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H   G W
DOI: http://doi.org/10.33776/hh.v18.8251
A R R
Archivo Municipal de Huelva
alfonsorodriguezros@gmail.com
R
Este trabajo tiene como objetivo resaltar
una parte de la historia de Huelva que ha sido
bastante ignorada hasta ahora. Se trata de un
periodo único y excepcional, ya que no se puede
encontrar en el devenir onubense un momento
en el que la convergencia de lo local, nacional e
internacional haya sido tan relevante debido a
estas circunstancias históricas especícas. Aquí
analizamos cómo la Primera Guerra Mundial
inuyó en la economía, la sociedad y la cultura
de la capital onubense, poniendo especial énfasis
en el papel que desempeñaron las compañías
mineras, las tensiones laborales y las dinámicas
de espionaje asociadas con el conicto. Estos
elementos no solo alteraron la vida cotidiana en
la región, sino que también transformaron su
estructura social y económica.
P 
Huelva, Gran Guerra, Alemania, Riotinto,
espía.
Fecha de recepción: 23/04/2024
Fecha de aceptación: 28/10/2024
A
is work aims to shed light on a previously
overlooked chapter in Huelvas history. It is a
unique and exceptional period, as there is
no other moment in Huelvas history when
the convergence of local, national, and
international factors has been so signicant due
to these specic historical circumstances. We
analyze how the First World War inuenced
the economy, society, and culture of the capital
of Huelva, placing special emphasis on the role
played by mining companies, labor tensions,
and the espionage dynamics associated with
the conict. ese elements not only disrupted
daily life in the region but also transformed its
social and economic structure.
K 
Huelva, Great War, Germany, Riotinto,
spy.
IntroduccIón
En este artículo he intentado dar una visión sobre Huelva en los años que
transcurren durante la Primera Guerra Mundial. En gran medida, este pe-
riodo de la historia de Huelva ha sido bastante desconocido hasta hace poco
tiempo. No había, hasta la publicación del libro de Nielsen y Copeiro, ningu-
na publicación que tuviese la ambición de abarcar los distintos aspectos de la
vida política, económica, social, cultural y, aun de la vida cotidiana, dedicada
exclusivamente a los años que duró la guerra. Por lo que esta obra resalta el
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papel de la ciudad y la provincia en el magno conicto, así como la inuencia
directa e indirecta de la guerra en las dinámicas de la población onubense.
La obra de Copeiro y Nielsen, además de la amena información que nos apor-
ta, tiene la virtud de ser un estímulo para seguir indagando, algo que he inten-
tado hacer dentro de este pequeño trabajo. Al hacerlo, uno puede comprobar y
quedar fascinado por la variedad de acontecimientos de relevancia que se suceden
y creo que, para la historia de Huelva y su provincia, se trata de un periodo único
y extraordinariamente singular, pues en el periodo moderno no es posible en-
contrar un momento donde se produjese esa conjunción donde lo local, nacional
e internacional conuyesen en un espacio que, por las circunstancias históricas,
se volviese tan relevante.
Quisiera llamar la atención de la riqueza de ese periodo, que solo es posible
comprender con la llegada del capital inglés y el desarrollo de una burguesía
autóctona a nales del XIX. Y esto es así porque Huelva hasta entonces era una
ciudad tradicional, con sus estas y celebraciones, pero a la vez tenía un aire
cosmopolita, con una presencia internacional que no se ha conocido desde en-
tonces, con gran inuencia social y cultural, aparte de su fundamental presencia
económica, pero también un importante núcleo de la lucha obrera y sus actua-
ciones, no solo en forma de huelgas y sabotajes, sino también como vehículo de
la mejora de su vida a través de la cultura y la sanidad. Ciertamente, esta sociedad
trascendía la vida provinciana a la que, en principio, estaba destinada y a la que
luego volvió.
Sería necesario rehabilitar esa presencia que, aunque no tan lejana en el tiem-
po, transformaría radicalmente la ciudad. En cierta manera, todo lo que pasó en
Huelva a nales del XIX y principios del XX determinó en gran medida lo que
es la ciudad en nuestros días.
1. contexto hIstórIco de huelva en la I guerra mundIal
En 1914, Huelva era una ciudad diferente a la que conocemos, con una pobla-
ción de alrededor de 34.000 habitantes. Sus límites urbanos se extendían desde
La Merced hasta la Casa Colón, consolidándose como el centro nanciero y ad-
ministrativo de las compañías mineras que explotaban la riqueza de la región1.
La principal compañía, la Rio Tinto Limited Company poseía, además, una
extensión de terreno equivalente a la ciudad construida, que servía para insta-
lar almacenes y talleres de diverso tipo y que, junto a las líneas de ferrocarril
-también por ser zona de marisma y de mosquitos-, explican que Huelva no se
expandiera hacia la ría hasta muy recientemente.
Al calor de esta riqueza, la ciudad onubense vio un crecimiento económico
y demográco importante, y se desarrolló una burguesía autóctona en plena
consonancia con los intereses de la compañía Riotinto y la importante presencia
británica y, en menor medida, de otros países como Alemania Francia e Italia,
1 Nielsen-Hidalgo, Enrique y Copeiro, Jesús. Huelva en la I Guerra Mundial. Huelva: Edit.
Niebla, 2017, p. 34.
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expansión que va a tener continuidad durante la guerra. Pero, también en este
periodo se va a incrementar la conictividad laboral, coincidente con una mayor
organización del movimiento obrero, estimulado, sin duda, por el aumento del
coste de la vida para la clase trabajadora derivado de la inación provocada por la
guerra. Conictividad laboral que, aunque su principal foco era la cuenca mine-
ra, no dejaba de expandirse a la capital. A esto se añadirá, en octubre de 1917, el
acicate que suponía la creación del primer estado obrero tras la Revolución Rusa.
Uno de los aspectos fundamentales de estos cambios, es la transformación
urbana derivada del incremento poblacional a causa de la expansión económi-
ca que supuso la explotación minera. Este crecimiento supuso la llegada de un
buen número de trabajadores de otras zonas de España y, también, de la cercana
Portugal. Pero, como no podía ser de otra manera, quien lleva la iniciativa ur-
banística es la burguesía onubense, cuyos ediles suelen proceder del mundo de
los negocios. En este sentido, habría que decir que, a las familias de siempre de
la ciudad, que también se beneciaron del crecimiento económico, se sumaron
un nutrido grupo, bastantes de ellas procedentes de otros lugares de España, que
ancaron en Huelva a nales del XIX y que prosperaran en los medios comercia-
les y nancieros o profesiones liberales, volviéndose inuyentes en las decisiones
que se tomaban en la urbe.
Es esta burguesía quien congurará una nueva ciudad con actuaciones urba-
nísticas que reejan los ideales de la burguesía, su poder económico y su inuen-
cia social. Se trata de una importante respuesta urbanística al crecimiento de la
población que no contó con una planicación urbana, ni un ensanche coherente,
pues a diferencia de otras capitales pequeñas de provincia no estaban disponibles
solares procedentes de las desamortizaciones. Es por eso que la acción urbanística
onubense de estos años se centra exclusivamente en la remodelación del casco an-
tiguo2, con el arranque de una política de alineaciones, es decir preocupación en
los provectos por enlazar los núcleos más destacados de la vida urbana, es decir,
los distintos barrios, las plazas entre o con su entorno y nuevas edicaciones
que respondían a las necesidades de la ciudad como el mercado de Santa Fe o el
Hotel Colón, así como vías de apertura de la ciudad hacia su entorno3.
Como bien ha estudiado Díaz Zamorano en su pionero trabajo, Huelva. La
construcción de una ciudad, estas modicaciones estarán marcadas por el ideal
urbanístico burgués, con la obsesión por la higiene y la salubridad públicas aso-
2 “La reforma del casco antiguo es la respuesta a un diseño urbano anticuado, basada princi-
palmente en dar soluciones puntuales a problemas individuales como los desmontes de cabezos o
aperturas, alineaciones, ensanches y rasantes de calles, sin un planteamiento general de integración,
perspectiva de conjunto ni idea de futuro de ciudad, para el desarrollo de una ciudad coherente y
compacta en su desarrollo.” Campero Romero, Cayetano. El urbanismo en Huelva: territorio y
ciudad. Tesis doctoral, Universidad de Huelva, 2022, p. 73.
3 “El interés por poner en contacto ámbitos destacados del entramado urbano, generalmente
denidos por los distintos hitos edilicios que lo salpican -plazas o iglesias en su mayoría-, es otra de
las líneas que dibujan el quehacer urbanístico de la ciudad.” Díaz Zamorano, Asunción. Huelva. La
construcción de una ciudad. Huelva: Ayuntamiento de Huelva, 1999, pp. 163 y 175.
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ciadas al imperio de la línea recta y la geometría, el interés por el ornato de la
ciudad y la vocación naturalista, la utilización de los nuevos materiales y sus
técnicas y el choque de la débil política municipal con los intereses privados4,
entre otras cosas por la difícil separación de los dos ámbitos en las cuestiones
urbanísticas.
En este sentido, la burguesía se armaba tanto en los edicios públicos como
privados. Así las realizaciones municipales, de mayor envergadura y trascenden-
cia urbanística, subrayan el poder, de la burguesía como clase dirigente, mientras
que las de iniciativa privada, con mayor despliegue ornamental y búsqueda de
la belleza, siguen un comportamiento exhibicionista y propagandista, propio de
la burguesía emergente de nales del XIX. Por eso, aunque de estilo ecléctico,
veremos el surgimiento de bellos edicios, que constituyen uno de los grandes
patrimonios de la ciudad actual.
En este contexto y, a las puertas de la Gran Guerra, su situación estratégica
cobraba especial importancia, tanto por la aportación de materias primas nece-
sarias para la fabricación de armamento, como por su cercanía del estrecho de
Gibraltar. A pesar de la neutralidad española, Huelva se convirtió en un hervide-
ro de intrigas y espionaje, debido a la presencia de viceconsulados5 de las princi-
pales potencias europeas involucradas en el conicto y su puerto no escapará a la
vigilancia del mando alemán, a quien también le interesaba promover el mayor
número de conictos obreros, para perjudicar los intereses británicos y dañar la
aportación de mineral español a la causa aliada.
2. colonIas extranjeras en huelva. el consulado de austrIa-hungría. nIdo de
espías
A partir del siglo XIX, la industria minera experimentó un importante auge
gracias a la industrialización. Se multiplicaron las concesiones y explotaciones,
y comenzaron a llegar a la provincia industriales extranjeros atraídos por el ne-
gocio minero debido a las facilidades y seguridad que proporcionaba la Ley de
Bases sobre las Minas, aprobada en 1868 por el gobierno provisional de Prim
tras la Revolución de 1868. Esta ley suponía una auténtica desamortización del
subsuelo español resultado de la crónica necesidad de dinero del estado español
y que demostraba el insuciente desarrollo de una burguesía emprendedora en
España, pues la explotación del rico patrimonio minero vendrá principalmente
del capital extranjero, predominantemente británico6 y francés.
4 Ibidem, p. 175.
5 Aunque los consulados estaban en Sevilla, muchos países consideraron su extensión a Huelva
en forma de viceconsulados, lo que habla de la importancia económica que cobraba la ciudad.
6 “Vencidas las dicultades económicas, Hugh Matheson consigucrear un consorcio de -
nancieros internacionales para proceder a la compra de tales minas que se haría efectiva tres días
después de haberse proclamado la 1ª República.”. De esta manera comenzaba la aventura británica
en Huelva y su provincia. Domínguez Domínguez, Consuelo. Hugh M. Matheson. Un victoriano
en las minas de Rio Tinto. Huelva: Universidad de Huelva, 2019, p. 160.
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De este modo, la explotación de importantes yacimientos de cobre, hierro
y otros minerales subsidiarios había convertido a la provincia en un polo de
atracción para numerosas colonias extranjeras. Estas comunidades, procedentes
principalmente de Gran Bretaña, Alemania y Francia contribuyeron signicati-
vamente al desarrollo económico de la región, sobre todo por su relevancia en los
aspectos directivos, técnicos y emprendedores. Aunque también había ciudada-
nos italianos y austriacos, en bastante menor número, dedicados principalmente
a los negocios, y también trabajadores portugueses.
En el caso de la colonia británica, la más numerosa, tenía un gran impacto
social e inuencia política en la ciudad. Los alemanes, menos numerosos, eran
hombres de negocios relevantes y, de hecho, serán dos de ellos, Sundheim y
Doetsch7, los que convencerán al capital británico de la compra de las minas de
Riotinto o emprenderán la importante iniciativa de la construcción del Hotel
Colón. La colonia francesa, más pequeña que las anteriores, pero querida y re-
levante, va a aportar en el plano cultural la creación de una escuela francesa de
enseñanza primaria, aunque complementada con la enseñanza de francés para
adultos y para “señoritas”, en 1917, promovida por diversas sociedades mineras
y el consulado francés.
La importancia económica de Huelva como puerto y centro minero atrajo la
atención de otras potencias europeas, como Austria-Hungría, que también abrió
un viceconsulado en la ciudad que no dejo de tener importancia por ser centro
del espionaje alemán en España. Ernest Riehl, vicecónsul de Austria-Hungría,
un importante hombre de negocios austriaco, con intereses en la madera y otras
actividades, canalizaría todas las informaciones relevantes para Alemania. En
1917, con la declaración por el país germano de la guerra submarina sin restric-
ciones, más de 40 barcos fueron hundidos en las cercanías del puerto, supuesta-
mente con la información proporcionada por Riehl8.
Por todo esto, resulta que una pequeña ciudad de provincias, como Huelva, va
a ser foco de un alto interés por parte de los bandos combatientes, especialmente
cuando los frentes estaban estabilizados y se alargaba la guerra. Entonces, a la
guerra militar, se sumaba la guerra económica, es decir la capacidad de abastecer-
se de materias primas en mayor medida que el enemigo. En ese contexto, Huelva
y su capacidad minera tenían algo que decir. Para los alemanes será relevante
interceptar las salidas de mineral del puerto o, también inuir en los trabajadores
de las minas para dañar la producción. Los aliados, tenía que contrarrestar esto
con contraespionaje, aunque también mantenían la presión para que España en-
trara en la guerra a su lado, especialmente en el año clave de 19179.
7 Será la “oportuna” visita de Sundheim y Doetsch lo que terminó de convencer a Matheson de
la inversión. Ibidem.
8 No solo sería jefe del espionaje alemán en Huelva, sino también el responsable de enviar agen-
tes alemanes a Estados Unidos. Nielsen-Hidalgo, Enrique y Copeiro, Jesús. Huelva en la I Guerra
Mundial, p. 249.
9 “Teniendo en cuenta la «facilidad» con la que los submarinos alemanes entraban y salían de los
puertos españoles, el asunto se planteaba seriamente.” García Sanz, Fernando. España en la Gran
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3. la patrIa los llama
En agosto de 1914, en el diario La Provincia, se hace constar la llamada a
las de los residentes franceses y alemanes. Se trata de una publicación del 3 de
ese mes, pues este día es en el que Alemania declara la guerra a Francia e inva-
de Bélgica y Luxemburgo. La guerra, entonces, repercute directamente en los
ciudadanos de Austria, Francia, Alemania, y Gran Bretaña, que son llamados al
servicio militar y tienen que dejar su trabajo en Huelva. Esto tendrá consecuen-
cias económicas importantes pues se trataba de especialistas o directivos que no
podían ser sustituidos fácilmente.
El tres de agosto se emite en La Provincia, en la portada, una información
donde se especica que el consulado austriaco en Huelva exige a los ciudadanos
de esa nacionalidad presentarse en la ocina consular. En la siguiente página,
aparece la llamada al reclutamiento alemán, rmado por Luis Clauss, con la par-
ticularidad de aparecer en alemán, pues en este caso no es una noticia sino un
anuncio del consulado. El 5 de agosto, se habla de la marcha de franceses y alema-
nes en términos laudatorios pues “partirán hacia el teatro de la guerra personas
estimadísimas en nuestra provincia”. Aunque el periódico busca también infor-
marse de los alemanes que son llamados a las, sin conseguirlo, para dar notica a
los más allegados, la parte más afectuosa la reciben los franceses, con una emo-
cionada carta de Marcelo Cavignac al director del diario por la calurosa acogida
de los onubenses a la colonia francesa cuando Francia entra en guerra, algo que
se maniesta en la noticia recogida del día 3 donde se habla de una emocionante
despedida del pueblo onubense a los franceses que se marchan.
Es signicativo, en este sentir hacia los franceses, del que se hace eco La
Provincia, que no se reproduzca hacia la colonia inglesa y que, el mismo me-
dio periodístico, que es controlado por la compañía Riotinto y que siempre la
respalda en sus noticias cuando entra en conicto con los trabajadores, trate de
manera bastante formal la incorporación a las de los británicos. Los mismos
franceses que vivían en la provincia precisamente los veían altivamente aislados
de otros grupos sociales y criticaban el maltrato y superioridad que ejercían en
la población española.10
Por otra parte, nace una sección en este periódico que se denomina, “Las
salpicaduras de la guerra en Huelva”, donde se hace recoge el temor, no solo de
que se desplome la producción de mineral, puesto que la mayor parte de este se
enviaba a Alemania antes del conicto, sino de la falta de técnicos foráneos, im-
prescindibles en la explotación minera y otras actividades relacionadas con ella,
como los ferrocarriles.
Otro aspecto, como la edad de movilización militar, podía variar signicati-
vamente en función de los resultados esperados en los inicios de la guerra. Más
precavidos, los británicos la elevaban a 55 años, mientras que Austria-Hungría
Guerra: espías, diplomáticos y tracantes. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2014, pp. 279-280.
10 El gobierno francés apoyo la Huelga General de 1917 con la intención de que España entrase
en la guerra con los aliados. García Sanz, Fernando. España en la Gran Guerra…, pp. 237-238.
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bajaba a los 37 años como se recoge en número del 7 de agosto. Mientras, una
Francia invadida no se podía permitir no movilizar a quien estuviese capaz de
servir en el frente.
Paralelo a estas noticias, la prensa recogía numerosas informaciones sobre las
manifestaciones populares y desles militares, arropados por multitudes, en to-
dos los países donde se planteaban intereses en caso de conicto y que reejaba el
enorme impulso nacionalista que desde nales del XIX se manifestaba en Euro-
pa asociado a ideas cada más conservadoras y xenófobas. Desgraciadamente, solo
podemos contrastar en Huelva estas noticias con el diario La Provincia, pues
no existen los números correspondientes al mes de agosto de ese año del Diario
de Huelva, el otro gran periódico onubense y, aun menos, de otra prensa liberal,
republicana u obrera.
El impulso nacionalista de aquel entonces se podía palpar, pues existía un
fervor exacerbado. A partir de 1880 y hasta la Primera Guerra Mundial, el na-
cionalismo experimentó una transformación signicativa que se caracterizó por
cinco rasgos distintivos:
1. Primacía de la identidad étnica y lingüística: La denición de nación
se basó principalmente en el idioma y la cultura compartidos, relegando a
segundo plano otros factores como la religión o la historia.
2. Anhelo de autodeterminación: Cada nación aspiraba a formar un estado
propio, independiente de cualquier poder externo. Este deseo se tradujo en
la reivindicación del derecho de autodeterminación.
3. Enfrentamientos entre estados y nacionalismos periféricos: Los esta-
dos nacionales se enfrentaron a movimientos nacionalistas que buscaban
la independencia o la autonomía dentro de sus fronteras.
4. Revalorización de la cultura popular y el derecho consuetudinario:
Se produjo un resurgimiento del interés por las tradiciones, costumbres y
leyes ancestrales de cada pueblo.
5. Desplazamiento hacia la derecha del movimiento nacionalista: El na-
cionalismo se asoció cada vez más con ideas conservadoras, xenófobas y,
en algunos casos, abiertamente racistas.
Tras la Primera Guerra Mundial, el “principio de nacionalidad” impulsado
por el presidente Wilson condujo a la creación de nuevos estados-naciones:
o Rediseño de fronteras territoriales: Se buscaba que las fronteras coinci-
dieran con las identidades nacionales, lo que llevó a la reconguración del
mapa europeo.
o Estados multiculturales: Los nuevos estados no eran tan homogéneos
como se esperaba, con grandes minorías étnicas que podían verse margi-
nadas o discriminadas.
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o Minorías en riesgo: Los grupos minoritarios podían ser objeto de deporta-
ción, expulsión o incluso aniquilamiento, como en el caso del nazismo en
Alemania.11
4. La Provincia: hIstorIa de huelva
La Provincia era uno de los grandes periódicos históricos onubenses, junto
con el Diario de Huelva, con capacidad para cubrir las noticias que empezaron
a llegar del magno conicto. En este contexto bélico, la inmediatez de las noticas
provenientes de la guerra hacía necesario la utilización de los medios técnicos
a disposición de la prensa en este periodo. Por eso no es de extrañar que los
acontecimientos que se iban produciendo se recogiesen en el apartado: Servicio
telegráco y telefónico, lo que tenía la ventaja de su rapidez, pero que se hacía
difícil a medida que se desarrollaba el conicto por la censura, las informaciones
cruzadas, simplemente falsas o que no se permitía emitirlas.
Editado entre 1874 y 1937, a lo largo de su existencia llegó a ser el principal
diario en la capital onubense, si bien en sus inicios tenía tirada en los días pares,
luego paso a ser diario. Considerado el decano del periodismo y con gran circu-
lación en toda la provincia, lo que resaltaba su valor, no solo como informador
nacional e internacional, sino también como creador de una opinión pública en
el ámbito onubense, pues también aportaba un importante contenido local. Esto
era más evidente por cuanto en Sevilla, importante ciudad cerca de la cuenca
minera, el periódico de mayor inuencia, el ABC, era declaradamente germa-
nólo12.
Este interés británico dio lugar a una fuerte vinculación del diario con la Rio
Tinto Company Limited, llegando a controlarlo totalmente. Al capital britá-
nico, le interesaba inuir en la vida de la provincia y, sin duda, un diario de
prestigio era una magníca forma de hacerlo. De aque, nada más empezar la
guerra, su actitud, expectante al principio, derivaría en un claro apoyo y simpa-
tía hacia los aliados13. Por otra parte, el apoyo económico facilitaba su estabili-
dad, contrastando con el carácter efímero de otro tipo de prensa como podía ser
la obrera14.
11 Sepúlveda Muñoz, Isidro. “La investigación del Nacionalismo: evolución, temas y metodolo-
gía”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie V- Historia Contemporánea, 9 (1996), pp. 315-336.
12 Avery, David. Nunca en el cumpleaños de la reina Victoria: historia de las minas de
Río Tinto. Huelva: Diputación Provincial de Huelva, 2010, p. 324.
13 Es signicativo cómo, cuando estalla la guerra entre Francia y Alemania, y son llamados
a las los residentes en Huelva de ambas nacionalidades, el diario solo expresa simpatía hacia los
reclutas franceses. La Provincia, 3 de agosto.
14 El otro periódico que disfrutó de una gran estabilidad y tirada durante la Restauración fue el
Diario de Huelva, más independiente que La Provincia, “aunque siempre fue proclive a las ideas
conservadoras.” La más inestable fue la prensa obrera por las dicultades económicas y las trabas
que se ponían a su difusión por las clases gobernantes. A esto se une la alta tasa de analfabetismo de
los trabajadores, que las organizaciones obreras intentaban corregir a través de la creación de las “ca-
sas del pueblo” socialistas o lo “ateneos obreros” anarquistas. Díaz Domínguez, Mari Paz. Historia
de la prensa escrita de Huelva. Huelva: Ayuntamiento de Huelva, pp. 134 y 173-185.
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Uno de los aspectos que más llaman la atención de La Provincia, es la am-
plitud y variedad de noticias que llegaba a ofrecer, hecho que abocaba a una
fuerte difusión de sus contenidos, no solo leído por aquellos que podían estar
más de acuerdo con lo que hoy se llamaría línea editorial. Era importante para
un diario de prestigio tener una amplia información cultural que podía ser inte-
resante para una variedad de públicos, pue si bien las referidas al teatro o música
culta subrayaba su carácter elitista, las que abarcaban los toros o festejos locales
tenían carácter popular. Y, por cierto, aportaba este diario un atractivo raro en
la prensa, la aportación de imágenes. Y resulta interesante el foco en el mundo
femenino, tal y como lo entendía la sociedad burguesa, con un amplio repertorio
de informaciones sobre moda15. También era inusual y prestigioso en un periódi-
co de provincias la gran cantidad de noticias de ámbito nacional e internacional.
Dentro de ese abanico de noticias, dejando aparte las del largo conicto mili-
tar, habría que resaltar las de carácter local de Huelva capital o del entorno pro-
vincial, por cuanto nos informan del pulso de la vida cotidiana y de los conictos
sociales que se sucedían en este periodo, algunos derivados de la misma guerra,
como el aumento de los precios o el enardecimiento de la clase obrera por el
ejemplo de la revolución rusa. Hay que recordar que había una sección sobre los
sucesos de la cuenca minera y que, por lo dicho anteriormente, las noticias de La
Provincia respaldaban siempre la postura de la compañía británica16. La crítica
a la poderosa compañía, que intentaba contrarrestar La Provincia, no solo vino
de los medios obreros, pues se puede decir que la RTLC, aparte de la producción
minera y los conictos laborales con los trabajadores, ejercía un poder caciquil
que alarmaba a los mismos caciques de Madrid17, quizás porque era un caciquis-
mo menos manejable que otros, y las críticas a ese poder no solo vinieron de los
medios obreros.
5. declaracIón de guerra y eduardo dato
Visto con perspectiva histórica, la guerra entre potencias europeas parecía un
hecho largamente anunciado, simplemente basta jarse en la formación de alian-
zas, el incremento del gasto militar o los planes secretos de las mismas naciones
que luego entrarían en guerra. Sin embargo, no parece ser eso lo que se transmitía
a través de la prensa por los mismos políticos que, a decir verdad, habían creado
grandes expectativas en un desenlace militar y que empujaban y, a la vez, eran
empujados por la misma población, presa de un nacionalismo agresivo y belige-
15 Ibidem, p. 81.
16 Las protestas y acciones obreras siempre se veían como la continuada manera de “…poner,
una vez más, en jaque a la empresa, autoridades locales y gobierno…” La Provincia, 27 de julio
de 1914.
17 Una de las grandes guras de la Restauración respecto a la manipulación electoral, Romero
Robledo denunciaba en el congreso el omnímodo poder de Browning en la comarca minera. Véase
Peña Guerrero, Mª. A. “Caciquismo y poder empresarial. El papel político de las compañías mine-
ras en la provincia de Huelva (1898-1923)”, Trocadero. Revista del Departamento de Historia
Moderna, Contemporánea, de América y del Arte, 1 / 5 (1993), p. 321.
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rante. Incluso, en las vísperas del conicto, se daban mensajes de que era muy
posible una solución pacíca.
Por otra parte, era lógico que se mantuvieran ocultas las intenciones, en lo
posible, para preparar un posible ataque, si bien la prensa recogía movilizaciones
de ejército y armada en diferentes países, así como manifestaciones populares
no precisamente en favor de evitar una guerra18. A pesar de ello, las noticias que
falsamente se transmitían sobre negociaciones y buena voluntad para solucionar
el problema19, parece que tenían buena acogida por la prensa y los gobiernos de
los países neutrales. Es de creer que en los integrantes de las alianzas la tónica era
la desconanza.
Las declaraciones de Eduardo Dato a la prensa siempre van en esa línea de op-
timismo, recogiendo ingenuamente los mensajes que transmitían las cancillerías
de otros países. Un día antes de que Austria-Hungría declarase la guerra a Serbia,
manifestó que Austria estaba negociando para evitarla, pero, aún más curioso, el
día de la declaración de guerra, aparece otro artículo donde Dato maniesta ante
periodistas que no es particularmente pesimista20.
Los esfuerzos gubernamentales siempre se encaminaron hacia la neutralidad
y había buenas razones para ello: el debate entre germanólos y aliadólos fue
muy intenso en el país, lo que dicultaba una acción política en favor de uno
de los bandos. Tampoco estaba en ninguna de las alianzas y su esfuerzo militar
se centraba en la ocupación del protectorado de Marruecos, donde encontraba
grandes dicultades, a lo que habría que añadir que se preveía que la guerra trae-
ría consigo grandes benecios a la economía española, como así fue. Con todo,
no faltaron las manifestaciones acaloradas y enfrentamientos ideológicos entre
los partidarios de uno y otro bando, como demuestran los dos mítines en la plaza
de toros de Madrid, al inicio de la guerra, que convocaron a unas 20.000 personas
en apoyo de cada bando. Pero también habría que recordar que el enfrentamien-
to no fue solo al nivel de la palabra21. En cualquier caso, los dos partidos dinás-
ticos estaban de acuerdo en la neutralidad22, más allá de las preferencias de los
18 En La Provincia se habla de manifestaciones patrióticas en Francia y la movilización ita-
liana, un día antes de la declaración de guerra de Austria a Serbia. El mismo día de la declaración,
se recogen movilizaciones de Alemania, Gran Bretaña y Rusia. La Provincia, 27 de julio de 1914.
19 También, un día antes de la declaración de guerra austriaca, los comerciantes alemanes en
París piden instrucciones a su embajador sin que éste les aclare ninguna duda y les aconseja que
sigan con su actividad habitual. Ibidem.
20 “...ha dicho que las impresiones particulares que tiene sobre el conicto internacional no son
tan pesimistas como las que reejan la prensa.” La Provincia, 28 de julio de 1914.
21 “Algunas fuentes documentales… atestiguan problemas de orden público causados por las
pasiones levantadas por la Gran Guerra en la sociedad española.” Acosta López, Alejandro. “Alia-
dólos y germanólos en el pensamiento español durante la Primera Guerra Mundial. Balance his-
toriográco de una Guerra Civil de palabras”, Studia historica. Historia contemporánea, 35
(2017), pp. 365-366.
22 Solo hubo un momento en que se pudo frustrar la neutralidad, cuando el conde de Roma-
nones quiso la entrada en la guerra a favor de los aliados con la baza del hundimiento de barcos
españoles por los submarinos alemanes, provocado por la decisión del estado mayor alemán de
declarar ese año la guerra submarina sin restricciones. Fuentes Codera, Maximiliano. “Germanólos
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políticos que los integraban y esto era así a pesar de las dicultades internas para
formar gobierno por el continuado fracaso de los gobiernos de concentración,
que se sucedían rápidamente.
En Huelva, la posición dominante de los ingleses y su connivencia con la clase
burguesa local decantaba fácilmente la balanza ideológica y de comunicación a
favor de los aliados y más teniendo en cuenta que para los trabajadores indus-
triales el único interés se centraba en la reivindicación de sus intereses laborales.
En todo caso, el obrerismo podía denunciar la guerra en sí, que como todas las
guerras tachaban de imperialista. Por eso, para celebrar el armisticio, se da una
gran celebración en la Casa Colón, donde asisten las personas más relevantes de la
sociedad onubense de toda la provincia, tal y como explico en otro de los puntos.
6. la vIda en la cuenca mInera de rIotInto
Aunque los conictos en la minería son inherentes a la misma explotación
minera a gran escala, se puede decir que la Primera Guerra Mundial vivió un
recrudecimiento de los mismos23, sucediéndose las huelgas durante este periodo,
hasta alcanzar el cénit en la Huelga General de 1917, si bien el cambio de escena-
rio, tras la nalización de la misma, con importantes variaciones en las relaciones
de oferta y demanda por la aportación de nuevos productores de cobre, conduci-
ría, de nuevo, a los graves conictos obreros iniciados en 1920.
Hay que tener en cuenta que poco antes del conicto mundial, durante el
otoño de 1913, la cuenca sufrió una huelga general seguida masivamente y que
obligó a la compañía a negociar y hacer algunas concesiones a los trabajadores.
En este hecho tiene mucho que ver la fundación del Sindicato Minero de Rio-
tinto en 191324, adscrito a la Unión General de Trabajadores (UGT) y de su líder
sindical, Eladio Fernández Egocheaga, partidario del enfrentamiento sindical
y la acción obrera. En realidad, esta pequeña conquista obrera, aparte de consi-
derarse insuciente, contribuía a creer en las posibilidades de la lucha sindical.25
y neutralistas: proyectos tradicionalistas y regeneracionistas para España (1914-1918)”, Ayer, 91
(2013), pp. 65-66.
23 “La primera guerra mundial fue, a su vez, época de continuos conictos laborales en Río
Tinto. Las huelgas se sucedían unas otras en rápida sucesión.” Avery, David. Nunca en el cumplea-
ños de la reina Victoria…, p. 294.
24 “La fundación del Sindicato Minero de Riotinto en 1913, adscrito a la Unión General de
Trabajadores (UGT), marcó el inicio de la lucha sistemática y la acentuación de las protestas en
la comarca. Los trabajadores encontraron al líder ideal para canalizar sus aspiraciones de huelga
general en el socialista Eladio Fernández Egocheaga, enviado por Vicente Barrio para organizar
sindicalmente a los mineros de Riotinto. Éste organizó un sindicato de base múltiple, del que fue
secretario y presidente, a n de disputar a la compañía su hegemonía.” Baena Sánchez, Francisco.
“La formación de la clase obrera en las minas de Riotinto, Huelva (1913-1920). Una aproximación
desde la cultura y la comunicación social”, Redes.com: Revista de estudios para el desarrollo
social de la Comunicación, 5 (2009), p. 190.
25 La capacidad de convocatoria del sindicato fue enorme, de tal manera que había que encon-
trar un lugar para las multitudinarias convocatorias. “Con una capacidad para 14.000 personas en
los tendidos, la plaza de toros de Nerva era el único recinto de la cuenca minera que tenía el aforo
suciente para acoger los actos multitudinarios del sindicato. Además, la estructura circular de sus
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La creciente conictividad vendría recogida elmente en la prensa y, como
ya anticipé en un punto anterior, en el diario La provincia se iba recogiendo en
una sección del mismo. Y es que, las minas de Riotinto ya no solo contribuían
al benecio de una empresa, sino que pasaban a ser un sector estratégico del
gobierno británico en sus esfuerzos para vencer en la guerra, que se veía obliga-
do a contrarrestar la propaganda alemana, favorable a crear desequilibrios en la
cuenca minera.
Aunque en este sentido, la conictividad laboral tenía sus propias razones
porque, pese a los altos benecios26 de la empresa a medida que transcurría la
guerra, los obreros vieron empeorar su situación económica pues la inación que
supuso la contienda, rebajo el poder adquisitivo de las clases populares, lo que
tuvo como consecuencia el incremento de la inestabilidad y del malestar social.27
La escalada de conictos en la cuenca no pasó desapercibido al gobierno de
Dato, que enviaría una comisión de investigación con la nalidad de emitir un
informe y sugerir medidas que aliviasen la vida de los obreros28, pero que no
fueron aplicadas por la compañía. Aunque esto no era de extrañar, puesto que
la relación de Browning con Dato era buena29 y la compañía tenía en nómina
gradas en torno al ruedo, donde se ubicaba la tribuna de los oradores, permitió concentrar a las
masas de obreros en un espacio reducido y facilitaron su exaltación. Y todo fue posible gracias a la
negociación que el ingenioso Félix Lunar mantuvo con los propietarios de la plaza, la familia Her-
nández”. Baena Sánchez, Francisco. “La formación de la clase obrera en las minas de Riotinto…”,
p. 198. El mismo día de la declaración de guerra de Austro-Hungría, el diario La Provincia, recogía
un multitudinario mitin en Nerva donde se recogen las conclusiones de lo que tiene que ser la lucha
obrera. Precisamente, la sección donde se encuadra se denomina, Otra vez lo de Rio Tinto, lo que
habla por sí solo de los continuos conictos sindicales. La Provincia, 3 de agosto de 1914.
26 “La Primera Guerra Mundial resultó un buen negocio para la compañía, a pesar de los pobres
resultados de 1914 y 1915. Los precios del cobre superaron la barrera de las 130 libras/Tm., compen-
sando con creces el cese de las exportaciones a Alemania y la bajada de la producción. El gobierno
británico, además, concedió un protagonismo destacado a Río Tinto en la reorganización del mer-
cado. López-Morell, Miguel A. “Los Rothschild en Río Tinto. Propiedad y control en El gigante
minero”, en Agustín Galán García (ed.), La presencia “inglesa” en Huelva: entre la seducción y
el abandono, Sevilla: UNIA, 2011, p. 86.
27 Para colmo de males para la compañía, en la mina la situación sociolaboral se había deterio-
rado extraordinariamente por la escalada inacionista que sufrió la España de la época. El director
de la mina, Walter Browning, trató de aliviar la situación aumentando la subvención a sus tiendas
para sus obreros. Pero no bastó y la tensión fue aumentando a lo largo de 1919, para terminar esta-
llando a inicios de 1920. Ibidem, p. 88.
28Dato encargó un estudio de la situación a un delegado suyo, Leopoldo Palacios, que ya
había sido enviado en 1915 por el gobierno para mediar y en el que los obreros habían conado. No
obstante, después del informe de 1915, la Compañía no había impulsado ni una sola medida correc-
tiva y el Gobierno lo había permitido. El descontento de la cuenca minera se aanzaba.” Ferrero
Blanco, María Dolores. “De la primera Guerra Mundial a la Huelga minera de Riotinto de 1920: el
problema salarial y las negociaciones entre empleados y RTC”, Revista de Estudios Regionales,
68 (2003), p. 286.
29 Es bien conocida la buena relación de Eduardo Dato con el director general nombrado por
Fielding, W. Browning, que fue determinante para garantizar la paz social en la comarca minera
ante cualquier eventualidad. López-Morell, Miguel A. “Los Rothschild en Río Tinto. Propiedad y
control …”, p. 87.
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a hombres inuyentes en el gobierno, de ahí que el informe solo se viese como
meras sugerencias, si bien, nalmente, la compañía, tuvo que hacer algunas con-
cesiones ante la elevada inación.30
A esto habría que añadir que, con el aumento de la conictividad, también
empeoró el ambiente de vigilancia y represión, respaldados por las autoridades
españolas. En estas circunstancias, no es de extrañar que se sucedieran diversos
ataques contra la vida del director general de la compañía, Walter Browning.31
Uno de los momentos extremos de la lucha obrera durante la IGM fue la
huelga general de 1917, logrando paralizar prácticamente toda la provincia, in-
cluyendo los talleres y actividades portuarias de Huelva capital. A diferencia de
otras importantes huelgas, ésta se enmarcaba dentro del ámbito nacional, pero,
a su vez, este acontecimiento tenía mucho que ver con las consecuencias deriva-
das de la guerra, por un lado, y los acontecimientos en Rusia, por el otro, hecho
capital este último para exaltar la conciencia obrera. Con todo, las circunstancias
políticas que vivía España en esos momentos se podían calicar de extremas al
aorar todos los males del sistema de la Restauración32, señalado por su constante
y generalizada corrupción, donde incluso la prensa progubernamental, como La
Provincia de Huelva, se hacía eco de ella. El país parecía ingobernable y los anó-
malos y efímeros gobiernos de concentración se sucedían impotentes. Aún más
anomalía eran las Juntas de Defensa, donde los militares se hacían portavoces
políticos como en el siglo XIX y cuya rebeldía y desafío al gobierno encontraba
simpatías incluso en el mundo obrero.
Es por estas variadas razones que el socialismo, a través de la UGT, prepa
una huelga general, que contaría también con el apoyo anarquista y de los repu-
blicanos, para noviembre, pero que se tuvo que adelantar a agosto, lo que la hizo
carecer de suciente preparación y que pudiera ser más fácilmente manejada por
el gobierno, no respondiendo a las expectativas creadas por los líderes obreros,
pues tras seis días de duración fue duramente reprimida.
En Huelva, paradójicamente, esta huelga surge cuando el movimiento obrero
estaba más debilitado respecta a años anteriores, especialmente por las disiden-
cias dentro del sindicato minero33 y la realización de la huelga se explica más por
30 “Las protestas y paros puntuales obligaron a la Compañía a responder con una serie de
concesiones: en primer lugar, el mantenimiento de los precios de preguerra en los economatos; en
segundo lugar, conceder una prima del 10% por el encarecimiento de la vida desde 1915, aunque se
advertía que sería retirada cuando bajaran los precios.” Ferrero Blanco, María Dolores. “De la pri-
mera Guerra Mundial a la Huelga minera de Riotinto de 1920…”, p. 284.
31 Avery, David. Nunca en el cumpleaños de la reina Victoria: historia de las minas de
Rio Tinto. Huelva: Diputación Provincial de Huelva, 2009, pp. 294-295.
32 Peña Guerrero, María Antonia, de Lara Ródenas, Juan Carlos y Domínguez Domínguez,
Rosa María. “Huelva y la crisis de 1917”, Huelva en su historia, 3 (1990), pp. 451-459.
33 “En vísperas de la huelga de 1917, el Sindicato estaba prácticamente descabezado y perdía
fuerza poco a poco. Se había quedado sin agitadores, sin oradores y sin periodistas. Sólo tenía a su
alcance el recurso del paneto noticioso. Pero resultaba insuciente. Era el comienzo del n.” Bae-
na, Francisco. “Colonialismo y comunicación. La política informativa de la Compañía británica en
las Minas de Riotinto, Huelva (1913-1920)”, Zer, 23 (2007), p. 49.
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el impulso nacional que, como sucedía antes, por las reivindicaciones locales. De
hecho, la huelga empezó en la provincia dos días después, el 15 de agosto, cogien-
do por sorpresa a los propios dirigentes sindicales onubenses, siendo detenidos
muchos de ellos el mismo día 15 y, por tanto, descabezando la protesta.
Los peores incidentes se dieron en la cuenca y en la capital, estos últimos más
ruidosos, pero menos graves que los primeros, donde el ejército y la patronal34 se
emplearon a fondo para reprimir la huelga. En todo esto, también tiene que ver
el rápido despliegue de tropas facilitado por el retraso del comienzo de la huelga
en la provincia, pues ya hacía tiempo que el lugar era señalado como conicti-
vo35. Huelva volvía a la normalidad con una facilidad asombrosa.
8. la vIda cotIdIana en huelva
En este sentido, no se puede decir que la guerra afectara demasiado a la vida
cotidiana de la urbe. A nivel popular, la gente solo se enteraba de la guerra por los
actos que se podían celebrar en homenaje a algún personaje o causa relacionado
con ella. Más interesado podía estar la colonia inglesa, francesa y alemana de la
ciudad, que coincidían en diversos establecimientos, como el café Viena, sin que
hubiese ningún desorden público a causa del enfrentamiento entre sus naciones.
Durante este periodo, no cambió fundamentalmente los modos de vida que
tenían los onubenses de la capital, que si fueron más agitados en la cuenca minera.
La vida en las plazas y los casinos, tabernas y calles no difería de la que llevaban
antes del conicto. Los tres grandes hitos del año, carnaval, estas colombinas y
la Semana Santa36 continuaban su curso y una alegría festiva se apoderaba de las
calles mientras que la población acudía masivamente a los espectáculos en esas fe-
chas, como las populares corridas de toros donde grandes carteles taurinos, como
los mano a mano entre Joselito y Belmonte. Igualmente, las representaciones
teatrales populares o cultas, el circo o las competiciones deportivas fomentadas
por la colonia británica, se desarrollaban sin ningún contratiempo.
No obstante, el inicio de la guerra sí podía apuntar a un panorama sombrío en
la vida de los onubenses. El cuatro de agosto, Gran Bretaña declaraba la guerra a
Alemania, uno de los principales compradores de mineral de la provincia, y todo
34 “Finalmente, si la disuasión de las tropas o la propia desorganización interna no habían
bastado para acabar con el último foco rebelde, el hecho decisivo en la resolución del conicto fue
la llegada de Mr. Walter J. Browning, director de la Compañía. Su entrevista con los obreros –y la
mediación, por lo demás habitual, del Gobernador civil– debió ser lo sucientemente amenazante
como para acabar de forma plena con el movimiento huelguista.” Peña Guerrero, María Antonia,
Lara Ródenas, Juan Carlos de, y Domínguez Domínguez, Rosa María. “Huelva y la crisis de 1917”,
p. 485.
35 El Diario de Huelva, en el número del 3 de abril de 1917, recoge la noticia de la creación de
un cuartel en la ciudad con la concesión de unos terrenos para tal actuación.
36 Calvo Lázaro no consigna ninguna incidencia en este periodo bélico en su estudio sobre
las hermandades penitenciales, aparte de los derivados de la propia evolución de las mismas (Calvo
Lázaro, Rocío, Historia de las Hermandades penitenciales de Huelva y de su imaginería
sacra fundadas durante el Antiguo Régimen hasta la Guerra Civil Española. Huelva: Ayun-
tamiento de Huelva, 2022).
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se volvía incertidumbre por la extensión del conicto, al no estar asegurado un
movimiento normal del tráco marítimo. Ese mismo día encabezaba la portada
de La Provincia una sección denominada: Las salpicaduras de la guerra en
Huelva, donde a manera de editorial se expone sobre la gravedad de la situación
creada por la guerra y la reunión de las principales autoridades y personalidades
de la ciudad para abordar el problema. En un segundo artículo, rmado por José
Tejero y dirigido al presidente del consejo de ministros y otros titulares de mi-
nisterios relacionados con la economía, aún se presenta más cruda la situación
cuando augura que “…más de ¡VEINTE MIL FAMILIAS! quedarán, por fuerza,
dentro de unos días, arrojadas a la miseria por falta de trabajo.”37
Aunque estas predicciones no se cumplieron, la guerra afectaría a los precios
y el poder adquisitivo de la clase trabajadora, más propensa, por tanto, a las huel-
gas y protestas, aunque también con una mejor organización de los trabajadores
que les permitirá organizar economatos, prensa o centros de salud propios. En
la ciudad de Huelva se va a reejar este problema con la creación de una junta
de subsistencias en la provincia, dependiente de los ministerios de Fomento y
Trabajo38 que se coordinaba con las alcaldías para poder aliviar la carestía y los
precios de los bienes esenciales, situación que empezó en el otoño del 17 y que
aun empeorará en los comienzos del 1839. Por otra parte, se establecen asociacio-
nes de caridad y la prensa recoge los nombres de los generosos donantes con estos
nes, que siempre tienen nombre de mujer y a las que se menciona como “damas
caritativas”, cuya labor parece dispararse con los estragos de la gripe en la ciudad,
como se puede apreciar en los números de los meses otoñales40. Estragos que, sin
embargo, no impidieron la celebración de las distintas estas y espectáculos, a
pesar de la recomendación de la junta provincial de salud.
Por último, reseñar aspectos curiosos de la vida onubense para el lector ac-
tual y que reseñan Copeiro y Nielsen en su trabajo sobre Huelva y la I Guerra
37 La Provincia, 4 de agosto de 1914.
38 En el número del 1 de octubre de 1917, se reeja esta cuestión en la portada, donde el alcalde
espera informes de la Junta de Subsistencia para poder actuar y hace saber que hasta ahora su labor
se limita a la vigilancia de la policía municipal de los mercados para evitar los fraudes o la emisión
de “papeles de socorro” para los pobres. La Provincia.
39 “La situación en España al iniciarse el último año de guerra, aunque pareciera imposible, era
peor de lo que había sido el año precedente: “Comenzó el año nuevo bajo malísimos auspicios; el
frío era intensísimo; el temporal de nieves, cruel, dicultando más la vida, por la carestía y escasez
de subsistencias, que aumentaba con la dicultad de los transportes.”
“Las protestas por la falta de subsistencias y el encarecimiento de los productos básicos esta-
llaron en numerosas capitales españolas, con el protagonismo de las mujeres, a partir del día 11 de
enero. La represión fue dura y, de nuevo, las calles se tiñeron de sangre con muertos, heridos y
numerosas detenciones. El Gobierno arbitró nuevas medidas contra los acaparadores, obligando a
que se hicieran públicas con exactitud las cantidades de los productos básicos que estaban almace-
nados. El éxito fue el mismo que en ocasiones anteriores: ninguno.” España en la Gran Guerra:
espías, diplomáticos y tracantes. García Sanz, Fernando. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 2014,
pp. 292-293.
40 En los números de noviembre de 1918 de La Provincia se suele insertar una larga lista de
donantes calicadas así.
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Mundial, como las frecuentes quejas por las mordeduras de perros41 o la prohibi-
ción de los juegos de azar, mientras que se permitían las peleas de gallos, donde
presumiblemente, al igual que en esto juegos prohibidos, habría apuestas más o
menos importantes.
9. los clauss en huelva
Un capítulo aparte supone la presencia de los Clauss en Huelva en relación a
la Gran Guerra. El padre, Ludwig Clauss, prosperó en los negocios de procesados
de abonos agrícolas y fue cónsul honorario alemán durante el conicto, si bien el
espionaje alemán recaía en su homólogo austriaco, Ernst Riehl.
Cuando empieza la guerra, los dos hijos varones, Ludwig y Adolf, que se
encontraban entonces en Alemania, están en edad de servir en el ejército, como
así fue, aunque Adolf con solo 17 años lo hará como voluntario en contra de la
voluntad paterna. Ludwig fue enviado al frente oriental, mientras que Adolf fue
captado para los servicios secretos para una misión, que se abortó al ser detenido
en la playa de pinar, cerca de Santa Pola, en Alicante. De aquí surgiría una de las
noticias más sonadas de un acontecimiento que se enmarcaba dentro de la guerra
en un país neutral.
Una maleta que le fue conscada tenía explosivos y detonadores por lo que se
trataba de una operación secreta de sabotaje. La cuestión para los historiadores
era el objetivo de este. Era posible que con esa maleta llevase un plano42 que lo in-
dicase, pero si es así, éste desapareció. Sin embargo, Copeiro y Nielsen, deducen
que el objetivo debía estar en Huelva, lugar de su infancia, y serían los intereses
mineros británicos y, por qué no, el muelle del Tinto, si bien habría objetivos
más asequibles en la cuenca minera, como podía ser el puente de Santa Rosa43.
Ambos hermanos tendrían también un papel importante en la II Guerra Mun-
dial, como espías alemanes en Huelva, si bien esto queda fuera de este estudio.
10. FIn de la guerra a través de la prensa. revolucIón sovIétIca e Interven-
cIón de eeuu
El n de la guerra fue realmente tormentoso. La guerra económica perjudica-
ba particularmente a Alemania que tenía problemas para abastecerse y lo mismo
41 La Provincia, en el número del 6 de noviembre, consigna una pequeña noticia sobre la
mordedura de un perro a una señora de 50 años que le produjo un “desgarro en la mano derecha”.
En todas las referencias de mordeduras, no parece que sea nada grave, a excepción que se pudiese
transmitir la rabia en caso de portarla el perro. Es interesante observar que, en estas quejas, la
solución pase únicamente por el sacricio de los perros. Esta relación, del pueblo español con los
perros y los gatos, llamaba la atención de Gerald Brenan, que contrastaba con el sentir inglés. Así,
reseñaba como niños y jóvenes cometían las mayores crueldades con estos animales domésticos ante
la indiferente mirada de sus mayores. Brenan, Gerald. Al sur de Granada. Barcelona: Tusquets,
1997, p. 115.
42 Nielsen-Hidalgo, Enrique y Copeiro, Jesús. Clauss. Un agente alemán en la Huelva de la
II Guerra Mundial. Huelva: Edit. Niebla, 2018, p. 39.
43 Nielsen-Hidalgo, Enrique y Copeiro, Jesús. Huelva en la I Guerra Mundial, p. 290.
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ocurría con Rusia, especialmente en las grandes ciudades. En ambas naciones se
desatarían revoluciones que terminarían con el carácter imperial de sus estados.
El abandono de la guerra por parte de Rusia supuso un alivio para Alemania
por no tener que dedicar más esfuerzos bélicos en el frente oriental que, por otra
parte, tenía bien controlado. Sin embargo, ese favorable acontecimiento no podía
contrarrestar la entrada en guerra de los Estados Unidos a favor de los aliados
y tampoco mejoraba la capacidad de abastecimiento para la población alemana,
bloqueada por la ota británica.
De hecho, el alargamiento de la guerra y la dicultad de suministro de ali-
mento para la población fue lo que determinó que Hindenburg decretara la gue-
rra submarina sin restricciones44, provocando un enorme daño a la ota mercan-
te aliada, pero también la entrada en la guerra del país americano empujado por
la opinión pública, pues Estados Unidos era un gran suministrador de materias
primas a los países aliados y, por ello, sus mercantes, objetivo alemán.
La rma del armisticio con Alemania y Austro-Hungría, en noviembre del
18, recogido en los principales diarios onubenses, venía precedido de noticias
bélicas a lo largo de ese año que exponían las recurrentes derrotas y retiradas de
las tropas de las potencias centrales, especialmente en el frente occidental donde
el desembarco de tropas americanas rompía un frente estabilizado durante tres
años, provocando la retirada alemana y decidiendo el curso de la guerra.
Quedarían seis largos meses hasta la paz denitiva con Alemania en junio del
19. En ese tiempo no se dejaron de dar informaciones sobre las negociaciones
entre los países aliados, que ya se sabían vencedores, y la convulsa Alemania, que
se había convertido en una república que, a duras penas, había contenido una
revolución social que emulaba el ejemplo bolchevique, en tanto que los franceses
recuperaban Alsacia y Lorena, evaluaban sus daños y preparaban una paz don-
de, como nación más perjudicada, tenían derecho a la imposición de muy duras
medidas contra Alemania45. Medidas que fueron muy criticadas por la población
alemana, donde se habla de la coacción del presidente americano, Wilson, para
que los representantes alemanes rmaran la paz46. Era evidente, que se trataba de
una paz que se consideraba injusta y humillante por los mismos dirigentes ale-
manes, pero que era también criticada por ese motivo por una parte de la prensa
de los países vencedores.
En Huelva, tanto La Provincia como el Diario de Huelva, recogían todas
las noticias sobre el tratado, la paz y sus repercusiones, aunque no entraban en
44 En el número del 2 de abril de 1919 del Diario de Huelva, se recogen declaraciones de
Guillermo II desde su exilio en Holanda justicando la absoluta necesidad de la guerra submarina
por la enorme carestía de la población. Sin duda también presagiando lo que vendría después sino
se actuaba.
45 En este mismo número, ya se habla de que Francia tiene derecho a explotar las minas del
Sarre, al quedar destruidas sus minas del norte, así como se expresa la necesidad de que Francia sea
la mayor indemnizada por Alemania. Diario de Huelva.
46 “…al amenazar a un pueblo hambriento con medidas coercitivas para obligarle a rmar.”
Diario de Huelva, 3 de julio de 1919.
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cuestiones críticas. Con todo, se podía apreciar el tono favorable del primero por
los vencedores, donde se recogían ampliamente las celebraciones que se dieron
en Huelva y la provincia, frente a la neutralidad del segundo. De hecho, los onu-
benses por sí mismos fueron bastante indiferentes o, al menos, poco pasionales,
respecto a la guerra y, tan solo participaban de alguna manera cuando había
alguna manifestación pública a favor de uno u otro bando, pues España era neu-
tral, y más por el ambiente festivo o de celebración que por ser algo que pudiese
afectarles47.
11. lagrIpe española
La mal llamada “Gripe española”, pues hoy los historiadores están de acuerdo
en su procedencia norteamericana, expandida en Europa principalmente por los
soldados estadounidenses, que llegaron masivamente al viejo continente cuando
la nación americana declaró la guerra a Alemania en 1917, fue conocida inter-
nacionalmente a través de la prensa española, por la razón de que su neutralidad
hacía posible que no se censurasen este tipo de noticias.
A España llegó traída, en gran medida, por los numerosos vendimiadores y
otros trabajadores que regresaban de Francia, necesitada de mano de obra forá-
nea por la guerra. A partir de aquí, se va tomando consciencia de los contagios
y de la virulencia de la pandemia cuando empiezan a multiplicarse las muertes
por toda la geografía española y llegando hasta las más remotas zonas rurales.
Los intentos de buscar un remedio efectivo para el virus, con vacunas o medi-
camentos de laboratorio, resultaron del todo inútiles y las autoridades buscaron
medidas clásicas, como el cuidado de la higiene o evitar aglomeraciones. Pero
las recomendaciones no se seguían e imponer medidas drásticas como prohibir
procesiones, estas patronales, corridas de toros, representaciones teatrales, cine
u otros espectáculos se descartaron. Otros mandatos gubernamentales eran con-
tradictorios como cerrar los centros públicos de enseñanza cuando se permitían
otro tipo de reuniones como en los casinos48. Incluso, precisamente por la pande-
mia, se realizaron numerosos actos religiosos masivos para pedir su desaparición.
Las juntas provinciales de sanidad se veían impotentes para hacer valer la prohi-
bición de concentraciones de personas ante la oposición furibunda de iglesia, sin-
dicatos y patronal, así como el rechazo de la sociedad en general a verse privada
de sus estas y tradiciones.
47 Aunque es verdad que había sectores interesados en el acontecimiento, en España pasaba
desapercibido para la mayor parte de la población. Gerald Brenan, en su conocido libro, Al sur de
Granada, contaba que, tras mudarse a la Alpujarras tras servir en la guerra, comprobaba que la
gente, cuando explicaba que había combatido en ella, no entendía de que estaba hablando o que se
refería a la guerra de Marruecos.
48 Desde El Socialista se señalaba “la incongruencia de ordenar el cierre de los centros docen-
tes públicos –precisamente aquellos a los que acudían los hijos de los obreros– mientras se permitía
la apertura de los privados, los cafés, iglesias y casinos, frecuentados por la burguesía.” Beltrán
Moya, José Luis. “The Spanish Lady. La gripe española de 1918-1919”, Andalucía en la historia,
año VII, nº 25 (julio, 2009), p. 63.
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El resultado de todo esto es que España, donde no había que censurar la in-
formación y se podía actuar más abiertamente contra la plaga y obtener mejores
resultados, fue uno de los países más afectados por las muertes. Precisamente,
Huelva fue una de las provincias con peores datos en la segunda ola, durante el
otoño de 1918.
Y, desde luego, a todo este desconcierto contribuyó la prensa. El medio so-
cial más inuyente, pasaba, en un inicio, de quitarle gravedad al asunto a dar
información sobre las muertes de una manera general o bien dando los consejos
que las autoridades y médicos prescribían, pero, en cualquier caso, nunca irán
en contra del sentir general de la población de tener derecho a su vida social de
siempre, ya fuera una reunión de casino o de sindicato o de asistir a una corrida
de toros. Incluso en lo peor de la segunda ola, La Provincia recogía unas declara-
ciones del subsecretario de gobernación, el mismo día que se recogía el armisticio
con Austria y ocho días antes que lo hiciese Alemania, que las noticias “genera-
les” que se recibían eran más satisfactorias “…pues incluso los focos existentes en
Galicia y Andalucía tienden a desaparecer”, para un poco más abajo, en la misma
página, se habla de la situación desesperada de diferentes pueblos de la provincia,
donde los fallecimientos se disparan, agravado por la ausencia de médicos. Como
también se da la noticia, bastante más amplia que la anterior, de un partido de
futbol amateur entre sevillanos y onubenses en Sevilla, con gran respuesta en la
ciudad hispalense49.
Las esquelas que las familias pudientes se permitían costear en los periódicos
engrosaban sus ingresos, para nada recogían las causas de las muertes, aunque
no se dejaban de recoger fallecimientos, en el apartado de necrológicas, de gente
que pudiese ser conocida, donde sí se hablaba de la causa del fallecimiento. Por
otro lado, resultado de la falta de control y de medidas ecaces y, en medio de
la desesperación de muchas familias, en las mismas páginas donde aparecían los
consejos médicos para combatir la inuenza se insertaban todo tipo de anuncios
de remedios milagrosos, la mayoria con la pretensión de tener base cientíca y
médica. En este sentido sería muy interesante un trabajo global sobre el trata-
miento de la gripe por la prensa en España, especialmente en las dos primeras
oleadas y, también a nivel local, por la prensa onubense, para recoger el imagina-
rio que provocaba entre los diferentes sectores de la población.
Resulta revelador cómo la gravedad de la situación no era expuesta cruda-
mente por la prensa, sobre todo porque ya la ciencia médica había llegado a un
nivel donde su aportación era relevante. El que se hicieran numerosas manifes-
taciones religiosas para que terminase la plaga, nos remite a otros siglos, pero
es dudoso que en estas fechas generasen el sentimiento de culpa intenso que
provocaban en otros tiempos, pues no parece que se predicara el sacricio y la
austeridad necesarias para aplacar la ira divina. Más bien la lucha era para evitar
cualquier tipo de prohibición, para desesperación del gobierno y de los médicos.
49 La Provincia, 3 de noviembre de 1918.
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En el nuevo imaginario, muerte y seguir con el mismo tipo de vida no parecían
incompatibles.
Paradójicamente, la ciencia contribuía, sin pretenderlo, a esa concepción má-
gica al creer que detrás del remedio efectivo prometido estaba el saber cientíco.
Y este aspecto resulta muy interesante para entender cómo se ve la medicina
moderna hasta el mismo día de hoy, pues hay una fuerte tendencia a poner más
énfasis en la toma de medicamentos que en transformar nuestra manera de con-
ducirnos por la vida en busca de la salud.
Es signicativo, que se publicara en La provincia, a principios de noviembre,
un artículo de un tal Dr. Mur de Barcelona, fechado originalmente, sin especicar
el día, en octubre del 18. Este artículo revela por sí mismo la conciencia que se
tenía de lo que se podía hacer frente a una pandemia como aquella. Ciertamente,
había indicaciones que no eran acertadas, aunque tampoco contraproducentes,
como también las ha habido en pleno siglo XXI con la reciente Covid 19, pero
muchas de ellas iban bien encaminadas, como lavarse las manos, ventilar bien las
habitaciones, evitar el contacto con los enfermos y la necesidad de su aislamien-
to, el uso de mascarillas en los que tratan a los enfermos o evitar las aglomera-
ciones. De haberlas seguido estrictamente, se hubieran evitado muchas muertes50.
Esta información llega a Huelva, varias semanas después de ser publicadas en
Barcelona, lo que revela que tampoco se considerase por este periódico onubense,
el más inuyente, la necesidad de haberla aportado antes, sino en pleno pico
de la pandemia en la provincia y, por supuesto, se trata de recomendaciones.
Y, en esta línea caótica, antes del artículo perteneciente a la sección de salud
pública, se inserta, enmarcado, un anuncio donde se recomienda unas pastillas
para evitar resfriados y gripes, cuando, precisamente, uno de los puntos tratados
por el doctor era acudir al médico, “no ándose de los anuncios de preventivos o
curativos”. Aunque resulta signicativo que todavía los mismos médicos, y eso
se reejaba también en los anuncios de medicamentos para la gripe, asociaran un
simple resfriado a la poderosa gripe, de tal manera no es extraño que este mismo
doctor recomendara “a las señoras que se cubran el escote para evitar enfriamien-
tos”. Por supuesto, tampoco había un concepto de incubación del virus, por lo
que las precauciones solo eran relativas a las personas que ya tenían los síntomas
claramente51.
12. FIestas en la casa colón, rIotInto. Walter BroWnIng
Hubo dos momentos y dos lugares donde se celebró especialmente la paz,
celebrada por ser una paz victoriosa para los aliados. Las fechas corresponden
al armisticio con Alemania, en noviembre de 1918 y el otro en junio de 1919,
cuando se rma el tratado de Versalles, la paz denitiva de los principales países
aliados con Alemania, una paz sumamente costosa para el país germano por las
severas condiciones que le impusieron. Los dos lugares no podían ser otros que
50 Beltrán Moya, José Luis. “The Spanish Lady. La gripe española de 1918-1919”, p. 63.
51 La Provincia. Número correspondiente a noviembre de 1918.
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aquellos donde más poderosamente se reejaba la presencia e inuencia británica
en la provincia de Huelva: la Casa Colón de Huelva (el Elefante Blanco, a decir de
los ingleses), donde se situaban las ocinas de la poderosa compañía Rio Tinto;
la otra era el barrio inglés de Bellavista.
Estas celebraciones fueron recogidas ampliamente por la prensa local onuben-
se, que fundamentalmente había tomado posición desde el inicio por el bando
aliado, con la excepción de la prensa obrera o la neutralidad del Diario de Huelva,
aunque, como era de esperar, fueron las de la Casa Colón las más ampliamente
reseñadas y que más interés despertaron entre los lectores. Y lo era porque rara-
mente se podía ver junta a prácticamente todas las personas de importancia de
la ciudad y de la provincia y que incluía a todas las personalidades relevantes de
la colonia aliadóla, y los cónsules que residían en la ciudad. Era una celebra-
ción de altos vuelos, muy al gusto burgués, con cena, música, himnos y vivas,
discursos y baile, que hermanaba la burguesía local con la foránea. Y esto era
más fácilmente posible precisamente por la anidad de la burguesía onubense,
en términos generales, con la causa aliada, por sus lazos con la todopoderosa
compañía minera.
Efectivamente, las noticias del evento nos dicen que el enorme salón estaba
abarrotado52, aunque también se señala que algunos habían excusado su presen-
cia, algo difícil de entender por la importancia que podía tener para un burgués
este acto si no era porque debía tratarse de personas con posiciones germanólas
para las que la fastuosa esta solo podía ser un mal trago.
En Riotinto, la celebración partía de la compañía minera, encontrando la co-
laboración del ayuntamiento local.53 Se habla de hogueras, rotulaciones lumino-
sas y el ruido de las sirenas empleadas en las minas, contribuyendo el consistorio
con la banda municipal y lanzamiento de cohetes, llegando la orquesta hasta el
barrio de Bellavista, “donde fueron recibidos con vivas y cohetes, siendo esplén-
didamente obsequiados”54, lo que habla de la sintonía entre el ayuntamiento y las
autoridades locales, lo cual no resulta extraño por cuanto la poderosa compañía
tenía todo el respaldo de las autoridades de gobierno a todos los niveles y las per-
vivencias caciquiles permitían el fácil entendimiento con los diferentes alcaldes
de la zona, especialmente los de Nerva y Riotinto55.
Precisamente, el día anterior a estos fastos, se llevó a cabo, recogido asimismo
por la prensa, un baile de sociedad, calicado de “brillantísimo”, en el barrio de
52 La Provincia, 18 de noviembre de 1918.
53 La Provincia, 30 de junio de 1919.
54 La banda municipal de Riotinto colaboró recorriendo las calles del pueblo la banda munici-
pal y llegando al Barrio inglés de Bellavista, “siendo espléndidamente obsequiados”. La Provincia,
30 de junio de 1919.
55 Romero Robledo exponía cómo los más importantes cargos del Ayuntamiento eran bene-
ciarios de la compañía. Peña Guerrero, María Antonia. “Caciquismo y poder empresarial. El papel
político de las compañías mineras en la provincia de Huelva (1898-1923)”, Trocadero: Revista de
historia moderna y contemporánea, 5 (1993), p. 306.
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Bellavista56, “asistiendo todas las familias de los jefes británicos de las minas y las
principales españolas.” Como es lógico, las “principales españolas” son gente de
poder e inuencia en la política local.
No es difícil adivinar que el sentir obrero no podía ser el mismo. Ya había
comentado en otro punto, la constante lucha obrera en el periodo que abar-
camos. La guerra mundial había terminado por dinamitar la II Internacional,
cuando los sectores obreros se alinearon con sus respectivos países, abandonando
precisamente la consigna marxista de un obrerismo unido para poder derrotar al
capitalismo. En un país neutral como España era más fácil mantener la postura
internacionalista de que todas las guerras modernas eran guerras imperialistas
al servicio del capital y, solo tímidamente, como era el caso de la UGT, podía
mantener alguna preferencia por los aliados.
Desde luego, este no podía ser el caso de la cuenca minera onubense, aunque
precisamente fuese la UGT quien enviara a Fernández Egocheaga poco antes de
la guerra para organizar la unión y lucha obrera en la provincia, hasta entonces
dividida y dispersa, conllevando el aumento de la conictividad social57.
Por ello, la victoria de los aliados en nada podía cambiar la visión obrera sobre
la explotación a los trabajadores y menos tratándose de una compañía británica
al servicio de los aliados, donde la victoria aliada más bien fortalecía la posición
de la empresa y no precisamente para ser más generosa con los trabajadores,
más allá de los fuegos articiales de la victoria. La huelga de 1920 terminaría de
demostrarlo. Pero al sentido de explotación laboral y control social58, se unía un
sentimiento de desposesión, donde se presentaba a los ingleses como potencia
colonial en la tierra que los había visto nacer. Explotación y colonialismo era, en
realidad, desde hace tiempo para el movimiento obrero como la misma cosa, con
la particularidad de que en Huelva se daba en una nación europea presuntamente
soberana.
Desgraciadamente, apenas han quedado documentos de la prensa obrera en
este periodo en Huelva59 a pesar de que a partir de 1910 son varias las publica-
ciones de signo anarquista y socialista, entre otras cosas por su carácter efímero
debido a las dicultades económicas para su realización, aunque también por la
56 La Provincia, 30 de junio de 1919.
57 “La praxis social que Eladio Fernández Egocheaga propugna y quiere llevar a cabo en Rio-
tinto se puede resumir en una frase suya sacada de uno de sus libros, la fuerza es la madre de todo
derecho.” Pérez López, Juan Manuel. “El control social y su huella documental. `Rio Tinto Com-
pany Limited´ y su Ocina de Registro de Personal”, en Agustín Galán García (ed.), La presencia
“inglesa” en Huelva: entre la seducción y el abandono, Sevilla: UNIA, p. 126.
58 “En el apartado H de sus expedientes la compañía analiza un sin n de aspectos destacando
el control político y social a que era sometido el trabajador. (Sociedades a la que pertenece, alia-
ción al sindicato, grupo político, actividades políticas locales, participación en las huelgas, etc.)”.
Ibidem, p. 115.
59 “… la mayoría de los títulos fueron muy inestables y de corta vida, por lo que se conservan
muy pocos ejemplares que den fe de este tipo de publicaciones”. Díaz Domínguez, Mari Paz. Histo-
ria de la prensa escrita de Huelva. Su primera etapa (1810-1923). Huelva: Ayuntamiento de
Huelva, 2008, pp. 173-184.
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estrecha vigilancia y censura que ejercía la clase propietaria, por lo que no hay
documentos que nos hablen de la repercusión en los obreros del n de la guerra o
de los mismos fastos que la burguesía y clases dirigentes llevaron a cabo. Aunque,
debido a la prevalencia del Sindicato Minero dirigido por Egocheaga, es de creer
que las publicaciones de este sindicato serían las más relevantes60 . En cualquier
caso, para los trabajadores era un tema secundario, por cuanto sus esfuerzos iban
siempre encaminados a la lucha contra la compañía y en pos de la emancipación
proletaria.
Pero si hemos hablado de Egocheaga, el otro polo en el que se maniesta las
profundas diferencias entre la clase obrera y los patronos es el poderoso director
general de la compañía, Walter Browning. Según David Avery, era normal refe-
rirse a él entre los españoles con el mote de “rey de Huelva”. Al cargo de la direc-
ción general de la explotación minera desde 1908, destacó como un gran gestor a
pesar de los tiempos turbulentos vividos durante su periodo de gestión, con tres
huelgas generales en 1913, 1917 y 1920 y una guerra mundial por medio donde se
incrementaron los paros, protestas y manifestaciones y donde sus técnicos britá-
nicos tuvieron que incorporarse a las. A decir de Avery, difícilmente se habría
podido mantener la actividad minera sin la poderosa personalidad de Browning.
Éste, señala el respeto que le tenían, incluso considerándole un autócrata, por
parte de la clase obrera, de ahí la ambivalencia de su denominación como “rey”.
Y añade que era un hombre que entendió muy bien el carácter español, de ahí
que pudiese manejar muy diferentes situaciones, incluso los mismos atentados
contra su persona61.
Sin embargo, lo que se manifestaba en la prensa obrera eran solo descalica-
ciones por su carácter de típico explotador capitalista deshumanizado62. Si bien
el desarrollo del sindicalismo, con la presencia del sindicato minero en la cuenca,
provocó un antes y después por cuanto por primera vez la compañía se sintió
60 “La formación de Egocheaga va a determinar su concepción política y social de lucha obre-
ra. Cuando llega a Riotinto pretende instalar un socialismo moderno, donde los sindicatos sean el
núcleo vertebrador de toda la acción obrera, con una fuerte estructura de bases, para poder ofertar
servicios como, almacenes obreros, médicos del sindicato, cooperativas para la producción de ali-
mentos básicos como el pan, creación de cajas de resistencia permanentes; que además de permi-
tirles independencia para ejecutar las huelgas, sobre todo le permitirían eliminar el paternalismo
industrial como elemento de control burocrático que venían ejerciendo todas las grandes empresas
monopolistas desde nales del siglo XIX”. Pérez López, Juan Manuel. “El control social y su huella
documental…”, pp. 126-127.
61 Avery cuenta cómo durante una de las huelgas en el periodo de la Gran Guerra un obrero
entró en su despacho con una pistola, mientras Browning, sin hacer caso a lo que estaba ocurriendo,
siguió leyendo el informe que tenía entre las manos. Avery, David. Nunca en el cumpleaños de la
reina Victoria…, p. 295.
62 “El Sindicato acusaba al director general –“el negrero que con su látigo azota nuestras espal-
das”– de cometer una serie de “persecuciones infames”, tales como el despido masivo y arbitrario,
la rebaja de categoría, el traslado, el insulto, la agresión, la provocación e incluso la injerencia en la
política municipal mediante la suspensión de un concejal socialista. Su único objetivo era “infundir
el terror” en la clase obrera. Baena, Francisco. “Colonialismo y comunicación. La política informa-
tiva de la Compañía británica en las Minas de Riotinto, Huelva (1913-1920)”, pp. 37-59.
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verdaderamente amenazada en su base y su respuesta va a ser no solo defen-
siva sino también amenazante. El principal temor de Browning eran las élites
sindicales capaces de arrastrar a las masas obreras63. Por eso, en sus informes,
y en todo el despliegue periodista en favor de la Río Tinto Company, se busca
desligar al obrero de sus dirigentes, siendo estos últimos, según él entendía, los
que provocaban y azuzaban el odio a su persona y a la compañía. Ciertamente,
ya fuera a través de la prensa o de comunicados, quien canalizaba la información
sobre la compañía y sus dirigentes eran los líderes sindicales y la adquisición de
conciencia de clase por parte de los obreros de la cuenca pasaba por quitarle el
rostro humano a los jefes de la compañía, lo que impide saber si ese sentir era
compartido unánimemente en esos términos por los trabajadores. Pero también
es cierto que la política de empresa practicada por el director general animaba a
la acción sindical. Por eso, sí se puede decir de alguien que esté en la disyuntiva
de héroe o villano en este tiempo, no sería otro que Walter Browning.
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63 “El miedo de la Compañía, por tanto, estaba motivado fundamentalmente por aquellas mi-
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