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DOI: http://doi.org/10.33776/hh.v18.8436
M A G
Graduado en Enfermería
manuelaraujogonzalez02@gmail.com
R
El siglo XIX es considerado un momento
clave en el desarrollo de diversos ámbitos
de la sociedad, como la educación o las
comunicaciones. Se produce un cambio en la
concepción de la sanidad, la higiene y otros
factores que se relacionan con la salud y la
mortalidad. Asimismo, Huelva como capital,
por sus características geográcas y por el
contexto, sufrió este mismo proceso con
algunas características propias. El objetivo es
analizar cuál era la situación higiénico-sanitaria
en esta ciudad durante los últimos dos tercios
del siglo XIX, así como conocer los problemas a
los que se tuvo que hacer frente y de qué manera
se adoptaron soluciones, a través del análisis de
las actas capitulares del Archivo Histórico del
Ayuntamiento onubense. La salud y la higiene
tuvieron un papel protagonista a partir de 1850,
y en Huelva los esfuerzos fueron destinados al
control de las epidemias, la renovación de la
sanidad y de la benecencia.
P 
Salud en Huelva, medidas higiénicas,
benecencia.
Fecha de recepción: 11/09/2024
Fecha de aceptación: 29/10/2024
A
e 19th century is considered a key
moment in the development of various areas of
society, such as education and communications.
ere was a change in the conception of
sanitation, hygiene and other factors related
to health and mortality. Likewise, Huelva as a
capital city, due to its geographical characteristics
and context, underwent this same process with
some characteristics of its own. e objective
is to analyze the hygienic-sanitary situation
in this city during the last two thirds of the
19th century, as well as to know the problems
that had to be faced and how solutions were
adopted, through the analysis of the chapter
minutes of the Historical Archive of the City
Council. Health and hygiene played a leading
role from 1850 onwards, and in Huelva the
eorts were aimed at the control of epidemics,
the renovation of sanitation and charity.
K 
Huelvas health, hygienic measures, charity.
Manuel Araujo González
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1. IntroduccIón
El siglo XIX se puede considerar una de las épocas en las que la sociedad ha
sufrido una transformación más grande, tanto en la manera de vivir como de
pensar. Durante el transcurso del siglo, se vive un contexto que tiene como re-
sultado un ambiente propicio para la consolidación de nuevas ideas y una nueva
estructuración social que propicia el paso del Antiguo al Nuevo Régimen. Se
producen nuevos movimientos relacionados con los trabajadores y sus derechos,
movimientos políticos y una mayor internacionalización de la economía. En
esta época se produce también un desarrollo muy amplio en el mundo del trans-
porte, lo que da lugar a una mayor intensidad de las comunicaciones, con sus
consecuencias positivas para el comercio, pero con una inuencia negativa para
la transmisión y el control de las enfermedades transmisibles.
Ante esta situación de desarrollo tenemos también que destacar el incremento
de la higiene que, junto a todos estos aspectos, intentará paliar las consecuencias
negativas enumeradas en el párrafo anterior. Todo ello lleva a un desarrollo de la
demografía, con el consiguiente aumento de la población, y el necesario cambio
a la hora de enfocar la salud y la enfermedad, así como sus soluciones. El surgi-
miento de las medidas higienistas a nales del siglo XVIII, con la gura de Johan
Peter Frank en Alemania, se extenderá por toda Europa contribuyendo a ofrecer
a la población unas mejores condiciones de vida. Surge un nuevo marco sanitario
en el que la preocupación por la salud y por las medidas asépticas tienen una vital
importancia en el desarrollo de la sociedad. El higienismo propondrá medidas
que estarán enfocadas tanto a la pulcritud y limpieza en lo personal como en la
misma estructura e higiene de las ciudades y medios clínicos. Estas funcionarán
como prevención hacia las enfermedades infectocontagiosas.
En España, esta situación no se asemeja del todo a la del resto de Europa, sino
que el desarrollo que se produce en nuestro país es algo distinto, con un proceso
ralentizado por la situación política, social y sobre todo religiosa de principios
de siglo, por la importante inuencia de la religión en el resto de los factores
enumerados1. Uno de ellos, extendido por toda España durante este siglo y, por
lo tanto, en Huelva también fue la alta tasa de mortalidad existente, motivada
por la existencia de enfermedades y epidemias que asolaban nuestro país. Esto
provocó la necesidad de implantar unas medidas de control y limpieza en lugares
públicos y privados que evitasen la propagación de enfermedades como la ebre
amarilla o el cólera morbo, que afectaban, sobre todo, a la parte de la población
más humilde y que en peores condiciones vivía2.
Pero como se ha mencionado, al igual que en Europa, una de las principales
transformaciones para la sociedad no llegó en el terreno de la política, sino que
surgió de la mano de la ciencia y de la salud, con el desarrollo de un nuevo mo-
1 P. Aubert, Religión y sociedad en España (siglos XIX y XX), Madrid, 2002, pp. 12-14
2 R. Alcaide González, ”La introducción y el desarrollo del higienismo en España durante el
siglo XIX. precursores, continuadores y marco legal de un proyecto cientíco y social”, Scripta
Nova. Revista electrónica de geografía y Ciencias Sociales Nº 50 (1999), pp. 2-3.
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vimiento sanitario denominado higienismo. Varios cientícos de la época fueron
los primeros que consideraron la higiene pública como un problema a tratar, so-
bre el que era necesario investigar y escribir, para así extender el marco teórico de
esta corriente. Una de las más grandes aportaciones la realizó Pedro Felipe Mon-
lau, médico del siglo XIX centrado en la salud pública y la higiene. Este último
concepto, él mismo lo dene como “la referente a la conservación de la salud de
las colecciones de individuos, de los pueblos, de las provincias…”3. A partir de ese
momento, y bajo el contexto descrito, se impulsaron las ideas que marcarían la
forma de actuar durante el resto de siglo: la responsabilidad del Estado a la hora
de ocuparse de la salud y la importancia de las ciencias de la salud para implantar
medidas preventivas y curativas en la lucha contra la enfermedad4.
Es por todo lo anterior por lo que en esta investigación el aspecto fundamen-
tal tratará sobre la salud pública, en este caso centrado en Huelva capital. Nos
centraremos en el estudio y análisis de los diferentes aspectos que inuyeron
en ella, tales como el estado de las calles, la creación de espacios públicos que
mejoraran la higiene como cementerios y mercado de abastos, el desarrollo de
la benecencia y de estructuras públicas que dieron cabida a la asistencia. En el
contexto del siglo XIX, momento –como se ha comentado– de grandes cambios
en muchos ámbitos de la sociedad, también esas transformaciones llegan a la
sanidad, y a otros aspectos relacionados con la misma. Es, por tanto, muy im-
portante el conocimiento de los avances que se dieron, y de qué forma se llevaron
a cabo.
Nuestro trabajo se ha basado en el análisis de las actas capitulares del Archi-
vo del Ayuntamiento de Huelva en el periodo que va desde 1835 a 1900, para
conocer la situación higiénico-sanitaria de la ciudad en esos años, así como los
principales problemas a los que las autoridades tuvieron que hacer frente, las so-
luciones que se ofrecieron, y cómo se pusieron en marcha. También se ha consul-
tado el Boletín Ocial de la Provincia de Huelva, diario publicado durante gran
parte del siglo XIX que, además de recoger noticias de diferentes localidades de
la provincia de Huelva, también se encargaba de mostrar las novedades legales de
los diferentes ámbitos sociales, sanitarios y económicos.
Entre las obras revisadas, cuyo tema de investigación ha sido Huelva y el hi-
gienismo, que han servido de base para nuestro estudio podemos citar Mortali-
dad y medio ambiente en la Huelva del siglo XIX de Pascasio Peña González.
Esta investigación se centra en la situación demográca y epidemiológica que
sucedía en Huelva en esos años, un breve repaso de algunos de los avances que se
dieron tanto en sanidad como en la sociedad, y de manera más amplia la varia-
ción de la tasa de mortalidad, y qué factores inuyeron en ella5. La tesis de María
3 P.F. Monlau, Elementos de Higiene Pública, Barcelona, 1847, p. 1.
4 C. Larrea Killinger, “Higienismo y alimentación en la Cataluña del siglo XIX: Una
aproximación antropológica sobre el estudio de las prácticas alimentarias de las clases
populares a través de las topografías médicas”, Barcelona, 2005, p. 2.
5 P. Peña González, “Mortalidad y medio ambiente en la Huelva del siglo XIX”. Huelva en su
Historia, 1 (1986). https://doi.org/10.33776/hh.v1i0.765
Manuel Araujo González
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Luisa Calero, Higiene y alimentación: El abasto de carne en Huelva (1855-
1870), en la que además de hacer una descripción y un relato de la creación,
construcción y puesta en marcha del mercado, habla de otros aspectos como el
crecimiento de la población o el avance de medidas higiénicas6. Es imprescindible
nombrar también al ya citado Pedro Felipe Monlau, referente del higienismo es-
pañol, con su obra Elementos de higiene pública, en la que de una manera más
exacta podemos observar cómo eran las medidas que se tomaban en esa época y,
en concreto, las que este autor proponía como más efectivas, relacionadas con la
ordenación, cuidado y mantenimiento de cementerios y enterramientos, de ali-
mentos, y de la higiene de la población en general, para evitar así un incremento
de las infecciones y de la mortalidad7. Como podemos comprobar, en las dos
primeras obras citadas, de su lectura se desprende que tocan diversos aspectos de
la sanidad en esta ciudad, pero no abordan de manera global aquellos a los que
hemos hecho referencia en el estudio que presentamos en este artículo.
2. MedIdas hIgIénIco-sanItarIas en huelva
2.1. Medidas ante epideMias
Durante los últimos siglos de nuestra historia se han producido numerosos
eventos que han propiciado un cambio en el conocimiento y la expansión de
ciertas enfermedades. Desde la Baja Edad Media, con la aparición de “nuevas
rutas comerciales” y el comienzo de algo que en cierta manera podría ser visto
como una primera globalización, se incrementaron los viajes y, las conexiones
entre diferentes partes del mundo conocido.
Todos estos factores anteriores tuvieron su punto álgido a partir del segun-
do tercio del siglo XIX, en el que el avance de ciertas tecnologías trajo consigo
mejores condiciones en los medios de transporte y, a su vez, en las relaciones co-
merciales entre países, sobre todo con los del continente americano y las colonias
españolas. Con ello también aparecen más extendidas ciertas enfermedades que
tienen que verse contenidas de una manera u otra, por lo que este nuevo contexto
global también se acompaña de un nuevo contexto sanitario en el que se cambia
la concepción de las enfermedades y, por tanto, su transmisión. En este punto,
durante este siglo se genera un consenso global de medidas ante las epidemias,
con la adopción de cuarentenas en los puertos para los barcos que llegasen a las
costas de cada territorio8. Pero estas medidas sanitarias –como las cuarentenas
citadas y, en menor medida, los cordones sanitarios– no contentaron a todo el
mundo, pues a pesar de que cumplía la función para la que fueron creadas, tam-
bién suponían un obstáculo para el desarrollo del comercio. Por ello las autori-
6 M.L. Calero Delgado, Higiene y alimentación: El abasto de carne en Huelva (1855-1870).
Tesis Doctoral, Universidad Internacional de Andalucía, 2015.
7 P.F. Monlau, Elementos de Higiene Pública. Barcelona: Imprenta de D. Pablo Riera, 1847.
8 R. Jordi i González, “Legislación Sanitaria Marítima durante el siglo XIX”, Anales de me-
dicina y cirugía (1980), pp. 134-144.
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dades siempre tuvieron que adoptar medidas que estuviesen en un punto medio
entre la preservación de la salud y el empuje del sector económico9.
En este nuevo marco también es partícipe España, que durante todo el siglo
XIX sacará numerosas reglamentaciones en relación con las cuarentenas que los
barcos debían cumplir una vez llegaban a los puertos pertenecientes a su jurisdic-
ción. La Península Ibérica era considerada un enclave estratégico en el comercio
de la época, por su localización geográca entre los países del mar Mediterráneo.
Especialmente con sus conexiones con estados como Italia, Grecia o Turquía,
y también por ser el lugar más próximo a América, para lo que Huelva, y más
concretamente su puerto, poseía un enclave magníco.
Como nuevo elemento regulador se encuentran las patentes. Eran “un certi-
cado dado a los capitanes de buque a la salida del puerto, y en el que se expresaba
el estado sanitario del país de dónde partía la embarcación, de la embarcación, de
la salud de la tripulación y de los pasajeros”, como se denió en la propia ley de
Sanidad. Este documento era el que permitía a los barcos acceder o no al puerto,
y dependiendo de su contenido los días que se debían pasar en cuarentena en los
denominados lazaretos10.
En la división del territorio español el encargado de dictar las diferentes ór-
denes para que se cumpliesen era el Ministerio de Sanidad, que a su vez dele-
gaba la vigilancia de estos mandatos en la Junta Provincial de Sanidad. Entre
los integrantes de esta junta provincial se encuentran diferentes profesionales
facultativos, además del capitán del puerto de Huelva, por lo que ya se deduce
la importancia de esta infraestructura en la contención de las enfermedades y
en el mantenimiento de la salubridad11. Entre las principales enfermedades que
suponían un peligro en aquella época encontramos el cólera, la ebre amarilla, y
principalmente la peste, causante de muchas de las medidas que se tomaron en
estos años.
Los barcos debían poseer una patente de sanidad rmada por el consulado
español del país de procedencia12, y en el caso de que una vez llegados al puerto
esta no existiera se procedía a la imposición de una multa de 100 ducados una
primera vez y de 200 la segunda13.
9 P. Salas Vives y J.M. Pujadas Mora, “Epidemias y comercio ilícito en el sur de Europa, siglo
XIX”, Investigaciones de Historia Económica (2020), pp. 71-72
10 Q. Bonastra, “La red de resguardo sanitario marítimo y la articulación del territorio costero
español a mediados del ochocientos”, Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Cien-
cias Sociales (2012), pp. 7-10.
11 Boletín Ocial de la Provincia de Huelva (en adelante B.O.P.H.), de 20 de enero de 1836, p. 22.
12 B.O.P.H. de 26 de febrero de 1837, pp. 63-64.
13 B.O.P.H. de 19 de marzo de 1837, por la Real Orden del 16 de marzo de 1837, p. 90.
Manuel Araujo González
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Patente limpia Considerada toda embarcación con un
caso de peste de hace 30 días o más
Será admitido libremente, la
tripulación y el cargamento
Patente
sospechosa
Considerada cuando el último caso de
este se había reportado 15 días antes
Será admitido libremente, la
tripulación y el cargamento
Patente sucia Cuando el último caso de peste de dio
en un intervalo menor de 15 días
La cuarentena será de 20 días si
posee cargamento y 15 si está vacío.
Tabla I: Tipología de las patentes. Fuente: Elaboración propia a partir de la Real Orden del 16 de
marzo de 1837
Por otra parte, es importante comentar que en el año 1839 se dio otro avance
más en el aspecto de las patentes, ya que más allá de la información básica que
debía recoger, en ella se debían incluir el número tripulantes y pasajeros, especi-
cando cuántos de ellos se dejaban en cada puerto y el estado sanitario de cada
uno. Además, también había que consignar en qué puertos habían realizado des-
embarco y si allí habían sufrido cuarentena14, una información más amplia para
diferenciar los tipos de embarcaciones según los episodios de la enfermedad15.
2.2. desarrollo urbano
Una de las características de este siglo, es la diferencia que se produce en el de-
sarrollo urbanístico de las ciudades, con respecto a pueblos y villas más pequeñas
que se quedan estancadas ya que, en muchos de estos lugares, apenas se intuirán
mejoras como el alcantarillado, lugares de enterramiento (así como instrucciones
para su funcionamiento) o la creación de instituciones propias de sanidad16. Se
puede armar, de manera segura, que Huelva fue una de las provincias andaluzas
con mayor crecimiento, a todos los niveles, durante el siglo XIX. Uno de los as-
pectos más claros a destacar en la transformación es el hecho de que la población
llegaría a triplicarse antes de 1900. Huelva pasó de ser un núcleo urbano en el que
predominaban actividades relacionadas con el sector primario, como la pesca y
la agricultura, a introducir nuevas alternativas económicas, como fue el comer-
cio. La higiene pública se convirtió en un aspecto básico a la hora de implantar
medidas que mejoraran la calidad de vida y, sobre todo, que lograran reducir la
mortalidad y erradicar diversas enfermedades. Otras de las mejoras claves en el
avance de la capital, que fue considerada como tal a partir de 1833, fue la reforma
del sistema sanitario, que tiene su punto de partida en la creación del Hospital
Provincial17.
Como se ha comentado con anterioridad, uno de los pasos clave que marca la
evolución de Huelva de villa a ciudad es la transformación de sus calles y alre-
dedores, ajustándose a las necesidades del nuevo siglo. Una de las renovaciones
14 B.O.P.H. de 31 de marzo de 1841, p. 145.
15 B.O.P.H. de 12 de diciembre de 1839, por la Real Orden del 3 de octubre de 1839, pp. 437-438.
16 A. Hijanos Pérez, “El municipio y los servicios municipales en la España del siglo XIX”,
Ayer (2013), pp. 142-143.
17 P. Peña González, “Mortalidad y Medio Ambiente en la Huelva del Siglo XIX”, Huelva en
su historia, 1 (1986), pp. 345-346.
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principales en el aspecto urbanístico fue el cambio que sufrieron las calles y pla-
zas de la ciudad que, sobre todo a partir de mediados de siglo, sufrieron nume-
rosas modicaciones y arreglos para facilitar el tránsito tanto de peatones como
de carros. A partir de año 1859 es cuando empieza la más amplia transformación,
que se hace de manera progresiva. En este escrito se habla del allanamiento de
las calles, a través del relleno de tierras, para el posterior empedramiento de la
ciudad18. Además, se realizan otras mejoras como, por ejemplo, la del alumbrado,
que comenzó con el aumento en la instalación de un mayor número de puntos
de luz por toda la ciudad19.
2.3. Mercado de abastos
Otro momento importante para el avance de la ciudad onubense fue la crea-
ción del mercado de abastos. La primera vez que se cita la idea de la creación de
este mercado es en el año 1861, con la designación de una comisión que se encar-
gue de valorar la construcción de este lugar. Sería el Ayuntamiento el que toma
la iniciativa, pero necesitaría de inversión privada. No es hasta un año más tarde
cuando denitivamente este proyecto se convertiría en una realidad, y se redac-
tan todas las medidas necesarias para la gestión del lugar. Tras varios años de
construcción, el 20 de enero de 1866 se daría por terminada toda preparación20,
con la apertura de puertas del mercado del Carmen de la capital21.
Antes de la apertura de este espacio, el gobernador civil de la provincia re-
dactó un reglamento en el que se detalla el funcionamiento del mercado. Uno de
los temas más importantes que se incluyeron en este reglamento es el relacionado
con la inspección de los puestos y el control de la higiene y salubridad. Entre
ellas se contemplaban la limpieza de los estantes, el hacinamiento del producto,
la limpieza de los propios puestos de abastos, y la canalización del agua con la
que se hacía esta; todo esto llevado a cabo por la administración, que también se
encargaba de vigilar los lugares del almacenaje de los alimentos22.
Con algunas de las actuaciones que se han citado con anterioridad se puede
observar el cambio de mentalidad que se produce en Huelva a lo largo del siglo
respecto a la salubridad y el manejo de los alimentos, con el principal n del
control de enfermedades, que ya en esta época era considerada como una de las
causas principales del origen de las epidemias. Al igual que en el mercado, este
control empieza con la ley de mataderos, publicada en el año 1861 donde se es-
tipula el cuidado y supervisión de estos lugares por parte de la administración23,
además de la creación de una comisión de sanidad en higiene, con la inclusión de
18 Archivo Histórico del Ayuntamiento de Huelva (en adelante AHAH). Actas Capitulares,
sesión del 12 de febrero de 1857.
19 AHAH. Acta capitular del ayuntamiento de Huelva, sesión del 9 de enero de 1859.
20 AHAH. Acta capitular del ayuntamiento de Huelva, en sesión del 22 de agosto de 1863.
21 L. Calero Delgado, “Control, regulación y fraude: una historia de la alimentación en
Huelva (1855-1904)”, (2016), pp. 53-72.
22 AHAH. Acta capitular del ayuntamiento de Huelva, en sesión del 7 de enero de 1866.
23 AHAH. Acta capitular del ayuntamiento de Huelva, en sesión del 1 de febrero de 1861.
Manuel Araujo González
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la salubridad y alimentos nocivos para la salud24. Incluso se aprueban medidas
para el transporte de las carnes desde la calle del Matadero, hacia el mercado del
Carmen, con la contratación de conductores con carros especialmente equipados
para el transporte25.
2.4. ceMenterios
El traslado de los lugares de inhumación fue otro de los cambios importantes
con el que se puede ver plasmado el avance de la sociedad durante el transcurso
del siglo XIX, puesto que este hecho fue una de otras tantas medidas que se to-
maron a favor del higienismo y de la salubridad. A pesar de que ya en el anterior
siglo hubo leyes que ordenaban este movimiento de los enterramientos, no fue
hasta el nal de la primera mitad del siglo XIX cuando esto se plasmó en reali-
dad, y los cementerios se consiguieron alejar de las iglesias y, por lo tanto, de la
población26. Este último aspecto es debido a que el traslado de estos lugares no
fue fácil pues signicó una brecha en lo que estaba establecido, tanto de manera
cultural como religiosa, lo que supuso trabas en estos aspectos y una demora en
la realización de estos proyectos27.
A lo largo de todo ese tiempo siempre hubo voces que aconsejaban el traslado
de los restos funerarios a un lugar más alejado del núcleo urbano pero, entre to-
das ellas, destacó durante el siglo XIX la visión de Pedro Felipe Monlau. Gracias
a su investigación muchas de las medidas y soluciones que da respecto al tema
están en relación con el cuidado de los cadáveres una vez falleciese la persona,
el tiempo de espera hasta su enterramiento, que variaba entre 36 y 48 horas,
para evitar posibles errores de enterramiento de personas que todavía estuvieran
vivas, o la creación de salas de autopsias, entre otras medidas. Además, también
propuso ciertas medidas en relación con los propios cementerios, donde indicaba
la ubicación y distancia respecto de la ciudad, a la forma de realizar los enterra-
mientos, la profundidad (que debía ser de unos cinco pies), así como las dimen-
siones de las sepulturas que tendrían que ser de siete pies de largo, tres de ancho y
cinco de profundidad, para no retrasar la putrefacción y así evitar más riesgo de
contaminación28. También se habla del lugar en el que se mantendría el cuerpo,
siendo partidario de evitar las cajas si era posible, pues retardaban la descompo-
sición del cadáver, y propiciaban un mayor riesgo de infección29.
24 AHAH. Acta capitular del ayuntamiento de Huelva, en sesión del 21 de julio de 1864.
25 AHAH. Acta capitular del ayuntamiento de Huelva, en sesión del 12 de mayo de 1866.
26 J.L. Santonja, “La construcción de cementerios extramuros: un aspecto de la lucha contra
la mortalidad en el antiguo régimen”, Revista de Historia Moderna, nº17 (1998-99), pp. 33-44.
27 S. Gómez Navarro, “La construcción de cementerios extramuros en la España Moderna:
entre la necesidad y la realidad”, El mundo urbano en el Siglo de la Ilustración (2009), pp.
163-164.
28 P.F. Monlau, Elementos de Higiene Pública, Barcelona, 1847, pp. 65-66.
29 D.J. Feria Lorenzo y C. Ramos Cobano, “«Salus populi suprema lex est»: fe, ciencia y
política en la modernización de las prácticas funerarias (siglos XVIII-XIX), Historia 396 (2013),
pp. 221-225.
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En el caso de Huelva, se puede decir que la transformación importante en
relación con los enterramientos se produjo sobrepasado el ecuador de siglo. La
construcción del cementerio de San Sebastián fue, en esos años, la moderni-
zación de los lugares para cultos y enterramientos, con el objetivo de dar una
mayor y mejor cobertura en este servicio. Por este motivo, fue el propio Ayun-
tamiento onubense el que se encargó de toda la construcción, de su organiza-
ción y del coste que su mantenimiento necesitase. En el año 1859 se produce la
inauguración de este espacio, dejando atrás el viejo cementerio ubicado en los
alrededores de la parroquia de San Pedro. Además de por un evidente motivo
de espacio –que incluso se iría aumentando con el paso de los años de manera
progresiva30–, también constituía una necesidad palpable en el contexto de la
época, que avanzaba conforme a las nuevas corrientes de salud, higiene y pro-
tección frente a epidemias de origen contagioso. Tal fue la importancia que se le
concedió a este nuevo espacio que, al poco tiempo de su inauguración, se crearía
una comisión encargada de su ordenación que a la vez crearía un reglamento
con el n de mantener de buena manera el cementerio. El primer punto de este
reglamento fue la organización del propio cementerio, en cuanto a su estructura
y forma del mismo. En esta época existían cuatro tipos de enterramientos, con
características propias cada uno de ellos: nichos, sepulturas, medias sepulturas y
zanjas. Las sepulturas y medias sepulturas debían tener un tamaño determinado
en este cementerio, en concreto, eran de 2 metros de largo, 65 centímetros de
ancho y 1 metro de profundidad. El espacio central de estos patios era el lugar
destinado para las zanjas. Otro aspecto importante que se reguló con la creación
del reglamento fue la posesión de estos lugares de culto, siendo al nal de titula-
ridad pública, es decir de los consistorios.
Por otro lado, para la correcta supervisión de este lugar, el Ayuntamiento
contrataría a una serie de empleados con distintas funciones, entre los que en-
contramos a un capellán sacerdote, un conserje y varios conductores de cadá-
veres. El capellán era el máximo encargado del funcionamiento de este centro,
y tenía como principal tarea la vigilancia de los otros empleados con el n del
cumplimiento de las funciones para las que estaban designados. El conserje ten-
dría como principal labor el mantenimiento de todo el recinto, de la limpieza
y el arreglo de espacios públicos y de los lugares como nichos y sepulturas de
modo que estuviesen lo más presentables posible para las visitas que pudiesen
recibir. Además, bajo su vigilancia se encontrarán los sepultureros. También es
importante comentar que otro de los aspectos novedosos fue el mayor control
y registro de cada uno de los enterramientos que se producían en el cementerio.
El conserje debía de poseer un libro en el que anotase el nombre del fallecido, su
población natural o de procedencia, el nombre de los padres, edad, profesión, y
el día y la causa de su fallecimiento, además del número asignado del lugar de
sepulcro. También el conserje tendrá una función especial en el cuidado de los
cadáveres en el momento anterior al enterramiento, procurando que se cumplie-
30 AHAH. Acta capitular del Ayuntamiento de Huelva, sesión del 21 de mayo de 1867.
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ran las medidas de higiene básicas a la hora de la autopsia y del posterior arreglo,
proporcionando lavamanos, esponjas y jabones a los encargados de esta tarea.
Por último, los conductores de cadáveres, que en este cementerio serán cuatro,
se encargarán de abrir cada tipo de enterramiento, de transportar las cajas y los
féretros de los fallecidos hasta el lugar de sepultura, de cerrar cada una de las se-
pulturas con tierra, y de inhumar los cadáveres en los casos en los que esto fuese
necesario31.
3. InstItucIones asIstencIales: benefIcencIa y pobreza
Durante los siglos anteriores, y en general a lo largo de la Edad Moderna, la
convivencia con la pobreza fue un tema de vital importancia en la sociedad y una
preocupación extendida para el conjunto de la población, puesto que la mitad
de esta era considerada de tal condición32. Por todo esto, desde el siglo XVIII se
buscó la creación de instituciones que disminuyeran los efectos de esta situación
y mejoraran la imagen de las ciudades.
El siglo XIX, al que aquí hacemos referencia, se puede considerar como la
consolidación del traslado que se había comenzado tiempo atrás, en el que cada
vez la Iglesia perdía más protagonismo en la asistencia de los pobres y su cui-
dado, y ésta iba recayendo en los poderes públicos que pasaron a crear nuevas
regulaciones33 para poder llevar a cabo estas tareas34.
Como se ha comentado con anterioridad, es en el año 1837 cuando se produce
de nuevo el traslado de poderes hacia lo público, y se dictan las Reales Ordenes de
13 de mayo y 9 de julio por las que se declara la creación de una junta municipal
para aquellos lugares con más de 400 habitantes, entre los que se incluía Huelva.
En esta reglamentación lo primero que se describe es la conformación de estas
organizaciones en las que debían incluirse dos médicos (más tarde se modicará
a dos médicos cirujanos35, para luego volver al contenido inicial36). Además de
su organización, el principal objetivo con el que se crearon estas juntas fue el
de satisfacer las necesidades que los establecimientos de benecencia pudiesen
demandar37.
Es importante recalcar que en estos años la benecencia incluía lugares re-
lacionados con la sanidad como hospitales, casas de socorro o de maternidad.
El hecho de que la responsabilidad de este deber recayese en el Estado y, por
31 AHAH. Acta capitular del Ayuntamiento de Huelva, sesión del 23 de febrero de 1865.
32 D.J. Feria Lorenzo, “Ilustración y liberalismo: la legislación española sobre cuidados de la
salud (1749-1855), Tesis doctoral inédita (2017), p.177
33 J.E. Anguita Osuna, “Análisis histórico-jurídico de la benecencia española de mediados del
siglo XIX: la «Ley de Benecencia» de 1849 y su Reglamento de ejecución de 1852”, Revista de
Historia Contemporánea (2019), p. 90.
34 D.J. Feria Lorenzo, “Ilustración y liberalismo: la legislación española sobre cuidados de la
salud (1749-1855), Tesis doctoral (2017), pp. 354-355.
35 Real Orden del 13 de mayo de 1837.
36 Real Orden del 9 de julio de 1837.
37 B. Sáenz de Santamaría Gómez-Mampaso. “La protección del menor desamparado en la
España decimonónica”, Derechos y Pobreza (2015), pp. 3-14.
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lo tanto, dependiese de lo público, es una situación que empezó desde la teoría
a nales del siglo XVIII, pero que incluso sobrepasando la época en la que nos
centramos aún no se había conseguido. A pesar de esto, en España esta nueva
concepción tarda más tiempo en llegar que en el resto de Europa, y no será has-
ta nales del siglo XIX o principios del XX cuando el Estado adquiera toda la
relevancia asistencial ya que, durante varias décadas, aunque estuvo en manos de
ayuntamientos y municipios, lo hizo siempre con rémoras de la inuencia reli-
giosa del pasado y sin la independencia precisa para una regeneración necesaria
de la benecencia en nuestro país38.
3.1. casas de Maternidad
En relación con las casas de maternidad, el reglamento consideraba que debía
haber una por provincia, dividida en tres departamentos diferenciados: uno para
mujeres embarazadas o que hayan parido, otro para la lactancia y otro para que
los niños recibiesen educación hasta los seis años, en caso de que no pudiesen
hacerlo en otro lugar.
Estos lugares tuvieron su origen con la reglamentación de 1822, en la que se
expone lo anteriormente comentado, es decir la obligatoriedad de al menos una
casa de maternidad en cada provincia. Pero es más tarde, en 1852 cuando una
nueva orden recomienda la anexión de los espacios de maternidad y niños expó-
sitos, siempre con la debida separación de espacios y actividades39.
Autores como Fermín Hernández denen este concepto de la siguiente ma-
nera: “las parturientas solteras que no serían bien recibidas en casas de vecinos
honrados necesitan ocultar su vergüenza en las casas de maternidad”, es decir, se
consideraban establecimientos de salvación, en primer lugar para las mujeres, y
también para que los recién nacidos tuviesen una oportunidad40.
3.2. casas de socorro
Otro lugar del que se debe hacer mención al hablar de hospitalidad y bene-
cencia son las casas de socorro, también conocidas como Casas de Huérfanos y
Expósitos, que servían como lugar de acogimiento de huérfanos y desamparados
que no eran adoptados, y pasaban a depender de las citadas juntas de benecen-
cia. Además de para niños y huérfanos, estas casas de socorro también podían
utilizarse para los extranjeros que llegasen a cualquier municipio y no tuviesen
otro lugar donde acudir; es importante destacar este matiz último ya que en nin-
gún caso los ayuntamientos querían pretender usar estos lugares como castigo,
y solo eran un último recurso ante la pobreza y la discriminación. Esta forma
de proceder tenía como objetivo evitar que las propias casas de socorro se con-
38 P. Carasa Soto, “La asistencia social privada en la España moderna y contemporánea”
Estudios de Historia de España, vol. XIX (2017), pp. 2-6.
39 F. Herrera Rodríguez, “La casa de maternidad de Cádiz a nales del siglo XIX”, Híades,
nº 5-6 (1999), pp. 271-272.
40 F. Hernández Iglesias, La benecencia en España. Madrid, 1876, p. 221.
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virtiesen en centros de pobreza, que progresivamente atrajesen a más personas,
con lo que únicamente se trasladaría el problema fuera de las calles, pero no se
conseguiría acabar con él (art. 92)41.
3.3. asilos de párvulos
Como se ha comentado, tras el reglamento de 1852, se introdujeron algunos
cambios respecto a la ley de Benecencia del 1822. Uno de ellos fue la inclusión
de unos centros llamados asilos de párvulos, que eran lugares de estancia de niños
menores de 6 años. Para evitar la desprotección de los menores, estos centros
encargados de la vigilancia, enseñanza y protección de estos niños estaban di-
vididos en departamentos según su edad42. Se crearon con la vista puesta en que
pudiesen convertirse en lugares de enseñanza43.
3.4. socorro doMiciliario
En un breve título de esta reglamentación de benecencia, concretamente en
el capítulo V, también se habla del socorro domiciliario, es decir, que las personas
que necesiten atención la podrían recibir en su casa, siempre y cuando pudieran.
Pero, a pesar de que esta atención se hacía como consecuencia de la necesidad, a
diferencia que, en nuestros días, había una serie de requisitos que se debían cum-
plir, como ser residente en ese municipio, tener ocio conocido, y ser de buenas
costumbres; se aprecia así la moralidad de la religión en algunas cuestiones.
Por otra parte, en el capítulo VI se habla de la hospitalidad domiciliaria, en la
que describe cómo se intentará atender a las personas en sus domicilios siempre
que la situación lo haga posible, y se limitará el hospital para aquellos casos en
que las personas no tengan domicilio o en caso de enfermedades más graves y/o
infecciosas, donde se deja entrever el estigma que aún predominaba en estos
lugares, donde la enfermedad se seguía viendo como algo muy negativo y se
“apartaba” de la sociedad.
Para llevar a cabo esta labor, era la propia junta la encargada de contratar a
uno o dos enfermeros para que se encargasen de los cuidados y de la administra-
ción de medicamentos, siempre bajo la prescripción del facultativo, excepto en
situaciones de emergencia44.
A pesar de la evidente necesidad de este servicio, en la mayoría de lugares no
se dio de la forma en la que debería, y no fue casi hasta el último cuarto de siglo
cuando realmente se comenzaron a realizar todas estas funciones45.
41 B.O.P.H, de 11 de diciembre de 1836, Reglamento general de Benecencia, pp. 439-440.
42 B.O.P.H, de 11 de diciembre de 1836, Reglamento general de Benecencia, p. 436.
43 C. Colmenar Orzaes, “Las escuelas de párvulos en España durante el Siglo XIX: su desarrollo
en la época de la restauración”, en Historia de la Educación, vol. 10, 2010, pp. 98-105.
44 B.O.P.H, de 11 de diciembre de 1836, Reglamento general de Benecencia pp. 440-444.
45 M.C. Giménez Muñoz, “La benecencia municipal en la capital hispalense (1850- 1900): la
benecencia domiciliaria, el asilo de mendicidad y las casas de socorro”, Historia Contemporánea,
nº 34 (2007), pp. 227-228.
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3.5. Hospitalidad pública
De estas juntas de benecencia también dependían los hospitales públicos,
por lo que con esta novedosa reglamentación se añadieron artículos en relación
con estos centros (capítulo VII). En lo primero que hay que incidir es que estos
hospitales estaban reservados únicamente para aquellos enfermos que, por cues-
tiones personales o de la gravedad de la situación, no pudieran ser atendidos en
sus casas (art. 104). Otro punto que se comenta en este capítulo es la extensión
y la distribución de este tipo de lugares, donde ya se seguía cierta separación
según el estado de salud y la dolencia que presentasen. Además, se especican las
capacidades máximas de estos hospitales (300 enfermos), y las condiciones para
aumentar el número de centros según la población. Por otra parte, en este regla-
mento sobre los hospitales públicos podemos observar algunas mejoras en rela-
ción con la calidad de la atención y de la salubridad. Entre las medidas se incluían
algunas como la ventilación, limpieza, fumigaciones, el depósito de cadáveres, y
la calidad y cuidados de los alimentos. También se añadía la preocupación por
otros aspectos entre los que destacan la colocación de los pacientes o el tiempo
y el modo de las visitas, en lo que se esboza un inicio de cambio de visión en
relación con la persona ingresada más allá de lo físico46.
Es importante añadir que durante todo el siglo XIX, y a pesar de los avances
que hubo en la hospitalidad, estuvo presente el debate entre la asistencia a los
enfermos en centros especializados o el desplazamiento de los profesionales a los
domicilios particulares de los mismos47.
En el caso de Huelva, la situación de la hospitalidad y de la sanidad era acorde
a la generalidad que se vivía en nuestro país durante la primera mitad del siglo
XIX. Anteriormente a las regulaciones relacionadas con la sanidad –principal-
mente la ley de Benecencia de 1849 y la ley de Sanidad de 1855–, en la capital
existía el Hospital de la Caridad, situado en la calle Méndez Núñez, que servía
como lugar de asistencia a enfermos y necesitados. Con total certeza se puede
decir que este establecimiento no cumplía los nes para los que estaba destinado
pues ya desde principios de la década de 1850 este hospital estaba sumido en una
crisis económica, debido a la cual no era capaz de autoabastecerse por medio del
dinero recogido de la benecencia, ni la aportación del ayuntamiento, que debía
ser el encargado de los gastos, lo que inuyó de manera directa en la asistencia
que este a su vez proporcionaba a los pocos pacientes a los que podía acoger48. El
consistorio prácticamente a partir de 1852 se desentendió por completo del cen-
tro, y de los arreglos que éste necesitaba para seguir existiendo. La Diputación se
vio en la obligación de construir un nuevo hospital provincial en la ciudad, que
representase los nuevos valores del liberalismo en la sanidad, y la separación de la
46 B.O.P.H, de 11 de diciembre de 1836, Reglamento general de Benecencia p. 444.
47 F. Herrera Rodríguez, “El debate sobre la calidad asistencial en la España del Siglo XIX”,
Cultura de los Cuidados, nº 20 (2006), pp. 2-4.
48 D. López Viera, “El hospital de la Caridad de Huelva durante el Antiguo Régimen”, Huelva
en su Historia, 8 (2001), pp. 185-186.
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asistencia pública de la privada, con un hospital benéco asistencial, controlado
por la administración local, y que tuviese la capacidad de atender al total de la
población de Huelva. En 1868 se daba paso denitivamente a este nuevo hospital,
situado en el antiguo convento de la Merced, y que es considerado un paso más
en el avance de la sanidad en la capital onubense49. A pesar de estos avances que
se dieron, era evidente la falta de espacio que sufría este edicio, por lo que en
el año 1882 se trasladaron algunas tareas administrativas a otros inmuebles, y
cuatro años más tarde cuando se intentó dar solución a la falta de espacio con la
creación de un nuevo lugar para la asistencia, proyecto que fue rechazado en los
años siguientes y que no se retomó hasta bien entrado el siguiente siglo50.
Ventajas Desventajas
Asistencia hospitalaria
Mayor especialización de la atención
al enfermo.
• Mejor entorno de la atención, con el
ambiente y materiales adecuados.
Evita propagación de
ciertas enfermedades.
• Usados como lugar de enseñanza
práctica51.
Mayor hacinamiento de los enfermos.
• Menos comodidad del paciente y
menos intimidad.
Al no cumplirse las condiciones de
higiene, más enfermedad y por tanto
crecimiento de la mortalidad.
Asistencia domiciliaria
• El enfermo se encuentra en un
ambiente más cómodo.
• Atención individualizada cuando se
recibe.
• Imposibilidad del trato de ciertas
enfermedades.
Desentendimiento de
algunos profesionales.
Tabla II: Comparación asistencia hospitalaria y domiciliaria. Fuente: Elaboración propia a partir de
HERRERA RODRÍGUEZ, Francisco, “El debate sobre la calidad asistencial…”
4. desarrollo deMográfIco
Como consecuencia de diversos factores, el desarrollo a todos los niveles de
la capital onubense fue un factor que se retroalimentó con el crecimiento expo-
nencial que sufrió la población, aún más acentuado en la segunda mitad del siglo
XIX. Un hecho clave en el avance de Huelva, como ciudad y también como pro-
vincia, es la independencia que se logra en 1833 del reino de Sevilla. Esto provoca,
a su vez, que en ese momento fuese necesario el nombramiento de una nueva
capital que se encargaría de la administración central del territorio. Finalmente,
fue el territorio de Huelva el elegido. Avalado por algunas razones que le dotaban
de cierta ventaja respecto a sus competidores (Ayamonte y La Palma). En pri-
mer lugar, la localización geográca más centrada en el mapa la hacía tener una
posición privilegiada en la provincia, más cerca de Sevilla, pero a su vez teniendo
49 Mª.L. Calero Delgado, “Higiene y alimentación: El abasto de carne en Huelva (1855-
1870)”, Tesis Doctoral inédita, Universidad internacional de Andalucía (2015), pp. 110-115.
50 I. Gómez Felipe, “Nuevos proyectos para un hospital provincial en Huelva. Hacia la bús-
queda de la modernidad sanitaria a principios del siglo XX”, Huelva en su Historia, 12 (2005),
pp. 133-134.
51 AHAH. Acta capitular del Ayuntamiento de Huelva, sesión del 17 de mayo de 1860,
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otros municipios próximos a ella. También era una ventaja el hecho de poseer un
puerto en la misma ciudad.
En el avance de la población, podemos diferenciar dos etapas importantes,
una primera que comprende aún la primera mitad de siglo, donde el crecimien-
to existe, más controlado, y se sustenta en la nueva situación institucional de
Huelva, aún lastrado por las epidemias existentes, y la alta mortalidad. Y por
otro lado, una segunda etapa a partir de la década de 1860 en la que se produce
un aumento más rápido de la población basado fundamentalmente en dos pun-
tos: por un lado, sigue avanzando Huelva hacia un contexto más urbano y una
sociedad contemporánea, lo que hace que atraiga a más habitantes; por otro, se
sucedieron medidas sanitarias e higiénicas que mejoraron la situación de las vías
y las infraestructuras, así como de los habitantes, permitiendo una reducción
de la mortalidad a través del control de epidemias, y de un acceso público a una
asistencia sanitaria con cierto nivel52.
5. conclusIones
Al igual que en el resto de España, Huelva también sufrió un desarrollo im-
portante en sanidad, y cómo es lógico este se fue adaptando a las condiciones
y necesidades que en cada momento predominaban en la ciudad. Las fuentes
históricas consultadas han mostrado que, durante la primera mitad del siglo, los
esfuerzos estuvieron centrados en el control de las epidemias, en un mejor regis-
tro de barcos y mercancías, y en el control de puertos, lugar vital en el desarrollo
de la capital en esa época. Por otra parte, con el análisis de la información obte-
nida se puede observar cómo con el avance del siglo, y aún más una vez superado
la mitad del mismo, la situación de la sanidad y de su concepción cambian por
completo, con una menor atención a estas epidemias, ya que se iban controlando
con las medidas implantadas, y un nuevo foco puesto en la reorganización del
núcleo urbano, en la mejora de las condiciones higiénicas y estructurales de ca-
lles, plazas y espacios públicos como los cementerios, que a su vez inuyesen en
la población y en su calidad de vida. Y, por último, el estudio de las fuentes nos
ha permitido comprobar el cambio de concepción de la sanidad que se da durante
el siglo XIX, plasmados en las primeras leyes que se crean sobre salud, y cómo
esto llega hasta Huelva con la creación y el desarrollo de instituciones públicas
para el cuidado, como es el caso del hospital provincial abierto en 1868, que trajo
consigo el inicio de una nueva atención en la capital.
Este nuevo foco estaba centrado más allá de las enfermedades y su control, en
la mejora de la asistencia ofrecida, en la remodelación de los lugares en los que se
daba, y en una reestructuración completa de la misma, que en estos años ya se
empezaba a trasladar, de manera muy sutil, a algunos profesionales sanitarios y
al poder central del Estado.
52 Mª. L. Calero Delgado, “Higiene y alimentación: El abasto de carne en Huelva (1855-
1870)”, Tesis Doctoral, Universidad internacional de Andalucía (2015), p. 118.
Manuel Araujo González
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fuentes docuMentales
- Archivo Histórico del Ayuntamiento de Huelva: Actas Capitulares (1859-
1899).
- Boletín Ocial de la Provincia de Huelva (1835-1858).
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