todo en la vida
No se valora a las personas por su experiencia, sólo por su edad
¿Qué voy a hacer si estoy jubilado?
Posibles derivaciones
(sentimientos)
Apatía;
miedo;
vergüenza;
añoranza/pena/melancolía
80 UNA MIRADA CONTEXTUAL AL EDADISMO
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
precisamente para que no pierda habilida-
des”). Desde el punto de vista de la RFT, la dis-
criminación no está en derivar que la persona
mayor es lenta -eso es inevitable si lo enmar-
camos como miembro de la categoría “jubila-
do. La discriminación está en responder a esa
derivación de manera literal o fusionada, por-
que esa respuesta fusionada es la que deja la
persona mayor sin oportunidades y fuera de
la vida. Responder de manera fusionada es lo
que se ha denominado inexibilidad psico-
lógica (IP; Bond et al. 2011; Levin et al. 2014;
Luciano, 2016).
La investigación ha mostrado que la IP es
un constructo de orden superior que incluye
dos repertorios: la fusión cognitiva y la evita-
ción experiencial (Valdivia-Salas et al., 2017).
La fusión cognitiva, o literalidad, favorecería
el enredamiento verbal con los juicios y valo-
raciones que se derivan al enmarcar un hecho
en la categoría “persona mayor” (Márquez,
2016). Este enredamiento sería la identica-
ción con los contenidos derivados, asumién-
dolos como ciertos y respondiendo a ellos
como si fueran buenas razones para actuar.
Por ejemplo, ante la regla verbal: “las personas
mayores ya no pueden aprender cosas nue-
vas”, una persona mayor podría derivar: “no
voy a ser capaz de aprender idiomas nuevos”,
sentir malestar o desánimo ante la realización
de esa tarea y actuar en consecuencia, a sa-
ber, rechazando la invitación a aprender un
nuevo idioma en el centro de mayores al que
acude normalmente. Responder literalmente
al contenido que se deriva hace más proba-
ble la evitación experiencial, que consistiría
en actuar bajo control (únicamente) del con-
tenido derivado, ya sea un pensamiento, una
emoción, una expectativa, o todo junto, con
el propósito de eliminarlo o reducir su impac-
to emocional.
Una persona con tendencia a la inexibili-
dad psicológica que se acercara a la edad de
jubilación podría experimentar las derivacio-
nes propias de enmarcarse en coordinación
con la categoría persona mayor” (p.ej., des-
ánimo, dudas ante un futuro desconocido;
miedo al paso del tiempo, miedo a las pérdi-
das, pensamientos del tipo “las personas ma-
yores no valen para nada, son una carga para
la sociedad”, están enfermos y desmemoria-
dos”, etc.). Y estas derivaciones podrían tomar
el control de sus acciones en detrimento de
otras variables de control, como su buen es-
tado de salud física y cognitiva, sus buenas re-
laciones sociales, su buen estatus económico,
etc. El resultado sería una persona que em-
pieza a comportarse de acuerdo a lo que se
espera de las “personas mayores, a pesar del
impacto negativo que esto pueda tener en el
cuidado de su salud, en sus relaciones perso-
nales, en su crecimiento personal y, en deni-
tiva, en su calidad de vida y satisfacción vital.
Diversos estudios han conrmado la relación
entre la inexibilidad psicológica y el estigma
(Kraft et al., 2017) así como la relación entre la
inexibilidad psicológica con pensamientos
estigmatizantes y el malestar personal (Tri-
gueros et al., 2020; Valdivia-Salas et al., 2021),
proponiendo la exibilidad psicológica como
factor protector (Kraft et al., 2017).
La exibilidad psicológica con respecto a
las derivaciones edadistas haría referencia a
la habilidad de (1) notar dichas derivaciones
81
ALEJANDRA CHULIÁN • MARISA PÁEZ • SONSOLES VALDIVIA-SALAS
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
con perspectiva, esto es, estableciendo una
diferencia entre las derivaciones (yo-conteni-
do) y la persona que las tiene (yo-contexto), y
(2) elegir un curso de acción alineado con los
aspectos que la persona valora, ya sea en el
cuidado y mantenimiento de su salud, de su
vida social, de sus gustos y aciones, etc. No
en vano, el entrenamiento en exibilidad psi-
cológica se ha relacionado con un incremen-
to en el optimismo, más y mejor expresión de
emociones positivas (menos de las negativas),
relaciones más cercanas con otros, menos sin-
tomatología depresiva, y mayor autoestima y
bienestar informados (Ruiz, 2010).
No obstante, Butler y Ciarrochi (2007) ya
alertaron de la escasa evidencia cientíca so-
bre el vínculo entre la exibilidad psicológica
con respecto a los cambios que se producen
durante el envejecimiento y la calidad de
vida en las personas mayores. En su estudio,
realizado con más de 180 personas mayores,
encontraron que tener un buen conocimien-
to sobre la vejez y disfrutar de las actividades
que realizaban correlacionaba positivamente
con mayor satisfacción vital. Destacaron como
factor de interés la capacidad de adaptación a
los cambios, sugiriendo que esta adaptación
podía estar relacionada con la exibilidad psi-
cológica ante los sentimientos y pensamien-
tos desagradables resultado de las mermas
propias de la vejez. En denitiva, concluyeron
que las personas mayores que respondían a
los cambios propios de la vejez con exibili-
dad psicológica tenían mejor calidad de vida,
incluso ante problemas objetivos que afecta-
ban a su salud.
Alternativa Terapéutica Al Edadismo
Desde La Perspectiva Contextual
Navarro (2020), ha señalado recientemente
que los resultados de las intervenciones cuyo
objetivo se ha centrado en el cambio cogni-
tivo han tenido un efecto limitado, lo que ha
dicultado el desarrollo de estándares de pro-
gramas antiestigma. Consecuentemente, pro-
pone que se continúe investigando en el de-
sarrollo de modelos de exibilidad psicológica
que permitan abordar el problema.
Como hemos señalado, la exibilidad psico-
lógica se considera pieza clave en el funciona-
miento social y personal saludable, permitien-
do a la persona dejarse guiar en sus decisiones
y acciones por lo que le importa a la larga. Esto
es, en lugar de cambiar la tendencia (a veces
inevitable) al pensamiento edadista, el mode-
lo contextual propone enseñar a la persona a
actuar de acuerdo a direcciones de valor per-
sonal –en términos coloquiales, mirando a la
larga, y a dejar de actuar de acuerdo al con-
tenido literal del pensamiento edadista. Esto
se ha desarrollado ampliamente en la Terapia
de Aceptación y Compromiso (Acceptance and
Commitment Therapy, ACT por sus siglas en in-
glés; Hayes et al, 1999).
El potencial de ACT para reducir los efectos
de los prejuicios, reside en que: a) normaliza e
incrementa la conciencia de la persona sobre
sus niveles de estigma y prejuicio; b) ayuda a
aceptar tales estereotipos enfatizando el he-
cho de que son el resultado de nuestra histo-
ria de aprendizaje en interacción con nuestro
entorno físico y cultural; c) fomenta la auto-
conciencia de las derivaciones estereotipadas
automáticas; y d) orienta a la persona hacia la
82 UNA MIRADA CONTEXTUAL AL EDADISMO
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
ejecución de conductas que sean acordes con
sus valores genuinos (Vilardaga, 2018).
Muy brevemente, aplicada al edadismo,
ACT trabajaría con los eventos privados eda-
distas (pensamientos sobre lo que se puede o
no hacer en la vejez, emociones que producen
las pérdidas, sensaciones corporales asociadas
a la edad, recuerdos de un pasado mejor, ex-
pectativas de un futuro decrépito, etc.) en el
momento presente, por lo que la persona que
envejece podría tomar conciencia de la exis-
tencia de dichos eventos privados. Además, se
invitaría a la persona a contactar con los efec-
tos de la falsa literalidad de dichos eventos
para exibilizar su reacción al posible malestar
que pudieran producirle. Finalmente, pero no
menos importante, la conciencia de los con-
tenidos privados edadistas y la exibilización
de las reacciones a dichos contenidos, estarían
orientados a fomentar en la persona acciones
en dirección valiosa, independientemente de
su edad y de las creencias que tengan sobre
cómo debe ser, sentir o comportarse una per-
sona mayor (Hayes et al., 1999).
En línea con lo anterior, estudios recientes
muestran la importancia de propiciar acciones
o actividades que estén relacionadas con un
propósito de vida o que tengan un signica-
do especial para la persona porque producen
mayor salud física y emocional y, por tanto, el
bienestar y la calidad de vida se ven mejorados
(Owen et al, 2021).
La evidencia de ACT en la intervención con
personas mayores en población no clínica es
escasa pero prometedora.
Con el objetivo de determinar la ecacia de
la ACT en la mejora de la calidad del sueño, la
resiliencia y la ansiedad ante la muerte, Hajat-
nia et al (2023) realizaron un diseño cuasiexpe-
rimental pretest-postest (y seguimiento a los
dos meses) con un grupo control y un grupo
experimental (9 sesiones de intervención con
ACT) de 15 personas mayores en cada uno. Los
resultados del estudio muestran que la satis-
facción interna, la autoecacia y la conanza
en sí mismos aumentan con la ACT, así como
la resiliencia ante circunstancias estresantes
y el mantenimiento de las conductas de au-
tocuidado y reducción de la ansiedad ante la
muerte.
Resultados similares se obtuvieron en el es-
tudio realizado por Hajatpour y Haroon (2021).
Estos autores llevaron a cabo un estudio cua-
siexperimental pretest-postest con un grupo
control y un grupo experimental (recibieron 8
sesiones de 90 minutos de ACT) de 15 perso-
nas en cada grupo, vericando la ecacia de la
ACT al reducirse las creencias irracionales y las
actitudes negativas hacia la muerte. Otro es-
tudio cuasi-experimental pretest-postest que
mostró buenos resultados en la aplicación de
ACT fue el llevado a cabo por Mahmoudpour
et al. (2023) con un grupo control y un grupo
experimental de 30 personas mayores que pa-
decían el Síndrome del Nido Vacío. El grupo
experimental que recibió ACT acudió a 8 sesio-
nes, con el resultado de la mejora de la exibi-
lidad cognitiva y la regulación emocional, así
como un impacto positivo en su salud psicoló-
gica y bienestar emocional.
Otro artículo reciente es el de Lester y Mu-
rrell (2021) en el que exploran la ecacia de
ACT y mindfulness para reducir las actitudes
negativas en personas mayores y en jóvenes.
83
ALEJANDRA CHULIÁN • MARISA PÁEZ • SONSOLES VALDIVIA-SALAS
Análisis y Modicación de Conducta, 2024, vol. 50, nº 182
En cada grupo de edad había 60 experimen-
tales y 60 controles (en total 240 participan-
tes). Los grupos experimentales escucharon
un audio que guiaba un ejercicio experiencial
sobre la vivencia de sus valores. Los resultados
fueron más positivos en el grupo experimen-
tal de adultos jóvenes, por lo que los autores
reexionan sobre los benecios de trabajar las
actitudes negativas lo antes posible con el n
de reducir la discriminación por edad y mejo-
rar las expectativas de un envejecimiento sa-
ludable.
Finalmente, hacemos mención al estudio de
Murphy et al. (2023) en el que se llevó a cabo
una intervención de 6 sesiones por Zoom para
reducir la discriminación por edad internaliza-
da. Esta intervención consistía en educación,
ACT y reentrenamiento atribucional. Conta-
ron con una muestra de 81 personas mayores
de 55 años y observaron una reducción de la
discriminación por edad internalizada y por el
envejecimiento en general, mayor conciencia
de la discriminación internalizada y mayor ca-
pacidad para recuperarse ante el impacto de
estas creencias.
Consideraciones Finales
La mirada contextual al edadismo es re-
ciente y se está desarrollando en la misma lí-
nea que con otros contenidos estigmatizantes
(sexo, raza, identidad de género, etc.). Aunque
la evidencia empírica es escasa, los resultados
parecen apoyar los benecios de centrar las
intervenciones en el fomento de la exibilidad
psicológica, esto es, de la regulación de la con-
ducta edadista y no tanto en la modicación
de los pensamientos edadistas, como una al-
ternativa a todo el desarrollo de actuaciones
tradicionales contra el edadismo y en favor
de un envejecimiento activo y con calidad de
vida. Pero aún queda mucho camino por reco-
rrer, empezando por el desarrollo de medidas
de variables de proceso y variables de resul-
tado que sean coherentes con la perspectiva
contextual sobre edadismo; y acabando por el
estudio de la ecacia de ACT frente a grupos
de control activos en el fomento de una vida
alineada con los valores personales que redun-
de en mayor satisfacción con la vida antes y du-
rante el envejecimiento. En este sentido, pro-
ponemos nuevas líneas de investigación con
el objetivo de conocer si las personas mayores
tienen conciencia de las creencias edadistas y
si están de acuerdo con dichas armaciones,
qué enmarques realizan y qué efectos tienen
en sus conductas, emociones y pensamientos;
cómo actúan ante dichas creencias (de forma
inexible y adaptada a lo que se espera de di-
chas creencias o bien de forma exible y con
un sentido personal y dirigida hacia sus valo-
res) y la relación entre las posibles derivacio-
nes (conducta, pensamientos y emociones) y
su satisfacción vital y la percepción de su cali-
dad de vida. Esperamos que el trabajo coordi-
nado de los diferentes grupos que trabajan en
esta línea en la actualidad dé resultados en un
futuro no muy lejano.
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