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Francisco Moreno-Fernández (2020). Variedades de la lengua española. Routledge
(col. Routledge Introductions to Spanish Language and Linguistics), 169 pp.
ISBN: 978-1-138-38594-8 (hbk), 978-1-138-38595-5 (pbk), 978-0-429-
42698-8 (ebk).
R D R
Universidad de Huelva
La producción cientíca del profesor Moreno-Fernández ha abordado en dis-
tintas ocasiones las variedades lingüísticas españolas (entre otras, 2010, 2020 y
2021). En esta nueva entrega, vuelve a transitar el español como plural realización
de modalidades lingüísticas, a partir de catorce capítulos en los que el recurso a
grácos (siete elementos), cuadros (veintiséis elementos) y mapas (trece elemen-
tos) logra ubicar al lector en un complejo entramado lingüístico, geográco y
social. Se recoge, para una adecuada comprensión de la información fonética, un
listado de «Signos fonéticos más especializados (Alfabeto Fonético Internacional)»
(p. 14), que, además de incluir el signo y su descripción, añade una explicación
para aquellos lectores poco avezados en cuestiones de fonético (así, por ejemplo
«[h]: aspirada faríngea sorda (se produce un rozamiento de aire en la faringe y las
cuerdas vocables no vibran)».
En la «Introducción» (pp. -), el autor indica el objetivo de la obra:
El libro presenta un panorama general de la variación dialectal en el terri-
torio hispanohablante y explica los rasgos lingüísticos más relevantes de las
variedades con mayor difusión de la lengua española. A lo largo del texto
se ofrece información sobre aspectos políticos y culturales relacionados con
la variación dialectal y social del español. Las consideraciones históricas
son asimismo vitales para comprender los orígenes y la distribución de las
variedades del español» (p. ).
Como indica el autor, frente a otras obras dedicadas a la dialectología tradicional
española, esta obra ofrece dos novedades: por un lado, se relaciona perl lingüísti-
co de las áreas geográcas hispanohablantes de mayor relevancia en unión con sus
contextos políticos y socioculturales, y, por otro , se incluyen contenidos relativos
a variedades de hablantes bilingües o modalidades generalmente marginadas y
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minoritarias. Indica, asimismo, la estructura de la obra: cada capítulo consta de
introducción y resumen, así como dos propuestas de lecturas complementarias
(accesibles en internet), así como un glosario de conceptos especializados, muy
útiles para el lector neóto, y de las referencias bibliográcas elementales de cada
capítulo; también se sugieren debates. Otra esructura que se observa en los terri-
torios americanos (a excepción de los Estados Unidos): aquella en la que se indica
la geografía, las caracrteísticas lingüísticas, las variedades y las realizaciones que
surgen en los hablantes indígenas de los territorios.
En el «Capítulo 1: Lenguas y diversidad» (pp. 1-9) aborda la diversidad lin-
güística como una riqueza vinculada al desarrollo de la especie en la que no solo
tienen cabida aspectos lingüísticos, sino que también intervienen componentes
biológicos, sociológicos, históricos, etnográcos y antropológicos. De entre las
6000 lenguas que se consideran con vitalidad (las estimaciones varían entre 4500
y 10 000), en la macrofamilia indoeuropea se sitúa la subfamilia celto-itálica, que
cuenta, entre sus lenguas, con el latín, y, dentro del desarrollo de las lenguas ro-
mances, se sitúa el español, en la que se observa una evidente variación, denida
como «la cualidad de las lenguas por las que es posible utilizar diferentes variantes
o formas para expresar unos mismos signicados» (p. 3). Son fundamentales, para
el análisis lingüístico, los conceptos de lengua y dialecto: «entidades construidas
socialmente: las primeras [lenguas] cuentan con el prestigio del uso público y
de la escritura, junto al privilegio de la enseñanza formal o del uso literario. Los
dialectos, no» (p. 3), así como los de variación y cambio, que han de situarse en
correlación con factores culturales, contextuales y sociales. Y en esos contextos de
desarrollo histórico pueden darse tanto la dialectalización (proceso que llevó, des-
de el latín, a la creación de las lenguas románicas o romances), como su contrario,
la koinetización o nivelación: «progresiva conuencia de elementos de origen dia-
lectal diverso, hasta crear una nueva variedad, una koiné innovadora» (p. 5). Un
cambio lingüístico que puede incluir tanto causas internas (por analogía, grama-
ticalización...) o externas (inujo de lenguas circunvecinas, migraciones de la po-
blación o cambios culturales). Desde una perspectiva social, variantes y cambios
lingüísticos podrían considerarse como «la consecuencia de conictos de intereses
entre grupos sociales», de manera que «podría interpretarse como metáfora de las
tensiones que se despliegan en el seno de toda sociedad» (p. 7).
El «Capítulo 2: El español en su historia y su geografía» (pp. 10-18) sitúa el
origen del castellano en la época en la que los hablantes del «latín visigótico» (si-
glos -) son consciente de la peculiaridad de su sistema lingüístico. En primer
lugar, en la lengua hablada, aunque será la lengua escrita (aquella de nes no lite-
rarios) la que nos permite apreciar esta realidad. Desde la Nodicia de kesos (texto
de 980) y las glosas emilianenses y silenses, primeros testimonios de esa realidad,
se muestra la importancia la lengua escrita tuvo en el proceso de creación de varie-
dades lingüísticas en la península ibérica: Fernando III (1217-1252), en el reino
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de Castilla y León, toma la decisión de la cancillería real emitiese documentos en
castellano. Fundamentales fueron, para la construcción del español, monasterios
y cancillerías, y, en la expansión de la lengua, la ota castellana, que, a partir a
partir de los avances tecnológicos de la navegación, permite la llegada a la costa
occidental africana y a las islas Canarias y a América. Asimismo, culturalmente
adquiere un gran prestigio merced a su literatura, lo que que, unido a la capacidad
del estado del que es lengua administrativa, consolida la importancia de la lengua.
Es fundamental la difusión de la lengua española en América para entender los
cambios lingüísticos: desaparición de lenguas originarias; redistribución de len-
guas nativas y sus áreas de inuencia; la introducción del español como lengua
vehicular y, sobre todo, la formación de un español americano. Con la indepen-
dencia en el siglo  (la mayoría entre 1810 y 1830) de los países hispanoameri-
canos, se refuerza el papel del español como lengua fundamental. La presencia en
Asia (islas Marianas e islas Filipinas) y África (Guinea Ecuatorial), por su parte,
no alcanza la inuencia que tuvo en América.
En el «Capítulo 3: Políticas e ideologías lingüísticas del español» (pp. 19-30)
se abordan las políticas lingüísticas que han vertebrado el desarrollo del español:
desde las bulas papales a las recopilaciones de las Leyes de Indias (1533-1681),
pasando por el testamento de la reina Isabel de Castilla (1504) o las ordenanzas
de Carlos I (1526), entre otros documentos. Otro hito fue la inuencia de las
reformas borbónicas, a partir del siglo , basadas en el uso del español como
lengua vehicular en la justicia y en la enseñanza, por encima del latín. Dentro de
los procesos de normativización, la Real Academia Española (1713) cumple con
el objetivo de planicación lingüística (diccionarios, gramáticas y ortografías). El
recorrido incluye las ideologías predominantes en España en los siglos , 
y parte del , a partir de las posiciones que, ante la diversidad, se han tomado
(tradicionalistas y progresistas), hasta llegar a la Constitución de 1978, ya en un
estado democrático, donde recuperan el estatus de coocialidad lenguas como
el gallego o el vasco. En las repúblicas americanas el español se constituyó en la
lengua fundamental, si bien se manifestaban claramente las diferencias frente al
español peninsular (con el choque de posturas separtismo y unionismo); Estados
Unidos, por su parte, en su mayoría apuesta por la ocilidad del inglés. Respecto
a las denominaciones español y castellano, denominaciones equivalentes, la predi-
lección por uno u otro término se basa en cuestiones históricas, sociales o percep-
tivas (América del Sur preere castellano, dada la relación de español con España),
si bien México y El Caribe, por ejemplo, preeren la denominación español, sin
que debamos olvidar que, aunque creado a partir del español de Castilla, el espa-
ñol ya se congura como realidad lingüística que tiene en cuenta la multiplicidad
de normas regionales, sin que se vea afectada la comprensión general.
Tras estos capítulos de introducción general, comienza el estudio concreto en
el «Capítulo 4: Panorama lingüístico de la península ibérica» (pp. 31-41), que
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abre reivindicado la importancia de la romanización: a las lenguas prerromanas
se une el latín, que acaba imponiéndose a estas y provocando su desaparición
(a excepción del vasco). Aparecen, con la caída del imperio romano, decenas de
variedades que, asociadas a entidades políticas, unieron su destino al desarrollo
de estas: así, el castellano se convierte en lengua fundamental, primero en el reino
de Castilla y luego en toda España, a partir de los primeros territorios en Burgos,
Cantabria y Guipúzcoa, donde el contacto con otras lenguas dejó su huella en la
conguración de la lengua, como koiné. En los siglos  y  la lengua se uti-
liza en un nivel culto, lo que provoca una estraticación intralingüística (hablantes
populares, rurales, y aquellos que tienen contacto con usos más sosticados). Por
su parte, con las distintas lenguas de otros territorios peninsulares se vivió una
estraticación interlingüística (creado un fenómeno de diglosia): el castellano se
implanta entre la población de mayor nivel sociocultural (el catalán se mantiene
en el uso lingüístico de la burguesía). Actualmente, de 47 millones de habitantes,
siete millones (15 %) se declaran hablantes competentes en otras lenguas, dato
que contrasta con la percepción externa e interna de que España es un país mo-
nolingüe: coexisten hablas castellanas, andaluzas, canarias (estras tres son las más
reconocidas), extremeñas, murcianas y el castellano de áreas bilingües (Cataluña,
Valencia, Baleares, Galicia, el País Vasco y Navarra); además, podemos encontrar
también otras varidades minoritarias que surgen en las fronteras entre lenguas o
dialectos de la penínsulas, con extensiones reducidas, como el chapurreao (entre
Cataluña y Aragón) o el aguavivano (de la localidad de Aguaviva, mexcla de ha-
blas valencias y aragonesas), entre otras.
El siguiente capítulo ofrece otra aproximación general: «Capítulo 5: Panorama
lingüístico de Iberoamérica» (pp. 42-57), en esta ocasión al territorio en el que
cuatro lenguas —inglés, portugués, francés y, sobre todo, español, y, en algunos
territorios, alemán y galés— permiten la comunicación conviviendo con lenguas
amerindias, criollas o mixtas. El proceso de reducción de las lenguas indígenas (de
2000 en el siglo  hasta 1000 en toda América y 850 para Iberoamérica hoy)
se debe a la conveniencia de lenguas vehiculares de intercambio y a la reducción
de la población indígena: arahuco, náhuatl, maya, quechua, aimara, chibca, ma-
puche —araucano o mapundungun— y guaraní (las más habladas) perdieron
peso por la falta de prestigio frente al español, y por la no integración en la alfa-
betización y los medios de comunicación en la segunda mitad del siglo . Estas
lenguas, en una población indígena de más de treinta y cinco millones de habi-
tantes (un 11 % de la población, del cual el 65 % puede comunicarse en su lengua
autóctona), conviven con otras en situación diglósica, si bien en algunas zonas
(Centroamérica, Brasil y los países andinos) hay programas de educación bilingüe
y de enseñanza de las lenguas indígenas. La lengua española en América tiene una
historia de quinientos años, con un progresivo aumento de su uso y un desarrollo
de sus variedades: desde la base del español de andalucía se da un proceso que
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durante los siglos ,  y  se ve enriquecido con la migración de diferentes
regiones españolas, que aportaron variedad lingüística. Si bien no hay en puridad
un español de América, sí existen rasgos compartidos por gran parte del español
americano (seseo, yeísmo, uso adverbial de adjetivos o de ciertos americanismos
generalizados), con cinco variedades percibidas: mexicana, centroamericana, ca-
ribeña, andina, chilena y rioplantese o austral; ello no impide que existan otras
áreas que compartan otros rasgos lingüísticos (aspectos léxicos, pronunciación...).
Comienza en el «Capítulo 6. Variedades del español en España» (pp. 58-69)
el análisis de las características de las diferentes zonas analizadas, desmintiendo
desde el inicio que la modalidad castellana sea la única hablada en Españal, pues
coexiste con las modalidades andaluzas y canarias (la construcción del estándar
cuenta ya con los rasgos cultos de todas las áreas). El castellano, como variedad
del español general, se habla en la península ibérica (en los dos tercios del norte,
principalmente) y en Baleares, con características de variedades romances penin-
sulares con las que estuvo en contacto. Entre sus rasgos característicos, se citan la
distinción fonológica de /s/ y /{/ (así como la articulación de las eses castellanas),
el uso de los pronombres vosotros y os y el posesivo vuestro, y el yeísmo mayo-
ritario. Las hablas andaluzas, por su parte, inician su itinerario en el siglo ,
cuando los castellanos se instalan en el sur de la península: Sevilla se convierte, en
su amalgama de pobladores, en una fuente de soluciones lingüísticas nuevas fun-
damentales en el desarrollo del español al alcanzar Canarias y América. Encontra-
mos, entre otros rasgos, seseo-ceceo o debilitamiento de la coda silábica o mayor
intensidad en la pérdida de la d intervocálica, en una modalidad (que varía en la
Andalucía occidental y en la oriental) que el hablante percibe de menor prestigio
que el castellano. Respecto a Canarias, fue un enclave fundamental para la ruta
entre España y América, gracias a la notable emigración que hacia Santo Domin-
go, Puerto Rico, Cuba y Venezuela se produjo desde estas islas. Sus características
coinciden en algunos casos con las hablas andaluzas peninsulares (la gramática
coincide con las de Andalucía y América): seseo, yeísmo y aspiración, entre otras.
Finalmente, el autor aborda las variedades marignales y minoritarias de España,
como las jergas (para no ser entendidos por personas ajenas al grupo), conocidas
como germanías o jerigonzas. La variedad marginada de más larga historia de la
lengua de los gitanos, el romaní (emparentada con lenguas de la India antigua),
conocida en España como caló. Si bien se ha perdido como elemento de comuni-
cación, perviven restos léxicos, con trasvases en algunos casos al español general.
Llegamos a América con el «Capítulo 7: Variedades del español en México»
(pp. 70-82), con una primera parada en el país con más de 120 millones de ha-
bitantes, el mayor de los países hispanohablantes, con un complejo entramado
histórico, social y lingüístico, donde radicó una de las culturas más importantes
de México: la azteca. Es fundamental la presencia de las lenguas originarias, al-
gunas han desaparecido mientras que otras sobreviven, en coexistencia con el
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español: náhuatl, maya, zapoteco, mixteco, otomí, totocano, tsotsil y tzeltal son
las lenguas indígenas más habladas en México; el español se impondría en la
reconversión de la sociedad de indígena a mestiza. Entre las características del
español de México —no exlusivas a este territorio—, destacan los patrones de
entonación (conguración circuneja), supeditado a factores geográcos, sociales
o situacionales; la articulación plena y tensa de grupos consonánticos (centro
y zonas altas de México) o la pronunciación de tl en una única sílaba (por una
probable inuencia del náhuatl. Respecto a la división dialectal, no es simple
realizar una exacta distribución, y se han propuesto diversos criterios: el histórico-
etnográco (de Darcy Ribeiro), que distingue ‘pueblos nuevos’ (surgidos en los
últimos siglos por la fusión de cultura y aculturación de las matrices indígenas) y
pueblos testimonios’ (desde las antiguas civilizaciones independientes a las que
se superpuso la europea); habría, de este modo, una rama del español mexicano
propiamente dicho y otra del español mayense (península del Yucatán, estados
de Chipas y Quintana Roo). Siguiendo un criterio estrictamente lingüístico, las
divisiones variarán en función de los rasgos que se tienen en consideración. Así,
Juan Lope Blanch identicó diez áreas dialectales, si bien pueden reducirse a cua-
tro grandes modalidades: norteñas, centrales, costeñas y yucatecas, donde las tres
primeras serían variedades del español de pueblos nuevos) mientras que la última
serían de pueblos testimonios. En general, los rasgos fonéticos son los de mayor
relevancia en la construcción de las diferencias. Finalmente, se aborda el español
de los indígenas mexicanos, que experimentan una gran transferencia entre la
lengua materna (indígena) y el español.
En el recorrido norte-sur, prosigue el libro con el «Capítulo 8. Variedades del
español en América Central» (pp. 83-93), que incluye, el sur de México aparte,
Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá (45
millones de habitantes). Territorio de la familia lingüística mayense y de pue-
blos consumidores de maíz, entre 1824 y 1839, los territorios centroamericanos
formaron la República Federal de Centro América (sin Belice ni Panamá), con
la Ciudad de Guatemala como capital y ciudad principal). Lingüísticamente, se
puede observar cierta homogeneidad, como indicó Pedro Henríquez Ureña, si
bien hay que desechar la idea de un español prototípico de la América Central.
Hay que señalar que, de manera general, una presencia escasa de indígenas en
América Central, por lo que las lenguas y culturas presentan baja consideración
social, con una situación de diglosia respecto al español. Respecto a la caracteri-
zación lingüística de al menos la mayor parte del territorio, podemos señalar la
pronunciación oclusiva de sonoras entre vocales, la pronunciación asibilada de
/r/ y tr, o la aspiración faríngea de /x/ (plano fónico); sistema de tratamiento con
voseo y con ustedes (con distinto uso según la zona), uso de lo pleonástico y uso
de hasta con valor de inicio o el empleo de posesivos antepuestos o dobles (plano
gramatical); y uso centroamericanismos, nahuatlismos y mayismos (plano léxi-
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co). Estos rasgos generales tienen una distribución más o menos frecuente según
las zonas, en correlación con la diversidad etnográca, cultural y lingüística de
América Central, que permite observar una división entre área norte (Guatemala
—ligada al sur de Méixco— y los territorios en los que las lenguas mayenses tie-
nen una mayor presencial) y área sur (Costa Rica —si bien como territorio bisa-
gra— y Panamá). En la primera de las áreas se observa la inuencia de las lenguas
mayenses; distinta es el área de Costa Rica y Panamá (el primer país es un pueblo
nuevo): en Costa Rica se mantienen algunos de los rasgos lingüísticos más signi-
cativos de América Central, que pierden fuerza para entrecruzarse con el criollo
limonense (del inglés) en la costa oriental; Panamá, ligada a Colombia con un
sustrato indígena común, ha funcionado de enlace lingüístico entre las Antillas y
la costa del imperio incaico, entre español caribeño y español andino, aunque será
la población africana la que otorgue sus señas de identidad principales: los afro-
panameños y los afroantillanos, además del contacot con anglobablantes a través
de los trabajos en el canal. El español de la población indígena centroamericanos
es variado, al igual que los grupos étnicos que lo utilizan, con una particularidad:
rasgos de lenguas mayenses y del náhuatl han pasado al español general, por lo
que se pueden encontrar en áreas y hablantes monolingües.
En el «Capítulo 9. Variedades del español en el Caribe» (pp. 94-106) se abor-
da la zona en la que la relación entre español europeo y americano tiene uno de
sus espacios de más interés, como lugar de convivencia de diferentes familias
lingüísticas indígenas con las de potencias colonizadoras y lenguas procedentes
del continente africano. Se forman así un conglomerados de lenguas pidigin y
criollas, con un léxico en el que se observan préstamos, calcos sintácticos y semán-
ticos; todo ello, con la incorporación de valores sociales y estilísticos especícos,
permite la convivencia de las diferentes variedades lingüísticas, y, a su vez, ha
habilitado la duda sobre si existe un español caribeño uniforme, con su consi-
guiente delimitación geográca (mejor esa denominación que la de español anti-
llano, puesto que el Caribe lo forman las Antillas mayores —Cuba, La Española
y Puerto Rico— así como tierras costeñas continentales), puesto que, además, las
hablas caribeñas comparten rasgos lingüísticos que no son exclusivos del Caribe.
De manera general, encontramos la tendencia a la nasalización de vocales en
contacto con nasal nal; la aspiración faríngea de /x/; y la tendencia a aspiración,
debilitamiento y pérdida de consonantes en posición nal de sílaba, especialmen-
te de /s/ (plano fónico); el tuteo (con un uso de utedes para 2.ª persona del plural,
como en el español andaluz y canario), la tendencia a la anteposición del sujeto
en interrogativas y ante innitivas o (plano gramatical); y, por último, el uso de
indigenismos y africanismos caribeños (plano léxico). Respecto a la división de
variedades, puede realizarse a partir de la división geográca: caribeño continental
(donde es complejo observar variedades particulares) frente a caribeño antillano,
con la división entre español cubano, dominicano y puertorriqueño, que presen-
Reseñas

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tan a la vez rasgos comunes y diferenciadores que justican la percepción propia
de variedad frente a la observación externa de similitud. El haber sido área de con-
tacto lingüístico propició, entre otras características, la existencia de anglicismos
difíciles de documentar en otras variedades; de indigenismos caribeños, más allá
de la onomástica; y voces de origen africano (en menor proporción). Pero son las
lenguas criollas, surgidas a partir del contacto de lenguas en el Caribe, el fenóme-
no más signicativo, como el palenquero (variedad desarrollada desde nales del
siglo  en Palenque de San Basilio, cerca de Cartagena de Indias, Colombia, a
partir de comunidades de negros cimarrones); y el papiamento (criollo formado a
lo largo del siglo  en la isla de Curazao, extendida a las islas de Aruba y de Bo-
naire, a partir de la mezcla de español, portugués, neerlandés y lenguas africanas).
A continuación, la región andina es objeto de estudio —«Capítulo 10. Varie-
dades del español en la región de los Andes» (pp. 107-117)—, abordando no solo
la cordillera, sino también los territorios que la rodean en las vertientes oriental y
occidental (Amazonas y océano Pacíco, respectivamente). Se excluirá (al tratarse
en un capítulo distinto) Chile, pero se incluye parte del oeste de Venezuela, Co-
lombia, Ecuador, Perú y Bolivia, alcanzando una población de alrededor de cien
millones de habitantes, distribuidos desigualmente. Se trata de un área funda-
mental, por su extensión y por la importancia de los avances que en ella se dieron
(la colonización del Perú por parte de España y el sueño de Simón Bolívar de crear
una gran nación que uniera Sudamérica: Colombia). La inuencia de los pueblos
indígenas, sobre todos los incas, fue enorme, aunque son muy numerosas las len-
guas indígenas habladas en el territorio. En realidad, como en otros casos, resulta
complejo hablar de un español andino como variedad homogénea identicable,
por lo que en ocasiones se habla de un complejo dialectal. Además, se encuentran
en el área andina jergas marginales y juveniles, como el parlanche (Medellín, en
Antioquia) o el coba (Bolivia, extendido entre delincuentes). En esta área los ras-
gos no son todos exclusivos y comunes en ni comunes a todo el territorio, pero
se perciben como característicos de la región andina. Si bien puede observarse un
doble eje que enfrenta español urbano frente a culto y español rústico frente a
popular, con la distinción entre monolingüismo y bilingüismo, se pueden seña-
lar como rasgos generales del español de los Andes los siguientes: tendencia a la
conservación de /s/ en posición nal de sílaba; uso intercambiado de consonantes
obstruyentes en posición nal de sílaba; uso de vos y para cercanía; uso de muy
+ superlativo; y, por último, uso de sudamericanismos, andinismos, quechuis-
mo y aimarismos. Respecto a las variedades andinas, podemos observar cómo la
diversicación del español en los Andes se debe a factores geográcos, históricos,
etnográcos y sociales, con diferentes grandes zonas que no presentan un español
homogéneo: así, el español costeño, el de Lima o el amazónico, entre otros.
En el «Capítulo 11. Variedades del español en el Cono Sur» (pp. 118-129)
se estudia un amplio territorio del subcontinente de América del Sur, heredero
Reseñas
E, ,  () . - https://doi.org/10.33776/erebea.v12i2.7793
del antiguo virreinato del Río de la Plata, y que incluye a Argentina, Chile y
Uruguay, junto con Paraguay; espacio con dos modalidades lingüísticas (austral o
rioplatense y chilena), es una zona compleja en la que las relaciones comerciales
con las áreas andinas, el contacto con lenguas originarias o la emigración europea
fueron fundamentales en la creación de una variedad heterogénea. El español es
lengua de comunicación para tres tipos de pueblos (según indica Darcy Ribeiro):
Chile como «pueblo nuevo» (subproducto de la expansión europea, fusión de cul-
turas con matrices indígenas aculturadas), Argentina y Uruguay como «pueblos
transplantados» (trasvase de poblaciones europeas que conservan sus rasgos) y,
nalmente Paraguay como «pueblo testimonio» (por la convivencia con comu-
nidades indígenas que conservan sus respectivas lenguas). Los rasgos generales
serían, entre otros, la tendencia al alargamiento de las vocales tónicas; el yeísmo
con pronunciación tensa o la tendencia a aspiración; el uso del voseo muy exten-
dido socialmente; el uso de desinencias verbales correspondientes; y, por último,
el uso de italianismos, guaranismos y voces del lunfardo (jerga marginal de la
zona portuaria del Río de la Plata). Respecto a los rasgos generales del español en
Chile (muy sensible a las diferencias sociolingüísticas), encontramos, entre otros,
la tendencia a aspiración y asimilación de /s/ en posición nal de sílaba y a la
pérdida en posición nal de palabra; alternancia de tuteo y voseo en pronombres
y paradigma verbal o uso urbano de (se) me le; y, nalmente, uso de andinismos,
chilenismos, mapuchismos y quechuismos. Las variedades dialectales del Cono
Sur en su vertiente atlántica están muy bien identicadas, con cinco regiones (se-
gún indicó Berta Elena Vidal de Battini): litoral, guaranítica, noroeste, la de Cuyo
y la región central. Si bien sería posible, teniendo en cuenta Paraguay y Uruguay,
proponer una división más sencilla: español guaranítico—español paraguayo y
español nordestino— y un español atlántico —modalidades del litoral y del me-
diterráneo, con el español porteño (de Buenos Aires y Montevideo, aunque con
diferencias). Con relación a la presencia indígena en el Cono Sur, las lenguas que
más destacan son el guaraní (en el Paraguay, y, en algunas variedades, en el norte
de Argentina), el quechua (en la zona argentina de Santiago del Estero) y el ma-
pudungun o mapuche (en Chile y en los valles andinos del sur de la Argentina).
En el «Capítulo 12. Variedades del español en los Estados Unidos» (pp. 130-
141) se establece la historia de la llegada de la primera lengua europea —el es-
pañol— al norte del Río Grande (1513). Norteamérica partía de un panorama
lingüístico complejo en el que predominaban las lenguas de la familia utoazteca
(mitad occidental) y de la familia sioux (centro). Sería a partir del siglo  cuando
la lengua española tuvo una importancia fundamental en la historia y cultura de
los territorios del sur (especialmente sudoeste) de los actuales EE. UU., con una
caracterizacion lingüística que conserva rasgos lingüísticos tradicionales, como
español tradicional sureño: pérdida de -d-,;indenido en -ites junto con formas
verbales analógicas y formas populares, tradicionales o arcaicas; y léxico popular.
Reseñas
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E, ,  () . - : 0214-0691
Pero será en el siglo  (años setenta) cuando la vida del sur de los Estados Unidos
sufra dos grandes modicaciones: el movimiento chicano (que revindica derechos
civiles y la identidad cultural latina) y la la rehispanización o latinización (sobre
todo mexicana) desde 1980, por la migración económica masiva. Las variedades
del español se deben a factores geográcos y sociales. Se observan contactos y con-
tinuidades entre ellas, así como con el inglés estándar y las variedades regionales
del inglés. Las consecuencias de los contactos del español y el inglés son la cons-
trucción de un continuum: español :: español con transferencias del inglés :: inglés
con transferencias del español :: inglés (se puede producir alternancia de lenguas:
alternancia intraoracional o alternancia interoracional o inclusión de marcadores
del discurso de una lengua en enunciados de otra, además de transferencias). So-
bre las características y variedades del español de los EE. UU., no son un listado
cerrado de rasgos exclusivos, sino que experimentan una renovación constante,
por la interrelación de modalidades consecuentes (evolucionadas de otra anterior,
como el español mexicano-estadounidense), emergentes (nuevas formas de espa-
ñol, como el español neoyorquino) y decadentes (en proceso de desplazamiento
o desaparición, como el español novomexicano). Los perles geolingüísticos del
español de los Estados Unidos dibujan el sudoeste (California y su entorno) el
sur (Nuevo México y su entorno), el sudeste (Florida y su entorno) y el nordeste
(Nueva York y su entorno), si bien es difícil denir fronteras geográcas estrictas.
Se cierra el capítulo con una mención a las convergencias dialectales, con la koi-
netización o neutralización del español al que se somete el español estadouniden-
se en busca de una mejor comprensión.
Abandona el libro el continente americano para adentrarse en otros conti-
nentes: el «Capítulo 13. Variedades del español en África y Asia» aborda, en pri-
mer lugar, el español en el norte de África, territorio en el que la convivencia de
lenguas es una constante (francés, árabe dialectal, árabe clásico o normativo y
beréber, junto a la lengua española). A la segunda mitad del siglo  se remonta la
presencia española, con un uso de la lengua que ha adolecido de discontinuidad
e irregularidad: desde la independencia de Marruecos en 1956, deja mantinen
el español Ceuta y Melilla (donde se dan situaciones de diglosia), y el Sahara
Occidental (aquí se mantiene con fuerza). Melilla se relaciona con modalidades
lingüísticas andaluzas, si bien con peculiaridades, mientras que en Ceuta el espa-
ñol —cuya base es el andaluz occidental— está en contacto con el árabe dialectal
ceutí (dariya). En otras ciudades del Magreb, tradicionalmente se ha hablado un
español con rasgos de origen andaluz, con inuencia de dialectos árabes. En el es-
pañol tradicional de Orán, se suma además el francés, que explica algunos rasgos
lingüísticos. Otra lengua de interés es el judeoespañol o ladino, variedad de los
descendientes de judíos expulsados de Castilla y Aragón en 1492, fruto de la vo-
luntad de mantener la identidad lingüística, una vez desplazados a nuevos terri-
torios (desde Marruecos a tierras del imperio Otomano, en contacto con árabe,
Reseñas
E, ,  () . - https://doi.org/10.33776/erebea.v12i2.7793
turco, lenguas eslavas o griego popular). Su caracterización lingüística presenta
rasgos generales como mantenimiento de la oposición /s/-/z/ o conservación del
grupo -mb- o de la f- inicial de origen latino. Por su parte, en Guinea Ecuatorial
se da una situación única: es el único país, fuera del espacio hispánico, que tiene el
español como lengua vehicular y ocial: en el siglo  se produce la colonización
española, con una marcada actividad comercial. Con la independencia (1968) se
da paso a una reducción paulatina de la inuencia española, sin que se pueda ne-
gar la existencia de un español ecuatoguineano (con rasgos como la tendencia a la
pronunciación oclusiva de /b, d, g/, el yeísmo o la distinción /s/-/{/ en alternancia
con seseo; el uso de usted/ustedes + verbo en segunda persona; de pronombres
átonos por tónicos; y, nalmente, uso de guineanismos hispanos, africanismos,
americanismos y anglicismos). En la región Asia-Pacíco encontramos las islas
Filipinas, las islas Marinas y la isla de Guam. En las islas Filipinas, el español fue
lengua ocial desde 1565 hasta 1987, cuando se consideró, con el árabe, lengua
de promoción voluntaria. El número de hablantes es de un 3 % de la población,
si bien hay que remarcar el uso de la modalidad criolla llamada chabacano, mezcla
de vocabulario y fraseología españolas con base gramatical nativa (tagala o bisa-
ya), que podemos distinguir desde mediados del siglo , con cinco variedades.
El chamorro, por su parte, es una mezcla vinculada al español que se observa en la
isla de Guam, lengua coocial con más de 60 000 hablantes, fusión de elementos
austronésicos y españoles, con préstamos del inglés y del japonés en el siglo .
Finaliza esta obra con el «Capítulo 14. Variedades de la lengua española y
globalización», en el que se aborda el espacios que ocupa el español en la nueva
concepción global de la sociedad. En primer lugar, ha de señalarse la importancia
del español como lengua migratoria, dado el recorrido a lo largo de los siglos en
un espacio intercontinental amplio, que ha propiciado que la lengua alcance una
compleja personalidad merced a las distintas inuencias que ha tenido en sus
variados escenarios a lo largo del mundo. Se prevé, además, que los próximos cien
años serán testigos de un aumento de los movimientos migratorios. Serán fun-
damentales la interconectividad geográca y las ciudades globales: se podrá ob-
servar un multilingüismo patente en la alternancia de lenguas o en hablas mixta
bilingües, conformando espacios diversos con una estraticación sociolingüística
con implicaciones económicas y sociales. La movilidad de los hablantes permite
observar procesos de convergencia, donde se acaban nivelando las diferentes mo-
dalidades en favor de la que tiene una mejor posición económica, y se exige la
acomodación de normas, que, en el caso del español, se basan en el concepto de
lengua pluricéntrica con el referente de una norma culta, apreciable en grandes
ciudades hispanohablantes o bilingües. Se observan también las medias lenguas,
soluciones de frontera que ofrecen lenguas mezcladas por cuestiones de fronteras
geográcas; también existen mezclas en las fronteras interétnicas (geoétnicas), que
de nuevo unen elementos del español y las lenguas originarias con las que coexis-
Reseñas
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E, ,  () . - : 0214-0691
ten. Y el último contexto para la mezcla sería el de las fronteras sociales, cuando
distintos grupos sociales o socioétnicos crean variedades en su comunicación.
Moreno-Fernández reexiona también sobre el lugar que ocupa el español en el
proceso de globalización: su caracterización de global no goza de la misma acep-
tación que el inglés, si bien el autor considera que se observan todos los factores
enunciados por omas Eriksen en 2007, aunque con diferencia de grado, como
indica en esta ordenación de menor a mayor peso o importancia: «deslocalización
< vulnerabilidad < movilidad < mezcla < interconectividad < relocalización < ace-
leración < estandarización» (p. 160). Culmina este capítulo con la reexión sobre
la situación del español ante lo global y lo local: el español serían lengua con un
protagonismo evidente, como segunda lengua en Estados Unidos, Brasil y Euro-
pa; parece indudable que la perspectiva es positiva, más aún cuando los intentos
de contrarrestar esta tendencia globalizadora con propuestas localistas no están
consiguiendo detener la difusión de modelos prestigiosos. Esn en este contexto
de globalización en el que se crea la variedad (no natural) español neutro (también
español internacional, español globalizado o globañol), utilizado en producciones
audiovisual y en las propuestas de grandes multinacionales de la comunicación.
En cualquier caso, la cercanía entre modalidades ha permitido que el español per-
mita la circulación y consumos de productos de cualquier zona hispanohablante.
El texto del profesor Moreno-Fernández es otra muestra de la perspectiva de
análisis de las lengas en las que conviven, junto a caracterizaciones estrictamente
lingüísticas, las causas históricas y políticas fundamentales para entender la cons-
trucción lingüística del español en el mundo a través de su historia. El esque-
ma que proporciona el libro (lecturas complementarias, sugerencias de debate,
glosarios y referencias bibliográcas fundamentales en la construcción del texto)
permiten entender esta obra como una dinámica fuente de construcción del co-
nocimiento, de ahí su aplicación para neótos en cuestiones de variación dialectal
y, asimismo, como primer volumen de acercamiento a una realidad —la del es-
pañol en el mundo— compleja y en continuo dinamismo. Un afán divulgativo
erudito el de Moreno-Fernández con este tipo de obras que sigue prodigando
páginas imprescindibles.
R
Moreno Fernández, Francisco (2010). Las variedades de la lengua española y su
enseñanza. Arco/Libros (col. Manuales de formación de profesores de español
2/L).
— (2020). La lengua española en su geografía: Manual de dialectología hispánica.
Arco/Libros (col. Bibliotheca Philologica).
— (2021). ¿Qué español enseñar? Arco/Libros (col. Cuadernos de Didáctica del
Español/LE).