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DOI: http://doi.org/10.33776/hh.v18.8500
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Graduado en Enfermería
abraham_ventoryyo@hotmail.com
R
La epidemia de gripe que azotó al mundo
golpeó a Huelva en tres oleadas, que se han
analizado a lo largo de este estudio, siendo
la que se desarrolló en octubre de 1918 la de
mayor virulencia, dejando una cifra de muertos
en el país que solo sería superada por la Guerra
Civil. Este trabajo pretende estudiar el curso de
la epidemia de gripe de 1918-19 en la ciudad de
Huelva. Se ha realizado un profundo análisis de
documentación tanto de fuentes hemerográcas
como archivísticas. Se ha hecho una lectura de
todas aquellas noticias referentes a la gripe en el
diario La Provincia, y a la vez se ha procedido a
la consulta y análisis de documentos del Archivo
Histórico Municipal de Huelva. Por otra parte,
se ha realizado una revisión bibliográca de
todos los trabajos relacionados con el tema. Esta
revisión de la documentación ha aportado datos
sobre cómo se trabajó para hacer frente a la
epidemia por parte de los distintos organismos
y cómo llevó a la implantación de cambios
tanto en los servicios de benecencia como de
sanidad. Como conclusión general se puede
extraer que este acontecimiento histórico,
impulso una serie de avances indispensables
hasta la fecha en la lucha contra la enfermedad.
P 
Huelva; 1918; epidemia; gripe 1918.
Fecha de recepción: 16/10/2024
Fecha de aceptación: 20/11/2024
A
e inuenza epidemic that swept the
world hit Huelva in three waves, which have
been analyzed throughout this study, wich the
one that developed in October of 1918 being
the most virulence and leaving a death toll in
the country only be surpassed by the Civil War.
is work aims to study the course of the 1918-
19 inuenza epidemic in the city of Huelva. A
thorough analysis of documentation from both
newspaper sources and archival records has been
carried out. We have reviewed all news related
to the inuenza in the newspaper La Provincia,
while also consulting and analyzing documents
from the Municipal Historical Archive of
Huelva. Additionally, a literature review of all
work related to the subject has been conducted.
is review of the documentation has provided
data on how various organizations worked
to tackle the epidemic, and how it led to the
implementation of changes in both charity
services and healthcare. A general conclusion
that can be drawn is that this historic event
spurred a series of indispensable advances in the
ght against the disease up to that point.
K 
Huelva; 1918; epidemic; inuenza 1918.
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1. IntroduccIón
Con las primeras luces de 1918 la ciudad de Huelva se despertaba despreo-
cupada; la atención del país y sus diarios se centraban en la Gran Guerra y el
baile de mandatarios en el poder. Los avances en salud no hacían prever la gran
amenaza que se cernía sobre el país. Con el paso de los primeros meses del año
un virus se extendía como la pólvora por todo el planeta; diversas eran las teorías
sobre su origen y su propagación. El hecho es que parece ser que fue la guerra,
que ocupaba a medio mundo, la propulsora de esta enfermedad. Conocida como
“gripe española”, como veremos más adelante, llegó a España y a Huelva en el
mes de mayo.
La realización de este estudio surge ante la necesidad imperiosa de dar luz
a diversas cuestiones sobre el trascurso de la epidemia de gripe en la ciudad de
Huelva. La gripe ha sido uno de los temas por excelencia, ha supuesto para los
investigadores un hito, que ha marcado multitud de estudios en este país. Al rea-
lizar una búsqueda bibliográca con las palabras clave “Huelva”, “Gripe”, “1918”,
para orientarnos y analizar los trabajos realizados respecto al tema, observamos
que hay un vacío de información respecto a esta ciudad. Sí que, por el contrario,
encontramos gran variedad de investigaciones sobre el tema en diversas ciudades
de la península.
Es el caso de la tesis doctoral de Alberto González García sobre la epidemia
de gripe en la provincia de Cuenca, donde el autor repasa todas las pandemias
acaecidas en la historia; enmarca el panorama social en los distintos ámbitos de la
provincia y trata la incidencia de las distintas oleadas, para terminar mencionan-
do todas aquellas respuestas que se dieron para hacerle frente1. O del trabajo de
Antón Erkoreka en el País Vasco que, además de analizar las distintas epidemias
gripales, trata sobre la gripe aviar. Expone cuál fue el origen de la enfermedad y
cómo se expandió. Realiza un estudio en profundidad de la gripe de 1918-19 en
el País Vasco a través de sus oleadas en los distintos pueblos y termina llevando
a cabo un análisis de las consecuencias que tuvo para la zona2. Por su parte, el
estudio de Francisco Herrera Rodríguez en El Puerto de Santa María hace un re-
paso del estado de la cuestión, sumergiéndose en la enfermedad epidémica en sí.
Analiza la pandemia de gripe de 1918-19 relacionándola con la situación nacional
del momento. Termina exponiendo la situación concreta de El Puerto durante
la enfermedad, a partir de todos los aspectos socioeconómicos de la población3.
Analizando la historiografía onubense, observamos que no se ha realizado
ningún tipo de trabajo que trate la epidemia de gripe en Huelva. Es por esta
falta de datos respecto a qué ocurrió en la ciudad por lo que surge este trabajo.
1 GONZÁLEZ GARCÍA, Alberto: La Epidemia de gripe de 1918-1919 en la provincia de
Cuenca. Cuenca: Universidad de Castilla - la Mancha. [Tesis Doctoral dirigida por Enrique Gozalbes
Cravioto y Vicente J. A. Martínez Vizcaíno], 2012.
2 ERKOREKA, Antón: La pandemia de gripe española en el País Vasco (1918-1919).
Bilbao: Medikuntza eta Zientzia Historiaren Euskal Museoa, 2006.
3 HERRERA RODRIGUEZ, Francisco: “La epidemia de gripe de 1918 en El Puerto de Santa
María”. Revista de Historia de El Puerto, 17 (1996), pp. 31-63.
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Queremos contribuir a la historiografía con nuevos datos sobre la epidemia en
la ciudad onubense, considerando que este estudio puede aportar información
desconocida hasta la fecha sobre cómo se propagó la epidemia, qué condiciones
higiénico-sanitarias había en ese momento en la ciudad y si pudieron contribuir
a su propagación, valorar si la población estaba preparada y ver qué medidas se
tomaron.
Analizaremos así cómo esta gran pandemia de 1918-1919 afectó a la pobla-
ción, qué grandes cambios provocó en el sistema sanitario y social de la época
y qué benecios aportó a posteriori. Las respuestas a estas preguntas las damos
aqa través de una concienzuda revisión bibliográca y de la consulta fuentes
documentales de archivo y de fondos hemerográcos. Por ello hemos podido
dividir el trabajo en tres partes u oleadas, donde temporalmente la epidemia pre-
sentó más virulencia. La primera comprendió los meses de mayo y junio de 1918,
donde se indaga sobre su inicio y propagación en España y en la ciudad de Huel-
va, y las primeras reacciones ante una enfermedad desconocida hasta la fecha.
La segunda, de octubre-noviembre, que es cuando la gripe tuvo más virulencia
y cuando se maniestan todas las medidas ciudadanas y políticas puestas en
marcha para hacerle frente. Y nalmente, una tercera, en los primeros meses de
1919, en que hubo un rebrote de la enfermedad. También analizaremos mediante
diversos epígrafes, un tema importante como es la gripe en sí: en qué consist
esta nueva enfermedad, que síntomas presentó, y cómo se intentó tratar. Abor-
daremos con qué establecimientos sanitarios contaba la ciudad en su momento y
qué función tenía la enfermería ante tal catástrofe sanitaria.
Como resultado de este trabajo, analizaremos en qué situación se encontraba
Huelva en el momento de la llegada de la epidemia reinante, cómo reaccionaron
las autoridades y la ciudadanía y cómo abordaron el problema y si realmente la
ciudad estaba preparada para este acontecimiento o se podría haber evitado con
medidas de prevención. Todo esto lo iremos analizando a través de las diversas
oleadas y, nalmente, observaremos cómo repercutió en la ciudad, qué mejoras
se llevaron a cabo en los cuidados de salud, y cómo avanzaron las medidas socio-
sanitarias de la época.
2. El orIgEn dE la EpIdEmIa rEInantE
La epidemia de gripe de 1918, conocida como gripe española, aparece en el
contexto de la Primera Guerra Mundial4, contagiando y atacando a la mitad de
la población mundial del momento5. Causó entre 25 y 50 millones de muertes6.
4 WATTS, Sheldon: Epidemias y poder. Historia, enfermedad, imperialismo. Santiago de
Chile: Editorial Andrés Bello, 2000.
5 ERKOREKA, Antón: La pandemia de gripe española…, p. 10; JOHNSON, Niall: “The
overshadowed killer. Inuenza in Britain in 1918-19”, en PHILLIPS, Howard y KILLINGRAY,
David (eds.), The Spanish Inuenza pandemic of 1918-19. New perspectives. Londres: Rout-
ledge, 2003, p. 132.
6 PHILLIPS, Howard y KILLINGRAY, David: “Introduction”, en PHILLIPS, Howard y
KILLINGRAY, David (eds.). The Spanish Inuenza pandemic of 1918-19. New perspectives.
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Cifrando el número de muertes algunos autores hasta los 100 millones de muer-
tos, siendo la cifra de los 50 la más citada a nivel global. En nuestro país solo la
Guerra Civil superaría las cifras de fallecidos acaecidos durante la epidemia, no
alcanzándose cifras tan altas de mortalidad respecto a una enfermedad desde la
epidemia de cólera de 1853-18557.
La primera noticia que se tiene del origen de la epidemia parece estar en
un campamento militar de Kansas8. Los primeros síntomas similares a la gripe
se dan en Camp Funston, dentro de la base militar de Fort Riley en el mes de
marzo9. Aunque muchos autores coinciden en que este fue el foco inicial de la
epidemia, en la actualidad aún no ha quedado claro10.
Contradiciendo esta primera hipótesis de su origen en los Estados Unidos, se
habla de que pudo tenerlo en Étaples (Departamento francés de Pas-de-Calais) en
torno a 1916, donde se observan enfermedades respiratorias con un comporta-
miento anormal11, posiblemente una epidemia derivada de las de 1915 y favorecida
por los factores de la Gran Guerra: hacinamiento, falta de higiene, agotamiento
físico y condiciones meteorológicas adversas o favorecedoras de la enfermedad12.
La epidemia de gripe parecía haber llegado a Francia entre los meses de abril
y mayo de 191813; el primer foco parece que fue el campamento número cuatro
Londres: Routledge, pp. 1-25; ERKOREKA, Antón: La pandemia de gripe española…, p. 72.;
TRILLA, Antoni; TRILLA, Guillem y DAER, Carolyn: “The 1918 `Spanish u´ in Spain”, Clini-
cal Infectious Diseases, vol. 47, núm. 1 (2008), pp. 668-673.
7 ECHEVERRI DÁVILA, Beatriz: La Gripe Española. La pandemia de 1918-1919. Ma-
drid: Siglo XXI, 1993, p.122; SERRALLONGA URQUIDI, Joan: “Epidemias e Historia Social.
Apuntes sobre el cólera en España”, 1833-1865. Historia Social, 24 (1996), pp. 7-21; KOHN, Geor-
ge: Encyclopedia of plague and pestilence. From ancient times to the present. Nueva York:
Facts on File, 2008, p. 369.
8 PATTERSON, K. David y PYLE, Gerald F.: “The geography and mortality of the 1918 In-
uenza Pandemic”, Bulletin of the History of Medicine, 65-1 (1991), p. 5; JOHNSON, Niall: “The
overshadowed killer…”, p. 145.
9 ERKOREKA, Antón: La pandemia de gripe española…, p. 19; TAUBENBERGER, Je-
ery K. y MORENS, David M.: “1918 Inuenza: the mother of all pandemics”, Emerging Infec-
tious Diseases, 12-1 (2006), p. 16; PATTERSON, K. David y PYLE, Gerald F.: “The geography
and mortality, p. 5; ECHEVERRI DÁVILA, Beatriz: La Gripe Española…, p. 18; BELTRÁN
MOYA, José Luis: Historia de las Epidemias en España y sus colonias (1348-1919). Madrid:
La Esfera de los Libros, 2006, p. 164; HONIGSBAUM, Mark: Living with Enza. The forgotten
story of Britain and the great u pandemic of 1918. Londres: Macmillan, 2009, p. 41.
10 OXFORD, John S.; LAMBKIN, R.; SEFTON, A.; DANIELS, R.; ELLIOT, A.; BROWN,
R. y GILL, D.: “A hypothesis: the conjunction of soldiers, gas, pigs, ducks, geese and horses in
Northern France during the Great War provided the conditions for the emergence of the “Spanish”
Inuenza Pandemic of 1918-1919”, Vaccine, 23 (2005), pp. 940-945.
11 CUENYA MATEOS, Miguel Ángel: “Reexiones en torno a la pandemia de inuenza de
1918. El caso de la ciudad de Puebla”, [México]. Desacatos, 32 (enero-abril, 2010), p. 150.
12 ERKOREKA, Antón: “Origins of the Spanish inuenza pandemic (1918-1920) and its rela-
tions to the First World War”, Journal of Molecular and Genetic Medicine, 3 (2009), pp. 190-
194; BELTRÁN MOYA, José Luis: Historia de las Epidemias…, p.164.
13 ZYLBERMAN, Patrick: A holocaust in a holocaust. The Great War and the 1918 Spanish
inuenza epidemic in France, 2003, p. 192.
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de Bordeaux14. La prensa gala estaba al tanto de que el posible origen estaba en
los Estados Unidos de América pero, como España era el único país que infor-
maba abiertamente sobre los primeros casos de gripe y los americanos eran alia-
dos en la contienda, se acuñó con el término de “Gripe española15. Desde esta
perspectiva, el único país que podría haber llamado realmente gripe española a
esta enfermedad era Portugal, puesto que la infección llegó a ese país desde sus
fronteras comunes16.
Durante la Guerra, la publicación por parte de las autoridades de la apari-
ción de una epidemia entre las las de los contendientes podía suponer un aco
favor para el adversario. España, al no encontrarse en guerra en ese momento,
permitió la libre información en los medios de la aparición de un tipo de gripe
especialmente severa17. Cuando en mayo de 1918 se hace ocial la existencia de la
enfermedad, unido a la situación de guerra y la neutralidad del país, se hace in-
evitable que la Royal Academy of Medicine de Gran Bretaña acuñe como “gripe
española” la epidemia reinante18.
La pandemia, que atacó al mundo entero, se desarrolló en tres oleadas. En
marzo se originaba en el oeste americano con un débil impacto y mortalidad,
siendo mucho mayor la cifra de enfermos. La segunda, mucho más letal, llegó en
agosto, extendiéndose desde Francia y atravesando todo el globo. Para muchos
autores hubo una tercera oleada mucho más benigna a partir de los primeros
meses de 191919.
3. la prImEra olEada
A España la primera oleada llegó a nales de mayo20. Hay un gran debate so-
bre cuál o cuáles fueron las entradas y sus causas. Hay quien arma que entró en
la península a través de la frontera de Irún procedente del país francés, favorecida
por el tránsito ferroviario de soldados y vendimiadores españoles y portugue-
14 JOHNSON, Niall: “The overshadowed killer…”, p. 145.
15 CABEZAS FERNANDEZ DEL CAMPO, José Antonio: “Nuevos datos acerca del virus
causante de la pandemia de gripe de 1918-19 y su relación con los de la gripe aviar. Datos recientes
relativos a estos”, Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, 71 (2005), p. 90.
16 ECHEVERRI DÁVILA, Beatriz: La Gripe Española…, p. 180.
17 CARTWRIGHT, Frederick F. y BIDDISS, Michael: Grandes pestes de la Historia. Buenos
Aires: El Ateneo, 2005, p. 165.
18 BELTRÁN MOYA, José Luis: “The Spanish Lady. La gripe española de 1918-1919”, Anda-
lucía en la Historia, 25 (2009), p. 60.
19 JOHNSON, Niall y MÜLLER, Jürgen: “Updating the accounts: global mortality of the
1918-1920 `Spanish´ Inuenza Pandemic”. Bulletin of the History of Medicine, 76 (2002), p. 107.
20 ELEXPURU CAMIRUAGA, Lucía: “Consecuencias demográcas de la epidemia gripal
de 1918 en la villa de Bilbao”, en Homenaje al Dr. José María Basabe. Cuadernos de Sección
Antropología-Etnografía, San Sebastián: Eusko Ikaskuntza, 1987, p. 269; HERRERA RODRÍ-
GUEZ, Francisco: “Incidencia social de la gripe de 1918-1919 en la ciudad de Cádiz”, Llull, 19
(1996), p. 457; URKIA ETXABE, José Mª: La pandemia gripal de 1918 en Guipúzcoa. San
Sebastián: Euskal Herriko Unibertsitatea, 1986; GARCÍA-FARIA DEL CORRAL, Francisco: La
epidemia de gripe de 1918 en la provincia de Zamora. Estudio estadístico y social. Zamora:
Diputación de Zamora, 1995, p. 67.
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ses21. Desde el ámbito facultativo, y también en la prensa, siempre se propuso la
idea de los militares como transmisores de la enfermedad22. Varios autores sos-
tienen que la enfermedad entra en España desde Francia a través de la frontera
de Port-Bou (Gerona)23, Guipúzcoa y Navarra24 coincidiendo con la expulsión
por parte del Gobierno francés de trabajadores y la repatriación de inmigrantes25.
En contraposición a lo expuesto, otros autores sostienen que la enfermedad
llegó al país a través de los puertos de Gibraltar, Cádiz y Lisboa26, hipótesis que
es apoyada por muchos investigadores españoles27. Poniendo sobre la mesa las
distintas aportaciones de los autores sobre la vía de entrada de la enfermedad en
nuestro país, parece que coge fuerza la entrada a través de la frontera hispano-
francesa debido a la circulación de grandes grupos de personas.
Una vez llegada la epidemia al país, el siguiente paso fue su expansión por
todo el territorio. Parece ser que las vías de difusión se establecieron en torno a
dos rutas ferroviarias: una, desde Port-Bou (Gerona) hacia Almería; y otra, desde
Irún (Guipúzcoa) hasta Medina del Campo (Valladolid)28. La vía ferroviaria era
considerada como uno de los medios propulsores de la propagación de la epide-
mia29.
La epidemia ya estaba, ya había llegado. Sin embargo, España ya disponía de
una estructura legislativa sanitaria con la que intentar hacerle frente. La Instruc-
ción General de Sanidad decretada en 1904 era la que regía la política sanitaria
en ese momento. Antes de esta, el país contaba con la Ley de Sanidad de 1855, la
cual había supuesto una ruptura con el Antiguo Régimen. Esta normativa legal
21 ELEXPURU CAMIRUAGA, Lucía: “Consecuencias demográcas, p. 269; GARCÍA-
FARIA DEL CORRAL, Francisco: La epidemia de gripe…, p. 67; ECHEVERRI DÁVILA, Bea-
triz: “Spanish inuenza seen from Spain”, en PHILLIPS, Howard y KILLINGRAY, David (eds.),
The Spanish Inuenza pandemic of 1918-19. New perspectives, Londres: Routledge, 2003, p.
176.22 PORRAS GALLO, Mª Isabel: Un reto para la sociedad madrileña: la epidemia de gripe
de 1918-19. Madrid: Editorial Complutense, 1997, p. 42; ECHEVERRI DÁVILA, Beatriz: “Spa-
nish inuenza…”, p. 177.
23 GRANERO XIBERTA, Xavier: “L’epidèmia de grip del 1918 a Barcelona”, en Actes del III
Congrés d’ Historia de la Medicina Catalana, II (1981), pp. 87-88.
24 ERKOREKA, Antón: La pandemia de gripe española…, p. 42.
25 ELEXPURU CAMIRUAGA, Lucia: “Consecuencias demográcas, pp. 267-277;
ERKOREKA, Antón: “Spanish inuenza in the heart of Europe. A study of a signicant sample of
the Basque population”. Gesnerus, 65, 30-41, 2008:34; GARCÍA-FARIA DEL CORRAL, Fran-
cisco: La epidemia de gripe…, p.70.
26 PATTERSON, K. David y PYLE, Gerald F.: The geography and mortality…, p. 7.
27 ERKOREKA, Antón: La pandemia de gripe española…, p. 37; ERKOREKA, Antón:
“Spanish inuenza, p. 34.
28 HERRERA RODRIGUEZ, Francisco: “La epidemia de gripe de 1918…”, p. 32; PINILLA
PÉREZ, Beatriz: “Análisis de la inuencia de la grip “espanyola” a la ciutat de Barcelona (1918-
1919)”, Gimbernat, 51 (2009), p. 206; ECHEVERRI DÁVILA, Beatriz: La Gripe Española…, p.
89-91; PORRAS GALLO, Mª Isabel: Un reto para la sociedad madrileña…, p. 41.
29 GARCIA-CONSUEGRA, Mariano: La epidemia de gripe de 1918-1919 en Ciudad Real.
Ciudad Real: Universidad de Castilla-La Mancha [Tesis Doctoral dirigida por Francisco Alia Mi-
randa], 2012, p. 109.
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se inscribía en un sistema sanitario liberal, donde el Estado asumía las compe-
tencias sanitarias en aspectos de benecencia, epidémicos y libre ejercicio de la
profesión sanitaria. La sanidad española pivotaba en torno a tres pilares: en lo
más alto el Ministerio de Gobernación y los Gobiernos Civiles; seguidos por los
Reales Consejos de Sanidad y las Juntas de Sanidad Provinciales y Municipales;
y, por último, la Inspección de Sanidad30.
Los primeros casos de epidemia en el país aparecen en Madrid en el mes de
mayo de 1918, donde se da la voz de alarma sobre la aparición de una enfermedad
con unos síntomas familiares, pero con un causante desconocido. Las primeras
noticias sobre el inicio en la capital no son reejadas en la prensa onubense hasta
el 25 de mayo, donde se advierte que la epidemia se está propagando de forma
alarmante. En la capital española millares de personas eran atacadas por este mal;
teatros y ocinas tenían que ser clausurados por falta de personal y muchos mi-
litares enfermaban. La epidemia, aunque se presentaba con caracteres benignos,
constituía la gran preocupación de las autoridades nacionales31.
Las noticias que llegaban de Madrid al resto del país informaban que la epide-
mia seguía creciendo en la capital, y también ocurría lo mismo en la provincia.
Los médicos eran insucientes para hacerle frente, llevando a cabo dieciséis o
dieciocho horas diarias de trabajo, en una labor superior a las fuerzas humanas.
También se daban numerosos casos en otras zonas del Estado como en la zona
española de Marruecos32.
La epidemia alcanzaba una dimensión superior entre la ciudadanía cuando
empezó a propagarse entre los personajes públicos de la época. El rey, la infanta
o el Conde de Romanones fueron atacados por la enfermedad. Con este hecho,
surgía entre los ciudadanos una gran preocupación ya que, si la enfermedad hacía
estragos entre las clases altas, ellos no serían una excepción. El doctor Gregorio
Marañón salía ante los medios de comunicación para poner de maniesto que se
trataba de una enfermedad con una sintomatología similar a la gripe, pero que
no se había podido demostrar que se tratara de esta, calmando los ánimos sobre
sus efectos y comunicando que se trataba de una enfermedad leve donde los
pacientes tendían rápidamente a la mejora. Terminaba culpando a los cambios
meteorológicos de su explosividad y la única pauta que daría era la de no perma-
necer en lugares cerrados33.
En Huelva, la enfermedad se veía muy lejana y la despreocupación reinaba
entre la población debido a la falta de percepción de su gravedad. El sentido
del humor se hacía eco en la población, hasta el punto de que la epidemia se
convirtió en uno de los temas de chistes y chascarrillos en toda la provincia.
30 BARONA VILAR, Carmen: Organización sanitaria y de la higiene pública en la pro-
vincia de Valencia (1854-1936). Valencia: Universitat de Valencia [Tesis Doctoral dirigida por
Josep Lluís Barona Vilar], 2002, p. 44.
31 “La epidemia reinante”, en La Provincia, [Huelva], 25 de mayo de 1918, núm. 10918, p. 87.
32 “La epidemia reinante: En España y Marruecos”, en La Provincia, [Huelva], 31 de mayo de
1918, núm. 10923, p. 107.
33 “La epidemia reinante”, en La Provincia, [Huelva], 28 de mayo de 1918, núm. 10920, p. 93.
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Se le conoció como el Soldado de Nápoles, en referencia a una canción de la
Zarzuela “La Canción del Olvido”34. En ese momento eran otras cuestiones las
que preocupaban en la ciudad. El columnista Manuel Pavía que se hacía llamar
“Doctor Onuba” armaba en La Provincia que Nuestras autoridades sanitarias
han dado pruebas bien palpables de que se preocupan por la salud del vecindario”,
pues se habían iniciado diversas medidas en la ciudad tras el anuncio de que la ve-
cina Portugal presentaba casos de tifus exantemático35. Este hecho es cierto, las
autoridades onubenses se adelantaban a los acontecimientos para evitar conta-
gios, iniciándose una campaña sanitaria en previsión de que pudiesen acontecer
otras enfermedades más graves. El Gobernador Civil Francisco de Federico lan-
zaba una circular, el 28 de mayo, donde hablaba de las dos estaciones sanitarias
de la capital, e instaba a los alcaldes a encarecer las medidas prolácticas36. En los
pueblos fronterizos se adoptarán las medidas pertinentes, evitando el paso de la
epidemia37.
Cuando a mediados de junio se presentan nuevos casos de tifus exantemático
en las provincias de Cádiz y Córdoba, el ayuntamiento onubense ejercía una
rigurosísima vigilancia respecto a las personas sospechosas. Se llevaron a cabo
desinfecciones activas y prolaxis exageradas, con prudente reserva, para evitar
la alarma en la ciudad. La gripe ya arraigaba en Huelva, pero los casos de gripe
en ese momento eran mayoritariamente benignos (un poco de ebre y dos días
de cama); según los facultativos no había necesidad de llevar a cabo medidas
radicales. Fue el hecho de evitar la llegada del tifus a la ciudad lo que propició
la toma de medidas por parte de las autoridades. Creemos que este hecho pudo
ser el desencadenante que provocó que Huelva se encontrase más predispuesta o
preparada para afrontar la siguiente oleada.
No fue hasta los primeros días del mes de junio cuando las noticias referentes
a la epidemia se volvían tranquilizadoras. El subsecretario de Gobernación infor-
maba que la enfermedad decrecía en toda la península. En Huelva, a nales de
junio prácticamente la enfermedad había desaparecido, y los casos eran exiguos.
Volvía la tranquilidad a la provincia dejándose de hablar de ello por parte de las
autoridades y en la prensa local. La llegada del verano llevó a una disminución
34 TRILLA, Antoni; TRILLA, Guillem y DAER, Carolyn: “The 1918 `Spanish u´ in Spain”,
p. 669; ECHEVERRI DÁVILA, Beatriz: “Spanish inuenza…”, p. 173; GARCIA PALOMAR,
Félix: “Epidemia de gripe en San Esteban de Gormaz durante 1918”. Celtiberia, 97 (2003), pp. 373-
420, 2003: 378; BELTRÁN MOYA, José Luis: Historia de las Epidemias…, p. 167; TRILLA,
Antoni: “Revisan la epidemia de gripe “Española” de 1918 en España”. “Servicio de Información
y Noticias Clínicas (SINC), 11 (2008), sin pp. [1].
35 Dr. Onuba: “Allerazos, Sobre higiene y otras cosas”, en La Provincia, Huelva, 27 de mayo
de 1918, núm. 10919, p. 89.
36 Boletín Ocial de la Provincia de Huelva (en adelante BOPH), “Gobierno civil: Sanidad:
circular”, 28 de mayo de 1918 [núm.1537]. La imposibilidad de controlar el paso de transeúntes por
la frontera lleva al Gobernador a pedir que se extremen las precauciones.
37 “La campaña sanitaria”, en La Provincia, [Huelva], 18 de junio de 1918, núm. 10938, p. 57.
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de la pandemia en todo el mundo, no registrándose un aumento hasta nales del
mes de agosto38.
4. la sEgunda olEada
Tras el paso de la mayor parte del verano y la disminución de la epidemia,
el mes de septiembre comenzaba con grandes cambios meteorológicos. Los días
eran lluviosos y un temporal azotaba a todo el país, dándose nuevos casos de
gripe. En ese momento se dudaba de si se trataba de un rebrote de la que había
tenido lugar en la primavera o procedía, de nuevo, del país galo.
Algunos autores señalan el cambio en las condiciones meteorológicas con
fuertes lluvias, un verano muy caluroso y un periodo seco durante muchos me-
ses como un factor precipitante de esta nueva oleada39. Otros autores, contrastan-
do fechas y puertas de entrada, sostienen como principal hipótesis que el tránsito
de trabajadores a través de la frontera vasco-francesa, junto con el hecho de ser
la principal ruta migratoria de las aves, pudo favorecer la mutación del virus
y el aumento de su virulencia respecto a la ola anterior40. Otra de las hipótesis
sostiene que fueron las incorporaciones a las de reclutas y excedentes de cupo
los transmisores de la epidemia41. Los soldados enfermos que retornaban a sus
hogares contagiaban al resto de la población civil no afectada en la primera olea-
da42. Lo que parece cierto es que el virus de la gripe mutó en algún lugar que se
desconoce, llegando a la península una oleada mucho más virulenta y cruel que
la anterior, causando estragos allá por donde transitaba.
Huelva y su población atravesaban por una extraña sensación de tranquilidad
los primeros días del mes de octubre ya que, a diferencia del resto de la penín-
sula, la situación –según los facultativos– era excelente. Se registraban mínimos
respecto a mortalidad, y el número de enfermos era casi exiguo. Los casos de
gripe eran escasos y todo apuntaba a dolencias corrientes y catarros benignos.
La gran mayoría de ciudadanos en esa época, al ser atacados por algún tipo de
enfermedad, no demandaba asistencia sanitaria sino que se auto-diagnosticaban
y trataban en casa43. Aun así, a pesar del satisfactorio estado de salud general de
38 PINILLA PÉREZ, Beatriz: “Análisis de la inuencia de la grip, p. 206; PATTERSON,
K. David y PYLE, Gerald F.: “The geography and mortality…”, p. 8; ECHEVERRI DÁVILA,
Beatriz: La Gripe Española…, p. 28; HONIGSBAUM, Mark: Living with Enza…, p. 73.
39 GRANERO XIBERTA, Xavier: “L’epidèmia de grip del 1918 a Barcelona”, p. 88; ERKORE-
KA, Antón: La pandemia de gripe española…, p. 39; ECHEVERRI DÁVILA, Beatriz: Spanish
inuenza…, p. 177.
40 ERKOREKA, Antón: “Spanish inuenza in the Heart of Europe. A Study of a Signicant
Sample of the Basque Population”, Gesnerus, 65 (2008), pp. 30-41.
41 GRANERO XIBERTA, Xavier: “L’epidèmia de grip del 1918 a Barcelona”, pp. 87-88; HE-
RRERA RODRIGUEZ, Francisco: “La epidemia de gripe, p. 458.
42 PORRAS GALLO, Mª Isabel: Un reto para la sociedad madrileña…, p. 44; ECHEVE-
RRI DÁVILA, Beatriz: “Spanish inuenza…”, p. 178.
43 BYRNE, Joseph Patrick: Encyclopedia of Pestilence, Pandemics, and Plagues. Londres:
Greenwood Publishing Group, 2008, p. 315; JOHNSON, Niall: “The overshadowed killer…”, p.
144.
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la población, entre los habitantes existía una gran preocupación ante la llegada
de una posible amenaza. Uno de los temas que preocupaba a los ciudadanos era
la continua llegada de vecinos lusitanos, obreros desgreñados y sucios, posibles
portadores de alguna “epidemia reinante” de la vecina república. No se explicaba
entre la población cómo estas bandadas de obreros podían burlar la vigilancia de
las fronteras y acceder a la capital onubense circulando libremente por ella sin
que las autoridades los curasen de la roña y parásitos que portaban44. A mediados
del mes de octubre el Gobernador enviaba una circular a los alcaldes de los pue-
blos de la provincia para que evitasen la entrada de vagabundos y mendigos45.
Aunque el estado sanitario en la ciudad parecía satisfactorio en un principio,
empezaban a darse los primeros fallecimientos a causa de la epidemia; es el caso
de un marino aquejado de gripe en la Estación Sanitaria del Puerto onubense. Sus
dos compañeros del vapor “Izaro” continuaron enfermos en el Lazareto. Los la-
zaretos estaban en aquellos momentos construidos a la manera colonial, con ma-
dera y mampostería. Parece ser que estos establecimientos, aunque se les llamaba
Lazaretos, no reunían las características necesarias para tal n. Creemos que la
función de este, era la de aislar a los pacientes infectados de la población general.
Desde Madrid, Manuel García Prieto, entonces presidente del Consejo de Mi-
nistros –lo que hoy se conoce como jefe de gobierno–, recibía por primera vez a
los periodistas desde el mes de marzo, comentándoles que las visitas a las pobla-
ciones atacadas habían sido satisfactorias. Ante los allí reunidos, minuciosamente
explicaba todas las precauciones adoptadas con los trenes procedentes de Portu-
gal hasta su llegada a la frontera. Comentó haber ordenado a la Guardia Civil
reforzar la vigilancia para que no bajase de los vagones ningún portugués, dis-
poniéndose un cordón de guardias a lo largo de la línea férrea. También anunció
que habían quedado suspendidas las comunicaciones ferroviarias entre España y
Portugal con objeto de intensicar la vigilancia. Una más de las noticias fue que
en el país vecino eran hospitalizadas todas las personas sospechosas, así como las
atacadas por la enfermedad. Finalmente, se reiteraron órdenes muy severas a las
poblaciones fronterizas para que extremasen las medidas higiénicas y se refor-
zasen los contingentes armados de carabineros en todos los puntos fronterizos46.
Debido al incesante avance de la epidemia en todo el país, las autoridades
nacionales comenzaron a enviar material sanitario a todos los pueblos en con-
tacto con las poblaciones infectadas: camillas y otros enseres, además de perso-
nal facultativo47. Por su parte, las autoridades onubenses comenzaban a adoptar
44 “La salud pública”, en La Provincia, [Huelva], 1 de octubre de 1918, núm. 11029, p. 3.
45 BOPH, “Gobierno civil: circulares”, 16 de octubre de 1918, [núm. 2824]; “La gripe; La salud
pública: Medidas sanitarias”, Diario ABC, [Madrid], 1 de octubre de 1918, núm. 4846, pp. 11-12.
46 GÓMEZ SÁNCHEZ, Diego: La muerte edicada. El impulso centrifugo de los cemente-
rios de la ciudad de Cuenca (siglos XI-XX). Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La
Mancha, 1998, p. 455; “La salud pública”, en La Provincia, [Huelva], 1 de octubre de 1918, núm.
11029, p. 3.
47 “La gripe; La salud pública: Informes ociales”, diario ABC, [Madrid], 30 de septiembre
de 1918, núm. 4845; “La epidemia reinante: Material sanitario”, en La Provincia, [Huelva], 1 de
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todo tipo de medidas sanitarias ante la alarma social; diariamente se practicaban
desinfecciones, llevándose a cabo todas las prescripciones con la más rigurosa
exhaustividad. Ante los primeros fallecimientos, como el ocurrido en un do-
micilio de la calle García Díaz, el servicio sanitario practicó inmediatamente las
desinfecciones procedentes48.
Las noticias llegaban con cuentagotas del exterior. Hablaban de la continua
propagación de la epidemia en muchas ciudades de nuestro país, y en la capital
se extendía como la pólvora, cerrándose teatros y cafés. En Bilbao se ordenaba
el cierre de las Traperías, habilitándose pabellones ante los hospitales atestados;
faltaban médicos en muchas poblaciones y las inspecciones de buques se volvían
severísimas. Ante todo esto, el Ministro de Gobernación anunciaba que no se
ocultarían las noticias relativas a la cuestión sanitaria para que la gente conociese
lo que estaba ocurriendo ya que la publicidad contribuía al mantenimiento del
régimen proláctico por parte de la población49.
Uno de los primeros días del mes de octubre el Inspector General de Sanidad
hablaba ante los medios para exponer que la epidemia era exclusivamente gripal,
como la padecida en la última primavera, pero de mayor virulencia y mortalidad.
Reiteró la recomendación de tener el menor contacto con los enfermos, evitán-
dose permanecer en locales cerrados, así como llevar a cabo el lavado frecuente de
la boca y nariz. Según sus informaciones, la epidemia había sido importada a Es-
paña procedente de Estados Unidos, como ya se había estado especulando en los
periódicos neoyorkinos durante el mes de marzo50. Era obligatorio dar cuenta al
Gobierno Civil de los casos de gripe y otras enfermedades, con el traslado diario
del número de enfermos51. En la provincia de Huelva esta medida ya había sido
tomada con anterioridad; el 8 de julio el Gobernador ya había pedido que cada
diez días, los Alcaldes informaran a los Inspectores de Sanidad52; pero creemos
que la petición cayó en saco roto, ya que las autoridades no eran propensas a dar
datos sobre el estado sanitario.
En Huelva, a través de los periódicos comenzaron a denunciarse públicamente
situaciones que suponían un riesgo para la salud, como comentaba un ciudadano
anónimo:
La ciudad de Huelva es para los forasteros una de las ciudades que
derrocha más pulcritud, las calles céntricas son ejemplo de higiene.
¿Pero qué ocurre en las barriadas? Para saber qué ocurre solo se ne-
cesita dar un paseo por la carretera de Sevilla o acercarse a la tapia
de la línea de ferrocarriles M.Z.A. Allí, si su estómago lo resiste,
octubre de 1918, núm. 11073, p. 3.
48 “La salud pública”, en La Provincia, [Huelva], 2 de octubre de 1918, núm. 11080, p. 7.
49 “La epidemia reinante”, en La Provincia, [Huelva], 2 de octubre de 1918, núm. 11080, p. 7.
50 Boletín Ocial de la Provincia de Ciudad Real (en adelante BOPCR), 9 de octubre de 1918,
p. 2; “La epidemia reinante: Declaraciones del Inspector General de Sanidad”, en La Provincia,
[Huelva], 4 de octubre de 1918, núm. 11032, p. 15.
51 BOPCR, 11 de octubre de 1918, p. 1.
52 BOPH, Gobierno civil: circular”, 8 de julio de 1918, [núm. 1935].
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podrá observar el espectáculo de zoco fabulesco. Desde el principio
de la carretera hasta el Matadero, aquellos lugares son un depósito
de materias orgánicas pestilentes. Allí numerosas mujeres se dedi-
can al comercio de trapos viejos, donde tienen sus depósitos de sucia
mercancía. La alameda Sundheim está convertida en un vertedero
público. Además, en los alrededores del Brasil grande, los chicos y
grandes evacuan cuando quieren y sin ningún tipo de escrúpulo53.
El comercio de trapos viejos en la provincia quedaba prohibido el 13 de ju-
lio de 1918, según normativa de la Real Orden de 14 marzo de 190854. Y como
no surtió efecto alguno, el Gobernador Civil Francisco de Federico en octubre
volvió a lanzar una circular procedente del Ministro de Gobernación que decía:
“En atención a las especiales circunstancias sanitarias por que atra-
viesa España con motivo de la actual epidemia de gripe, y en cum-
plimiento de lo que dispone la regla 5º de la Real Orden de 22 de
noviembre de 1886, queda prohibida la importación y circulación
de trapo en todas las provincias”55.
Ninguna de estas medidas surtía grandes efectos, como queda patente en las
repetitivas denuncias e inspecciones de sanidad registradas en el Archivo Muni-
cipal de Huelva, como fue el caso de las dadas sobre el almacén de trapos viejos
situado en la calle Cánovas n.º 6456. Todo esto sucedía cuando la salud pública
reclamaba enérgicas medidas higiénicas. Era inexplicable cómo las autoridades
consentían todo aquello. Los ciudadanos comenzaban a ser conscientes de la
situación, preocupándose por la insalubridad de la ciudad y denunciando a las
autoridades tales situaciones.
Desde el 24 de septiembre, por Orden Ministerial y aplicando el Reglamento
de Sanidad Exterior de marzo de 1917, se ordenaba el cierre de la frontera con
Francia57. En el Gobierno, el Subsecretario de Gobernación, Rosado Gil, inten-
taba sortear las críticas conrmando que las fronteras no se hallaban abiertas, e
insistía en que el Gobierno no iba a abandonar a los obreros que regresaran de
Francia, estuviesen o no sanos. “A los enfermos se les conducirá a barracones
hospitales instalados en los pueblos de la frontera hasta que sean dados de alta”.
Como se recoge en el diario El Día de Cuenca, estos eran los requisitos para el
paso de los obreros portugueses desde Francia hasta su país:
53 “Incultura”, en La Provincia, [Huelva], 8 de octubre de 1918, núm. 11085, p.25.
54 BOPH, “Sanidad Circular”, 13 de julio de 1918, [núm. 1988].
55 BOPH, “Gobierno civil: circulares”, 11 de octubre de 1918, [núm. 1905].
56 Archivo Histórico Municipal de Huelva (en adelante AHMH), Legajo 900: Sanidad e Higie-
ne, 23 de julio de 1918. El procedimiento a seguir era la noticación de la infracción, la valoración
del Inspector de Sanidad y la noticación al propietario.
57 ERKOREKA, Antón: La pandemia de gripe española…, p. 42.
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“Primero. Los obreros portugueses no son recibidos en la frontera
sin un certicado visado por un cónsul español, en que se expresa
que no procede de ninguna población epidémica.
Segundo. Al llegar a la frontera son reconocidos por los médicos
de las estaciones sanitarias y no se les autoriza el paso si no están
absolutamente sanos.
Tercero. Una vez reconocidos como sanos, pasan al ferrocarril en
coches especiales; incomunicados y sin relación posibles con los de-
más viajeros.
Cuarto. Al salir se telegrafía a los gobernadores de las provincias
por que atraviesa el tren para que en todas las estaciones de trán-
sito estén las autoridades sanitarias cuidando de la incomunicación
completa de los coches que conducen a los portugueses.
Quinto. Al llegar el tren a la estación de Medina del Campo, punto
de cruce para Portugal, los coches que conducen esa clase de obreros
se separan del convoy en una vía aislada, hasta que se enganchan
en el tren que sale para Portugal, sin que en Medina los obreros
cambien de coche ni se les permita descender al andén. Por tanto,
no quedan en esta estación coches infectados, que puedan ser peli-
grosos, como alguien pudo suponer.
Sexto. De esa manera, los vagones llegan a la frontera portuguesa,
donde son intensamente desinfectados por los directores de las esta-
ciones fronterizas con Portugal”58.
Gil informó del envío a Francia de una comisión cientíca para el estudio de
las epidemias. Por otra parte, terminó anunciando haber suspendido todas las
oposiciones con el n de evitar aglomeraciones, además de clausurar los centros
docentes de Barcelona59.
El Gobernador Civil, Francisco de Federico, en previsión de males mayores
convocó en Huelva a la Junta Provincial de Sanidad a n de seguir implementan-
do acuerdos relacionados con la salud pública. En esta reunión, y tras la lectura
de varios telegramas procedentes del Ministro de la Gobernación, donde ocial-
mente se decretaba el cierre del curso escolar, se acordó la clausura de las escuelas
públicas y de las Amigas de las Escuelas, institución educativa y lantrópica
impulsadas por mujeres y destinada a dar formación a niñas de familias de bajos
recursos, invitando a los maestros a dar diariamente paseos con los niños por los
alrededores de la población. Uno de aquellos eruditos presentes en la reunión dio
cuenta de que se establecieran montones de piritas alrededor de las localidades,
calcinándolas, a n de puricar el aire60.
58 El Día de Cuenca, [Cuenca], 25 de septiembre de 1918, p. 2.
59 “La epidemia reinante: oposiciones suspendidas”, en La Provincia, [Huelva], 10 de octubre
de 1918, núm. 11037, p. 35.
60 HERRERA RODRÍGUEZ, Francisco: “Incidencia social de la gripe…, p.462; ECHEVE-
RRI DÁVILA, Beatriz: La Gripe Española…, p. 144; PORRAS GALLO, Mª Isabel: Un reto para
la sociedad madrileña…, p. 80; “La situación sanitaria: La junta de sanidad”, en La Provincia,
[Huelva], 11 de octubre de 1918, núm. 11038, p. 39.
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Cada vez más, el ambiente estaba enrarecido en la capital onubense; los altos
cargos políticos creyeron como un riesgo para la salud cualquier evento multitu-
dinario. El 11 de octubre la Comisión de Gobernación decide en pleno municipal
no celebrar ningún acto conmemorativo del descubrimiento de América o Fiesta
de la Raza, como se le conocía popularmente61.
A mediados de mes el Gobierno central comenzaba a verse superado por la
situación, cambiaba su política de mantener anestesiado al pueblo con noticias
satisfactorias y empezaba a hablar sobre la grave extensión que alcanzaba la epi-
demia. En la capital provincial, la Junta de Sanidad onubense se mantenía reuni-
da en sesión permanente en busca de soluciones oportunas62.
Por su parte, el periódico local La Provincia recibía denuncias sociales sobre
las bochornosas situaciones de insalubridad que se seguían dando en la ciudad.
Los periódicos se convirtieron en el altavoz de los ciudadanos, donde también
participan facultativos dando voz a sus quejas y reclamaciones. La prensa en
esos momentos jugaba un importante papel: por un lado, aspiraba a hacerse un
hueco importante en el panorama social, incorporando a sus contenidos temas
cientícos de interés y, por otro lado, daba voz a los facultativos que también de-
mandaban reejar sus posturas, creando una información favorable de su activi-
dad63. Es innegable que la prensa formaba una opinión pública sobre las distintas
situaciones, consolidando la imagen de la ciencia64. Paralelamente la edición en
los periódicos de anuncios publicitarios, con medicamentos que curaban distintas
patologías y la gripe, ayudó a nanciarlos65. En los rotativos de Huelva, aparecen
en los meses de octubre y noviembre tanto remedios como desinfectantes: los
jarabes Orive y Bebé, el desinfectante Quit, o el coñac González.
Los ciudadanos a través de la prensa denunciaron la existencia de numerosas
cabezas de ganado en calles céntricas de la ciudad, encontrándose grandes es-
tercoleros dentro de las casas. Se ponía de maniesto que, aunque en la Junta de
Sanidad se acordaron inspecciones, nada de lo acordado se estaba llevando a cabo.
61 Archivo Histórico Municipal de Huelva (en adelante AHMH), 11 de octubre de 1918, Legajo
56: Libro de Actas capitulares de 1918, “Fiesta de la raza, suspensión”, p. 531; “Ayuntamiento: La
sesión de anoche”, en La Provincia, [Huelva], 12 de noviembre de 1918, núm. 11073, p. 43.
62 “Medidas higiénicas: Un ofrecimiento”, en La Provincia, [Huelva], 15 de octubre de 1918,
núm. 11089, p. 51.
63 MENÉNDEZ, Eduardo L. y DI PARDO, Renée B: “La representación social negativa de los
procesos de salud/enfermedad/atención en la prensa escrita”. Salud Colectiva, 4 (1), 9-30, 2008: 9;
GALLO, Mª Isabel: Un reto para la sociedad madrileña…, p. 104.
64 GONZÁLEZ SILVA, Matiana: “Del factor sociológico al factor genético. Genes y enferme-
dad en las páginas de El País (1976-2002)”. Dynamis, 25, 487-512, 2005; PORRAS GALLO, Mª
Isabel: Popularizando la medicina en tiempo de la crisis: los médicos y la prensa madrileña durante
la epidemia de gripe de 1918-19, 1998.
65 VILLACORTA ORTIZ, Luisa: “Hemeroteca Municipal de Alicante: anuncios publicitarios
en la prensa alicantina referentes a la salud (1813-1900)”, en BENEITO LLORIS, Ángel; BLAY ME-
SEGUER, Francesc X. y LLORET PASTOR, Joan (eds.), Benecència i sanitat en els municipis
valencians (1813-1942), Alcoy: Ajuntament d’Alcoi, 1999, p. 127.
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Las reses merodean por las calles sin que sus dueños ni las autoridades lo evitasen.
Esta prohibición constaba en las Ordenanzas Municipales66.
Las pompas fúnebres también suponían un riesgo para la salud. Muchos ciu-
dadanos comentaban que los paños y demás artefactos que se colocaban en las
habitaciones mortuorias eran un peligro, ya que estas no se desinfectaban desde
hacía largos años y cuando eran desinfectadas era a la ligera. Propusieron prohi-
bir su uso en tales circunstancias.
Con la llegada de la enfermedad a la ciudad de Huelva, llegó el miedo y la pre-
ocupación de la población por diversos temas relacionados con la salud. La Junta
Provincial de la ciudad adoptó la medida de clausurar las escuelas particulares de
párvulos, instituciones dedicadas a la educación infantil, y parece ser que, según
los ciudadanos, esto no sirvió de nada ya que continuaron muchas de ellas en
funcionamiento. Por su parte, la escuela de las Hermanas de San Vicente de Paul
continuó funcionando sin ser clausurada.
Un tema de gran interés en aquellos momentos de crisis era la necesidad de
que, por parte del Ayuntamiento, se estableciese un servicio permanente en la
Farmacia Municipal. Con esta medida se facilitaría la atención al ciudadano y se
evitarían aglomeraciones. Otra de las denuncias hacía referencia al restaurante
municipal; a aquel local cada día se acercaban numerosas personas y había quejas
de que no se desinfectaba como debiera.
El vecindario denunciaba públicamente la escasa vigilancia del cementerio
y el libre acceso al depósito de cadáveres de curiosos e imprudentes. Respecto
a la muerte, tan familiar por entonces, se hizo habitual la queja de los vecinos
pidiendo que el traslado de los cadáveres se realizara por el camino más corto,
desde la casa mortuoria al cementerio. Como comenta el doctor Pedro Seras:
“Hay en Huelva la antihigiénica costumbre de tener los fallecidos en casa duran-
te 24 horas o más, donde los familiares con insomnio y debilitados se hacinan
alrededor del fallecido. Hecho favorable para el contagio”67. Este hecho estaba
prohibido según la normativa municipal, en su artículo 25568. Pedía también que
se evitaran los toques de difunto en las parroquias, ya que los ánimos andaban
deprimidos y el doblar de las campanas y los desles fúnebres no hacían más que
extender la alarma69. Como arman varios autores, el anuncio de una defunción
se consideraba creadora de pánico colectivo70. Desde el siglo XVIII en adelante se
lucha por intentar separar los espacios de vida de los de muerte, evitando así la
propagación de posibles enfermedades71.
66 AHMH, Legajo 876 bis: Ordenanzas municipales de 1918 (Art. 201).
67 “La salud pública: La reunión de anoche”, en La Provincia, [Huelva], 26 de noviembre de
1918, núm. 11073, p. 87.
68 AHMH, Legajo 876 bis: Ordenanzas municipales de 1918 (Art. 255).
69 “Medidas higiénicas”, en La Provincia, [Huelva], 15 de octubre de 1918, núm. 11089, p. 51.
70 HERRERA RODRÍGUEZ, Francisco: “Incidencia social de la gripe…, p. 464; ECHEVE-
RRI DÁVILA, Beatriz: La Gripe Española…, p. 159; GÓMEZ SÁNCHEZ, Diego: La muerte
edicada…, p. 456.
71 FERIA LORENZO, Diego José y RAMOS COBANO, Cristina.: “Salus Populi Suprema Lex
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La enfermedad entró con demasiada fuerza por las calles de la ciudad, pasan-
do por los portales y encontrando hogares donde devastarlo todo. Fue tal su pro-
pagación que parecía coger por sorpresa y adormiladas a las autoridades, que se
encontraban sin medidas de prevención para afrontarla. Las personas aquejadas
de esta grave enfermedad, vagaban sin rumbo por los escasos establecimientos de
salud con los que contaba la ciudad. La mayoría de los atacados diagnosticados
eran llevados al Hospital Provincial. A principios del siglo XX las Diputaciones
se hacían cargo de la asistencia sanitaria en las capitales españolas a través de
los Hospitales Provinciales, los cuales exigían compensación económica por su
actividad72. El Hospital Provincial onubense se veía desbordado, no pudiendo
dar asistencia a tantos enfermos, por lo que tuvieron las autoridades y anónimos
que dotar otras instalaciones para el cuidado de los aigidos. Los ciudadanos que
no eran admitidos en el Hospital eran enviados al Lazareto de la Ciudad, donde
quedaban aislados de la población general. Huelva contaba con tal Lazareto, en
el que solo existían cuatro o seis camas dispuestas para los enfermos. Cuando
estas se ocupaban, los enfermos que seguían llegando procedentes del hospital no
podían ser auxiliados y, si tenían la suerte de serlo, lo eran de mala manera y en
unas condiciones que revelaban los más rudimentarios instintos humanitarios.
A mediados del mes de octubre habían ingresado en las instalaciones ocho en-
fermos, de los cuales solo seis pudieron ser acomodados en camas; los otros dos
probablemente durmieran en el suelo73.
A pesar de las quejas ciudadanas y del supuesto control de las autoridades en
las fronteras, seguían llegando carros con materiales insalubres y vecinos portu-
gueses en un estado de abandono y suciedad deplorables. Todo tenía una explica-
ción, y era que tres carabineros no podían controlar zonas fronterizas de cinco o
más kilómetros, aunque tuviesen el don de la ubicuidad. El control de la frontera
anteriormente se venía haciendo con fuerzas que eran enviadas por el Ministerio
de Gobernación. En el mes de octubre, cuando más virulencia estaba teniendo
la epidemia en la población onubense, aquellos refuerzos no existían, al no ser
reclamados al Gobierno central por las autoridades de la ciudad.
La epidemia a esas alturas ya no era un secreto para nadie y seguía extendién-
dose como un reguero de pólvora. Los médicos no podían materialmente atender
a tantos enfermos. Algunos facultativos visitaban a diario a setenta u ochenta
atacados74. Un reputado facultativo de la localidad manifestaba su extrañeza de
que en la Casa de Socorro no se permitiera que los practicantes libres de servi-
Est: Fe, ciencia y política en la modernización de las prácticas funerarias (Siglos. XVIII-XIX)”,
Historia 396, vol. 3, nº 2 (2013), p. 218.
72 FUENTES NIETO, Carmen: “Una institución de benecencia: la Casa de Socorro de
Málaga en el siglo XIX”, Isla de Arriarán: Revista Cultural y Cientíca, 26 (2005), p. 179;
IRUZUBIETA BARRAGÁN, Francisco Javier: “La Casa de Socorro: 65 años de atención sanitaria
municipal en Logroño”. Belezos: Revista de Cultura Popular y Tradiciones de La Rioja, 6
(2008), p. 15.
73 “La salud pública”, en La Provincia, [Huelva], 16 de octubre de 1918, núm. 11040, p. 55.
74 Idem.
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cio auxiliaran a los médicos particulares en los casos de urgencia. Dicho médico
exponía que, en no pocas ocasiones, muchos enfermos no podían ser asistidos
como su estado requería al no encontrarse practicantes por alguna parte75. En los
pueblos de la provincia la epidemia también comenzaba a hacer estragos. Ante
todo esto, el Gobernador no se pronunciaba y la adopción de medidas enérgicas
se hacía urgente y de gran relevancia76.
En la península, con la extensión de la gripe, comienzan a aparecer faculta-
tivos que creen haber encontrado soluciones farmacológicas para la enfermedad.
Este es el caso del doctor vasco Balanategui Goltia que, precediendo al doctor So-
brino en Madrid, sostiene que el tratamiento de la enfermedad con yodo en gotas
daba ecaz resultado. El yodo estaba entre los medicamentos y desinfectantes
considerados indispensables para el tratamiento de la gripe por el Ministerio de
la Gobernación, junto con el suero antidiftérico, sales de quinina, opio, aspirina,
sales de cafeína y alcanfor77. Mientras en muchas partes de nuestro país se seguía
buscando la cura del mal la ciudad de Huelva seguía sin servicio de Farmacia, a
pesar del ocio del sub-decano de la Benecencia, el señor Pedro Seras, a la alcal-
día, requiriendo dicho servicio.
El 18 de octubre se hacía cargo de la Alcaldía de la ciudad el segundo teniente
de alcalde, José de la Corte Gutiérrez, por enfermedad del señor Vázquez de Za-
fra. En uno de los momentos más comprometidos política y socialmente para la
ciudad, prometía llevar a cabo las medidas que fuesen necesarias para la mejora
de la situación78.
En una de las reuniones del Ayuntamiento, el señor Manzano por su parte
anunció que en la siguiente sesión, la comisión de Hacienda presentaría un pro-
yecto de presupuestos extraordinarios para hacer frente a los gastos que origine
el combatir la epidemia gripal79. El Dr. Silván argumentaba que el problema de
salud estaba relacionado con la policía urbana, exponiendo que esta no ponía
celo en el desempeño de su trabajo. El inspector interino, Dr. Crespo, informó
a los medios que en la próxima reunión de la Junta de Sanidad se estudiaría el
plano de la capital, al objeto de establecer un cordón sanitario que impidiese el
acceso a la población a todas aquellas personas cuyo estado de suciedad pudiese
infundir sospechas. En lugares determinados se establecerían casetas con apara-
tos para la desinfección80.
Don José de la Corte Gutiérrez, alcalde accidental, fue para la ciudad de Huel-
va como un soplo de aire fresco pues, con su llegada al poder, inició una incesan-
te lucha contra la enfermedad. Con mano de hierro llevó a cabo una serie de me-
didas ausentes hasta la fecha. Una de las principales medidas para la lucha contra
75 “La epidemia reinante”, en La Provincia, [Huelva], 25 de octubre de 1918, núm. 11048, p. 87.
76 “La salud pública”, en La Provincia…, p. 55.
77 GÓMEZ SANCHEZ, Diego: La muerte edicada…, p. 455.
78 “La epidemia reinante”, en La Provincia, [Huelva], 18 de octubre de 1918, núm. 11042, p. 61.
79 AHMH, Legajo 56: Libro de Actas capitulares, 22 de octubre de 1918, p. 559.
80 “La salud pública: Hablando con el Dr. Crespo- Una mujer moribunda”, en La Provincia,
[Huelva], 19 de octubre de 1918, núm. 11043, p. 67.
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la gripe y el empobrecimiento de la salud fue la creación y posterior publicación
de un bando municipal con una gran relación de medidas sanitarias, con la orden
rme de que fuese repartido ampliamente y llegara a cada casa de la ciudad81.
El señor alcalde, escuchando las quejas sobre el camposanto, acordó prohibir
terminantemente la entrada al cementerio a toda persona que no tuviese nece-
sidad de concurrir a dicho sagrado lugar, autorizándose únicamente la entrada
de un representante de las familias de los difuntos para presenciar la inhumación
del cadáver82. Esta medida no aparece reejada en las actas del Ayuntamiento
en ningún momento; solo quedó constancia de su acuerdo a través de la prensa.
Las autoridades onubenses, con la implantación de esta medida, parecían ir un
paso por delante de las nacionales, que no darían orden de cierre hasta el 28 de
octubre83. Por su parte, también se prohibiría la entrada a los cementerios los días
de Todos los Santos y de Difuntos84.
Los ciudadanos onubenses acogieron con gran estupor otra de las medidas
que llevaban tanto tiempo esperando: el inicio de la apertura permanente del
servicio de farmacia municipal85. Esta medida fue acordada en pleno municipal
tras la advertencia al Alcalde de que la falta de medicamentos podía suponer un
conicto gravísimo, aconsejándole que, en caso de necesidad, se compraran los
medicamentos directamente con el fondo municipal. En esta sesión quedaba pa-
tente la falta de previsión por parte de las autoridades, donde el señor presidente
exponía lo siguiente: “Negándose alguna farmacia a facilitar los medicamentos
que no posea la farmacia municipal, dudo sobre lo que deba de hacerse”86. Con-
tinuando con el tema farmacéutico, el Gobernador de la ciudad recibió un tele-
grama con una Orden Ministerial en el que se le instaba a acotar el abuso que se
venía realizando de suero antidiftérico en el tratamiento de la gripe. Las palabras
utilizadas por el gobernador fueron las siguientes:
“Pronto faltará por completo, contrayéndose la grave responsabili-
dad de haberlo derrochado en casos en que la ecacia es dudosa to-
davía, dejando desatendidos con peligro de muerte segura a muchos
enfermos de difteria”87.
El Gobernador hizo saber a alcaldes y médicos que debían limitar su empleo a
los pneumoníacos graves, no prodigando su uso en cualquier forma de la gripe88.
81 AHMH, Legajo 56: Libro de Actas capitulares, 18 de octubre de 1918, p. 553.
82 “La salud pública: Otra medida”, en La Provincia, [Huelva], 21 de octubre de 1918, núm.
11044, p. 71.
83 Boletín Ocial de la Provincia de Cuenca (en adelante BOPC), 28 de octubre de 1918: 1, [núm.
129].
84 BOPH, “Gobierno civil: circular”, 26 de octubre de 1918, [núm. 2913].
85 “La salud pública: Otra medida”, en La Provincia…, p. 71.
86 AHMH, Legajo 56: Libro de Actas capitulares, 18 de octubre de 1918, p. 552.
87 “El suero antidiftérico- Una circular”, en La Provincia, [Huelva], 23 de octubre de 1918,
núm. 11048, p. 79.
88 BOPC, 25 de octubre de 1918:1, [núm. 128].
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El empleo regular de este suero favoreció la transformación del comercio farma-
céutico, teniendo lugar modicaciones legales que aceleraron la transformación
de la profesión de droguista89.
Por su parte, comenzaba a comercializarse a nales del mes de octubre en
el Economato municipal del mercado de Santa Fe el desinfectante «Sanitas», al
precio de 1,75 pesetas el kilo. Era muy recomendado por las autoridades para la
desinfección en aquellos momentos y tuvo una gran aceptación entre los ciuda-
danos por el miedo exacerbado entre la población a contraer la enfermedad. Por
parte de las autoridades se dio orden de regar las vías públicas con el desinfectan-
te Sanitas, en lugar del sulfato de cobre90.
Con el avance de la enfermedad se hacía imprescindible el uso de medicación
y desinfectantes. Esta necesidad provocaba la aparición de abusos por parte de
algunos comerciantes que, valiéndose de las circunstancias, hacían sucios nego-
cios con los productos. Hacían pagar por el suero antidiftérico Roux 15 pesetas o
más, cuando su precio no excedía de 5 pesetas. Otro tanto ocurría con los bacte-
ricidas, cuyo precio no excedía de 5 pesetas y lo inaban hasta las 8 o 1091.
La negligencia y la imprevisión eran el mal endémico de la provincia de Huel-
va en lo que se refería a problemas sanitarios, a pesar de la buena voluntad de-
mostrada por el Inspector de Sanidad. Estas dos causas eran las protagonistas de
las deciencias demostradas en los primeros momentos de la enfermedad. Bien
merecía aplauso el alcalde accidental, que ejerciendo una verdadera “dictadura
alcaldil” revolucionó la higiene en Huelva. Comenzaban a funcionar los equipos
de desinfección, y toda aquella persona desaseada o en un estado sospechoso era
llamado al orden por la guardia municipal y conducido a los pabellones de des-
infección donde eran aseados, rasurados y desinfectados para que no supusiesen
un peligro dentro de la ciudad92.
Cuando la enfermedad devoraba la capital y la provincia, la crisis sanitaria se
volvía aún más compleja ya que el hambre entre la población suponía un nuevo
ingrediente para la catástrofe. La crisis de subsistencia acrecentada por el conic-
to europeo de la Gran Guerra, la carestía de los artículos de primera necesidad y
la especulación de precios entre productores y vendedores hacían misión imposi-
ble para que los más necesitados pudiesen llevarse un trozo de comida a la boca.
Uno de los más carismáticos médicos de la ciudad, con más de 200 enfermos a
su cargo, armaba:
“La epidemia hace estragos, pero yo les puedo asegurar que la mayor
parte de los individuos que sucumben más que por la enfermedad
89 RODRÍGUEZ OCAÑA, Esteban: “La producción social de la novedad: el suero antidiftérico,
«Anuncio de la nueva medicina»”, Dynamis, 27 (2007), p. 36.
90 AHMH, Legajo 56: Libro de Actas capitulares…, p. 553.
91 “La salud pública: Un abuso”, en La Provincia, [Huelva], 26 de octubre de 1918, núm. 11049,
p. 91.
92 “La salud pública: Los servicios de desinfección”, en La Provincia, [Huelva], 19 de octubre
de 1918, núm. 11043, p. 67.
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es por la falta de alimentación adecuada. Todas las medicinas que
se receten de nada sirven si el organismo está debilitado. La leche y
el coñac como reactivo valen por muchas inyecciones y recetas”93.
También comentaba que el yodo, del que tanto se abusaba entonces, en mu-
chos casos resultaba perjudicial. Tampoco dudaba a la hora de armar que la
mortalidad no sería tan grande si los organismos estuviesen en condiciones de
resistir los efectos de la epidemia94. El columnista de La Provincia apodado Dr
Onuba, comentaba que se venía observando entre los atacados que, para quienes
tenían alguna tara o problema en su organismo, la enfermedad gripal causa-
ba graves consecuencias. Armando: “Los que padecieron el «soldadito», están
como «vacunados» contra dicho padecimiento y si lo padecen otra vez es en
forma muy atenuada”95.
La ciudadanía se encontraba a diario con un gran problema alimentario; en
los mercados muchos días había escasez o directamente faltaba carne de vaca o de
borrego. Los huevos se pagaban a 5 pesetas y 50 céntimos, los del tamaño de una
nuez, y a 6 los que se pudieran calicar de huevos de gallina96. La leche se estaba
vendiendo a un precio abusivo en Huelva, llegando a ser de 60 y hasta 70 céntimos
de peseta por litro. En cuestión de poco tiempo y debido a la necesidad de esta ante
la epidemia llegó a los 5 reales. La mayoría de esa leche se encontraba adulterada.
Todo esto provocaba que la población no tuviese acceso a este producto tan im-
portante para la salud97. Respecto a este tema el Ayuntamiento tomó cartas en el
asunto, acordando prohibir la venta de leche al exterior y llevar a cabo su acumula-
ción en los mercados de la ciudad98. El pescado de clase na se encontraba también
por las nubes en su precio: las pescadillas se vendían a 9 reales y las gambas a 7.
Con todos estos datos sobre la inación del precio de los alimentos en tiempos de
crisis, quedaba demostrado que los pobres no podían comer y que ni aun las casas
pudientes podían costearse poner un puchero para los enfermos. Estos eran los dos
grandes azotes del pueblo: la epidemia y el hambre99.
Las autoridades estaban ante una difícil situación pues las familias estaban
económicamente atrapadas, sin recursos para la compra de alimentos y con los
gastos que suponía tener algún miembro enfermo. Para intentar mitigar los es-
tragos que estaba causando el hambre, sumada a la enfermedad entre la pobla-
ción, el 26 octubre se reeja en la prensa –y en el Archivo Municipal el 29– que
el alcalde De la Corte Gutiérrez propuso una moción para aprobar que los mé-
93 “La salud pública: Las subsistencias”, en La Provincia, [Huelva], 29 de octubre de 1918,
núm. 11051, p. 99.
94 Idem.
95 Dr. Onuba: “La epidemia decrece”, en La Provincia, [Huelva], 22 de octubre de 1918, núm.
11045, p. 73.
96 “La salud pública: Las subsistencias”, en La Provincia…, p. 99.
97 “La salud pública: Abusos que hay que evitar”, en La Provincia, [Huelva], 21 de octubre de
1918, núm. 11044, p. 71.
98 AHMH, Legajo 56, Libro de actas capitulares, 25 de octubre de 1918, pp. 571-572.
99 “La salud pública: Las subsistencias”, en La Provincia…, p. 99.
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dicos de la Benecencia municipal recetaran raciones de caldos, comida y café
a las familias pobres que lo necesitasen, cuyas especies podrían recogerse en el
Restaurante de San Vicente de Paul100. Esta medida fue aplaudida por la ciudada-
nía que veía un alivio en su situación, no siendo vista con tan buenos ojos por los
facultativos101. Pero no fue hasta el 1 de noviembre cuando en pleno municipal
se aprobó la medida102. Que los facultativos fuesen los encargados de recetar los
alimentos trajo multitud de quejas por parte del colectivo. En palabras del Dr.
Rogelio Buendía:
“Comencé a repartir bonos y a recetar comida. Prescribía más ali-
mentos que medicamentos. Mi casa se llenó de personas indigentes
y la multitud me asaltaba por la calle, las familias se preocupaban
más del dinero que del enfermo. El médico no puede ser quien re-
parta el carbón, el azúcar y el aceite, ya que deja de ser médico para
quedar en un abastecedor de la despensa”103.
En una reunión celebrada por el Gobierno Civil para intercambiar impre-
siones sobre cuestiones sanitarias, se trató de un asunto de capital interés para
la ciudad. El tema hacía referencia a la cuestión del cementerio, cuya situación
dentro del casco de la capital constituía un verdadero atentado a la higiene. El
señor Vázquez Pérez se ofreció a llevar ante la Junta de Sanidad la propuesta de
construcción del nuevo cementerio, habilitándose para ello los terrenos adquiri-
dos para la nueva necrópolis104.
El señor Director de Sanidad, José Roig Ruiz, hacia un llamamiento a los
comerciantes y propietarios de los locales, industrias o vallados del puerto, para
que llevasen a cabo la más escrupulosa limpieza de sus negocios. Aconsejaba
descongestionarlos de lo inservible y dotarlos de los medios para que evitasen re-
currir a la vía pública. Roig comentó que las relaciones con los puertos atacados
eran frecuentes y la historia de esas epidemias señalaba la ruta del puerto como
principal contagio105.
En la última sesión municipal del Ayuntamiento del mes de octubre, se reu-
nió a todos los médicos de la capital con objeto de distribuirse el trabajo. Asistie-
ron los doctores extranjeros señores Mackay y Huyesen. El decano de los médi-
cos onubenses hizo presente que todos estaban incondicionalmente a disposición
del alcalde. El doctor Mackay exponía la conveniencia de regar las carreteras
100 AHMH, Legajo 502: Pobreza y Calamidades, 29 de noviembre de 1918.
101 “La salud pública: Las subsistencias”, en La Provincia…, p. 99.
102 AHMH, Legajo 56: Libro de Actas Capitulares, del 1 de noviembre de 1918: “Epidemia de
gripe: “Socorros a los enfermos”, pp. 580-581.
103 BUENDÍA, Rogelio: “Notas de un médico: Por qué no quiero ser caritativo”, en La Pro-
vincia, [Huelva], 11 de noviembre de 1918, p. 33.
104 “La salud pública: La cuestión del cementerio”, en La Provincia, [Huelva], 30 de octubre
de 1918, núm. 11050, p.103.
105 “La salud pública: Circular”, en La Provincia, [Huelva], 31 de octubre de 1918, núm. 11053,
p.107.
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diariamente y en todo el tiempo con agua salada, con lo cual se evitarían mu-
chas enfermedades, especialmente la propagación de la tuberculosis. Agregó que
esta medida no debiera ser solamente en aquellos momentos sino también en el
futuro. Por su parte el Doctor Huyesen anunció la autorización por parte de la
Compañía de Riotinto para la donación de un dinero a las familias necesitadas.
Se expuso la queja recurrente de los magistrados, referida al riesgo que signi-
caba para la salud pública el continuo trasiego de jurados y testigos que llegaban
de los pueblos para participar en los juicios de la capital provincial. El Alcalde
también se comprometió a higienizar la pescadería, cuya inspección era llevada a
cabo por el concejal Rafael del Cid, y prometió dar estabilidad a los facultativos,
cuyo sacricio era más que meritorio y desinteresado, cuando las dicultades
desaparecieran106.
El mes de octubre, según la prensa, había sido trágico, exponiendo que desde
el día 7 al 31 se habían producido 117 fallecimientos a causa de la gripe; solo en 24
días alcanzó el promedio de 10 años. En la prensa local se habló de que el mayor
número de defunciones correspondieron a la juventud, falleciendo 18 personas
de 10 a 20 años, 30 de 20 a 30, y 27 de 30 a 40. La gripe española tuvo la singu-
laridad de afectar con mayor severidad a la población con edades entre 20 y 40
años. Esta es la característica denitoria de la pandemia de 1918-19, y se observó
en todo el mundo durante las tres olas107.
En el mes de noviembre, mientras el mosaico de autoridades sanitarias se po-
nía de acuerdo para acabar con el azote pestífero y los técnicos dictaminaban a la
familia a la que pertenecía el microbio, la «señora pálida» continuaba la insidiosa
muerte de vivos de una manera ciega y fatal con una constancia que ya hubiesen
querido tener los directores del cotarro sanitario.
La caridad ya comenzaba a asomar por las bandas del oriente onubense. Llegó
tarde y perezosa, pero llegaba al n. No empujada por la fe sino por la atrición,
aun tarde llegaba a tiempo para restañar heridas, prodigar consuelo y dar de
comer al hambriento.
En aquellos días luctuosos para Huelva llegaba al Ayuntamiento el ofreci-
miento de la Presidenta de la Junta de Damas de la Cruz Roja para el servicio
a los enfermos108. A propuesta del señor Vázquez del Cid, se acordó ponerse de
acuerdo con tal institución para que la distribución de los socorros se hiciese de
la manera más equitativa posible y se pidió que se formara una Junta de auxilios
que apoyase la de las Damas de la Caridad109. En las actas capitulares también se
hace constar la propuesta de solicitud de ayuda al Gobierno Central. Era nece-
sario que estas Damas caritativas levantasen el espíritu deprimido del vecindario
paseando por los barrios la enseña de su alta institución, prodigando alimentos,
106 Idem.
107 ECHEVERRI DÁVILA, Beatriz: “En el centenario de la gripe española: un estado de la
cuestión”, Revista de Demografía Histórica, XXXVI – I, 2018, p. 11.
108 AHMH, Legajo 56: Libro de Actas Capitulares, 25 de octubre de 1918, p. 570.
109 AHMH, Legajo 56: Libro de Actas Capitulares, 1 de noviembre de 1918: “Epidemia de
gripe: Junta de auxilios: suscripción pública”, pp. 582-584.
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medicamentos, consejos sanitarios a las familias y conanza en Dios y amor al
prójimo. Muchas familias sumaban a la desgracia de perder seres queridos el ca-
recer de dinero para costear un féretro, por lo que el Ayuntamiento se propuso
hacerse cargo de fabricarlos110. No se hace referencia a esta medida en ningún
pleno municipal; por lo tanto, creemos que no se llevó a cabo por parte del
Ayuntamiento.
En aquellas circunstancias una de las cosas más necesarias para ayudar a la
mejora de la situación era el aporte económico. Por este motivo el Gobernador
Civil Francisco de Federico requirió a los presidentes de los Casinos para que
estos realizasen donativos a los pobres. Inmediatamente respondieron los presi-
dentes del Círculo Mercantil y del Comercial enviando una aportación económi-
ca para los necesitados111.
Respecto al tema de los socorros, el tesorero de la Asociación de Caridad,
Antonio Gómez Rengel, se ofreció para hacerse cargo del reparto de los mismos,
poniéndose de acuerdo con las Damas Caritativas y con la Cocina económica
dirigida por las hermanas de San Vicente de Paúl112.
La junta de Damas de la Caridad por su parte acordó cesar el reparto de bonos
en metálico, sustituyéndolos por otros de aceite, azúcar, carbón y jabón. Esta
medida tan acertada terminó con la esplendidez del reparto de pesetas, que hu-
biese terminado por agotar los fondos de la caridad del pueblo. Con los nuevos
bonos, sumados a los de la benecencia municipal para la Cocina y Farmacia, la
caridad llegaría más equitativamente y los auxilios se podrían prestar durante
mucho más tiempo113. Sería el 13 de noviembre cuando el Alcalde Félix Rodrí-
guez de Zafra comunica hallarse agotados los fondos de la Junta de Auxilio,
llamando a la caridad para ayudar a los enfermos114.
En una de las reuniones por parte de las autoridades se acordó la implanta-
ción de un pabellón en las Escuelas de La Esperanza, para tratar a los enfermos
procedentes de la provincia. La Junta Provincial de Sanidad, después de extensas
discusiones y teniendo en cuenta la mejora del estado sanitario, acordó autorizar
la reapertura de los centros docentes y la celebración de entierros con acompa-
ñamiento de aquellos difuntos no afectados por enfermedad infecciosa115. Ante
la llegada de alumnos al Instituto Provincial de pueblos en riesgo, hubo una
oleada de protestas ciudadanas. Solo un día después, reunidos los facultativos con
los concejales, votaron en contra de la reapertura de los centros educativos y el
110 “La salud pública: Las damas caritativas y las juntas de auxilio”, en La Provincia, [Huelva],
2 de noviembre de 1918, núm. 11055, p. 7.
111 Idem.
112 “Sobre la distribución de los socorros”, en La Provincia, [Huelva], 13 de noviembre de 1918,
núm. 11064, p. 43.
113 “La salud pública: El reparto de bonos”, en La Provincia, [Huelva], 9 de noviembre de 1918,
núm. 11055, pp. 30-31.
114 VÁZQUEZ DE ZAFRA, Félix: “Requerimiento del alcalde”, en La Provincia, [Huelva], 18
de noviembre de 1918, núm. 11066, p. 59.
115 “La salud pública: Junta local de sanidad”, en La Provincia, [Huelva], 25 de noviembre de
1918, núm. 11072, p. 81.
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acompañamiento a los encierros116. Pero, ante el clamor popular, el Gobernador
Velasco se dirigió al Inspector General de Sanidad, que revocó la medida.
La llegada de la epidemia a Huelva puso de maniesto las carencias de organi-
zación sanitaria de la ciudad. El señor Vázquez de la Corte presentó la iniciativa
de llevar a estudio de la Comisión de la Benecencia la necesidad de reformar
los servicios, tanto de benecencia como de sanidad, y el cuerpo de médicos
municipales. Comentaba que también debía estudiarse la reorganización del la-
boratorio y reformar el funcionamiento de las entidades y asociaciones benécas
que ejercían la caridad, con absoluta independencia unas de otras, dando lugar a
que algunas personas se beneciaran de varias entidades117. Como solución a este
problema propuso la unicación de todos los servicios y entidades en una sola
Casa de benecencia, en la cual estuviese la farmacia y la cocina de San Vicente
de Paul, y construirlo en los terrenos del puerto. Finalmente comentó la necesi-
dad de crear un padrón de pobres, actualizando el de 1914118.
Las activas y radicales medidas sanitarias tomadas por la Junta Municipal
onubense no habían podido evitar que la epidemia tomara tal magnitud, hasta el
extremo de escasear personal para enterrar a los cadáveres. Con el paso del mes de
noviembre, médicos y farmacéuticos comentaron que la epidemia en la ciudad
decrecía notablemente, reiterando no cesar en las medidas de prevención ya que
el peligro no había desaparecido119. A nales de ese mes la epidemia en Huelva se
daba por controlada y con escasa incidencia sobre la población, apareciendo en
la prensa que el día 30 solo se produjeron 9 casos en la capital onubense. Por su
parte, en la península, los casos también habían tendido a decrecer, disminuyen-
do el estado de alarma en el país.
5. tErcEra olEada
Parece ser, según muchos autores, que en España hubo una tercera oleada de
gripe, que se desarrolló entre los meses de enero y julio de 1919. A nivel nacional,
la reaparición fue menos explosiva, aislada y discontinua que las que le precedie-
ron, lo cual ha motivado que en muchas ocasiones no se interpretara como el re-
torno de una nueva oleada, sino como afecciones de forma irregular y dispersa120.
Analizando la hemeroteca, no encontramos una referencia a este hecho hasta
el 6 de marzo de 1919, donde desde el Ministerio de la Gobernación salen ante
los medios para anunciar que se han registrado algunos casos de gripe en diversas
poblaciones. Según las informaciones, el nuevo brote presentaba caracteres be-
116 AHMH, Legajo 56: Libro de Actas Capitulares, 29 de noviembre de 1918: “Ruegos”, p. 663.
117 AHMH, Legajo 56: Libro de Actas Capitulares, 15 de noviembre de 1918: “Benecencia:
Reorganización de los servicios”, pp. 623-629.
118 AHMH, Legajo 194: Personal de la Benecencia Municipal, 15 de noviembre de 1918. Docu-
mento escrito enviado a la Comisión de la Benecencia para su estudio.
119 “Sobre la epidemia: El peligro no ha desaparecido”, en La Provincia, [Huelva], 2 de no-
viembre de 1918, núm. 11055, p. 5.
120 ELEXPURU CAMIRUAGA, Lucía: “Consecuencias demográcas, p. 269.
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nignos. La Dirección General de Sanidad adoptó entonces una serie de medidas
encaminadas a evitar la propagación de la enfermedad121.
En los periódicos de Huelva, desde el nal de la segunda oleada, cuando se da
por controlada la epidemia de gripe, desaparecen las referencias a la enfermedad.
Parece darse entre los medios y la población la sensación de que el peligro ha
desaparecido, pero nada más lejos de la realidad. Ese mismo día, el 6 de marzo,
se reúne una asamblea médica en la Diputación Provincial, a la que asisten la
mayoría de médicos de la provincia para exigir a la Diputación un incentivo eco-
nómico por el verdadero sacricio realizado durante la última epidemia gripal122.
Este nuevo brote epidémico volvía a desarrollarse por Europa, causando estragos
en Francia y Alemania123. Según Echeverri, no todos los países sufrieron esta
tercera oleada. Presentando el mismo carácter maligno, no azotó con la misma
virulencia en distintos lugares; su gravedad estaba relacionada con la intensidad
con la que ya las olas anteriores habían azotado cada lugar124.
Podemos concluir que la enfermedad llegó a Huelva con las autoridades sani-
tarias en calma, donde las infecciones se hallaban presumiblemente controladas y
con una población que se creía inmunizada y protegida ante las nuevas oleadas.
Esta tercera oleada pasó sin pena ni gloria por la ciudad, presentando caracteres
benignos y sin generar una gran preocupación para las autoridades sanitarias en
ese momento.
6. EstablEcImIEntos sanItarIos En la cIudad dE huElva En la EpIdEmIa
a) Hospitales
Para hablar de la epidemia reinante en la ciudad de Huelva creemos oportuno
analizar la situación de los centros sanitarios. Fueron los que en su mayor parte
soportarían el grueso de la enfermedad. La sanidad de Huelva y de España no
cumplía con los estándares de calidad, pero sufrió una gran revolución en el úl-
timo tercio del siglo XIX con la llegada de capital extranjero y la explotación
de las minas por la compañía inglesa Rio Tinto Limited Company en el año
1873125. Antes de su llegada ya existía en Huelva el Hospital de la Caridad, cono-
cido como de San Andrés y como Casa Hospital de Mendigos a partir de 1840.
Fue en la segunda mitad del siglo cuando se acuñó como de la Caridad. También
existió el Hospital militar, pero su existencia fue muy efímera126. El de la Caridad
sería sustituido por el Hospital Provincial, ubicado en el Convento de la Merced
121 “La situación política: la gripe”, en La Provincia, [Huelva], 6 de marzo de 19119, núm.
11158.
122 “Asamblea Médica”, en La Provincia, [Huelva], 6 de marzo de 1919, núm. 11158.
123 “La epidemia gripal”, en La Provincia, [Huelva], 23 de marzo de 1919, núm. 11159.
124 ECHEVERRI DÁVILA, Beatriz: La Gripe Española…, p. 43.
125 FERIA LORENZO, Diego José y GUERRA GONZÁLEZ, José Eugenio: “La enfermería
británica y postbritánica en el hospital de Riotinto (1873-1983)”, Cultura de los Cuidados, 16
(2012), edic. digital, p. 32.
126 CALERO DELGADO, María Luisa: Control, regulación y fraude: una historia de la
alimentación en Huelva (1855-1904). Huelva: Universidad de Huelva, Tesis doctoral, 2016, p. 132.
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e inaugurado en 1869, dándoles la Diputación un contrato de uso en 1876 a las
Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl127. Este hospital soportaría gran parte
de los atacados en los meses de mayor virulencia de la enfermedad, siendo el
principal centro de salud de la capital.
Como ya hemos dicho, los ingleses inuyeron notablemente en la sanidad
onubense. La gran cantidad de trabajadores que llegaron a la cuenca minera y
la multitud de enfermedades debidas a las condiciones del lugar hacían que los
médicos de la Compañía Rio Tinto enviaran a Punta Umbría a los enfermos los
nes de semana ya que el aire era de mayor calidad. La Compañía por entonces
también contaba con médicos que realizaban visitas a domicilio. Sin embargo,
la carestía hizo que la compañía plantease la necesidad de construir un hospital
para los trabajadores en la cuenca minera. Allí se construyeron consecutivamen-
te tres hospitales: en primer lugar, el Hospital del Valle; en segundo lugar, el del
Alto de la Mesa de los Pinos y, nalmente, el de Riotinto128. En Huelva capital,
como subsidiario del Hospital de las minas, se construyó en 1885 el Hospital In-
glés, donde los enfermos iban para completar su tratamiento; este se establecería
en la calle San Andrés, siendo adquirido por el Colegio Francés posteriormente129.
Ya en 1931 los ingleses construyeron otro nuevo hospital, mucho más a las afue-
ras, cerca del barrio obrero en la línea de las marismas del Titán, un lugar con
aires mucho más nuevos130.
b) lazaretos
Con la llegada de las epidemias, los ingleses construyeron una serie de estable-
cimientos para el control y tratamiento de los enfermos. Estos establecimientos
eran conocidos como Lazaretos u Hospitales Viruela, y eran construidos al estilo
colonial, realizados con madera y mampostería. Los ingleses, en un principio,
contaban con dos hospitales viruela, dedicados al cuidado de enfermos de esta
enfermedad: uno en Punta Umbría, donde los trabajadores y miembros del sta
eran enviados para su descanso y recuperación, y el Hospital Sanatorio, situa-
do en la cuenca minera. En 1882 la Compañía decide construir en madera un
lazareto para descargar al Hospital Quirúrgico; parece que este no tuvo un n
para acoger a los enfermos infecciosos. El segundo Lazareto se construye ante
la llegada de epidemias; el antiguo desaparece tras la construcción de un nuevo
hospital131. Posteriormente, ante la epidemia de cólera, se construyen otros tantos
en Nerva y Planes132.
127 Ibidem, p.138.
128 SALDAÑA MANZANAS, Juan: “La organización sanitaria en las minas de Riotinto”,
Universidad de Salamanca- Facultad de Medicina, tomo I, dirigido por Luis Sánchez Granjel, 1981,
pp. 58-87.
129 Ibidem, pp. 93-95.
130 Ibidem, pp. 95-98.
131 Ibidem, pp. 95-102.
132 Ibidem, pp. 102-106.
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En Huelva capital, en el momento de la epidemia de gripe, sabemos que las
autoridades cuentan con un lazareto marítimo, a donde eran enviados los ataca-
dos. Parece ser que la Parroquia de la Virgen de la Cinta también fue un lazareto
en algún momento de la historia, pero no nos consta que funcionara como tal en
el momento de la epidemia de gripe de 1918.
c) otros establecimientos benéficos
Por su parte, en el momento de la gran epidemia, Huelva contó con otros
establecimientos como la Cruz Roja, establecida en 1892, y la Casa de Expósitos
o la Casa de Socorro en 1893.
De todo esto podemos extraer que la llegada del capital extranjero a Huelva
no solo trajo consigo la construcción de diversos establecimientos sanitarios, sino
que proporcionó una mejora en la lucha contra las enfermedades infecciosas, la
del sistema sanitario y de la seguridad social. La llegada de los ingleses tuvo un
gran impacto sobre los establecimientos sanitarios en cuanto a forma de trabajar
y sobre sus profesionales sanitarios. En el momento de la epidemia de gripe pare-
ce ser que las instituciones que tuvieron un papel protagonista fueron el Hospital
Provincial, el Lazareto Municipal del Puerto y el Hospital Inglés.
7. conclusIonEs
La realización de este estudio nos ha aportado multitud de datos sobre el
curso de la epidemia de gripe de 1918-19 en la ciudad de Huelva y en España. Por
ello, podemos concluir que aparece en el contexto de la Primera Guerra Mundial,
teniendo su origen en algún campamento de los contendientes, y fue favorecida
por las condiciones higiénico-sanitarias del momento llegando a ser una de las
pandemias más mortales de la historia, con millones de fallecidos a sus espaldas.
Sabemos que llega a España a través de la frontera con Francia, favorecida por
el trasiego de trabajadores, y que se extiende por la península a través de dos
rutas ferroviarias. A nales del mes de mayo llega al país, dándose los primeros
casos en la capital. En Madrid, millares de personas fueron atacadas por una
enfermedad desconocida hasta la fecha y con una sintomatología similar a la
gripe. Aunque presentó caracteres benignos, las autoridades sanitarias se veían
desbordadas por tal extensión.
En Huelva se convirtió en un tema de chascarrillos, debido a la despreocupa-
ción reinante en la ciudad. El miedo a la propagación del tifus exantemático, a
través de la frontera con la vecina Portugal, fue uno de los desencadenantes de
que las autoridades llevasen a cabo medidas preventivas ante la llegada de nuevas
enfermedades. No fue la llegada de la gripe, en este caso, lo que puso en alerta
a las autoridades. Creemos que este hecho ayudó a que la ciudad de Huelva es-
tuviese más predispuesta a la lucha contra la gripe. Por su parte, las autoridades
nacionales no llevaron a cabo una campaña de prevención contra la gripe, instan-
do a la población simplemente a no realizar reuniones en lugares cerrados. Esta
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falta de previsión provocó el descontrol y propagación de la epidemia por todo
el país, que solo tuvo una disminución de su virulencia durante el verano de 1918.
Con el paso del verano, llegó la segunda oleada de gripe, desconociéndose si se
trató de un rebrote de la de primavera o un nuevo virus procedente de la vecina
Francia. En Huelva, aunque el estado sanitario era satisfactorio, la población se
encontraba intranquila ante la posible llegada de una nueva enfermedad. Las au-
toridades nacionales intentaron calmar los ánimos llevando a cabo medidas para
el control de nuestras fronteras con Portugal y Francia. En Huelva se creó entre
la ciudadanía un estado de alarma, donde la prensa se proclamó como el altavoz
de las injusticias. La prensa fue el eje donde pivotó la información referente a
la gripe por medio de todas las partes implicadas, tanto organismos como ciu-
dadanos. Además de informar sobre todo lo que ocurría en el país y de anunciar
las medidas tomadas por el Gobierno central, dio voz a los facultativos para que
informaran a la población de la situación y de las medidas pertinentes. Se inició
así una serie de denuncias públicas de todos aquellos lugares o hechos que incum-
plían las medidas sanitarias. La capital de la provincia claramente no contaba
con unas condiciones higiénico-sanitarias idóneas para afrontar una epidemia
de tal magnitud, además de no contar con una red de establecimientos sanitarios
que pudiese tratar a tal cantidad de enfermos. Este hecho parece ser que pudo ser
una pieza clave en la propagación de la enfermedad. Respecto a las autoridades
onubenses, desde primera hora llevaron a cabo todas aquellas medidas que tenían
a su alcance –en algunas ocasiones acertadas y en otras desacertadas, o quizás
tarde–, pero no puede negarse la incansable dedicación con la que afrontaron la
situación. Por otro lado, opinamos que la aportación tanto económica como de
medidas sanitarias promovidas por parte de las autoridades centrales no contri-
buyó a una mejora de la situación en la ciudad de Huelva. La ciudadanía, la per-
sona de a pie, fue otro pilar clave en la lucha diaria. En un primer momento, con
la denuncia de las situaciones impropias y, en segundo lugar, con la aportación
tanto económica como de servicios a la comunidad. Los ciudadanos onubenses
tardaron en reaccionar ante la desgracia que se cernía sobre ellos, pero reacciona-
ron. Gracias a esto se pudieron llevar a cabo una serie de medidas de corte social.
La epidemia de gripe de 1918-19 aporto una serie de mejoras tras su paso.
En primer lugar, puso de maniesto las carencias del sistema, que es el primer
paso para la mejora. La gripe obligó a las autoridades a plantear la reforma de
los servicios, tanto de benecencia como de sanidad, y el cuerpo de médicos
municipales. También se planteó la necesidad de reorganizar el laboratorio y
el funcionamiento de las entidades y asociaciones benécas, aunándolas en una
sola casa de benecencia, la cual llevaría a cabo una labor más equitativa con los
enfermos y necesitados. Y nalmente la revisión del padrón de pobres, desactua-
lizado desde 1914.
Creemos que la epidemia de gripe contribuyó en gran medida al avance en
medidas de corte socio-sanitario, donde la ciudadanía pasaba de ser un mero ob-
servador a ser partícipe de la mejora. La prevención contra las enfermedades epi-
démicas en España dio un paso hacia delante, tras afrontar una de las epidemias
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más graves de su historia. Se llevaron a cabo medidas olvidadas como el control
sanitario portuario, fronterizo o a la entrada de las ciudades. Esta catástrofe
contribuyó en gran medida al control de la morbi- mortalidad por parte de los
Ayuntamientos, un riguroso control de datos y estadísticas que contribuiría a
un mayor conocimiento de la situación sanitaria del país. Por su parte, dio pie a
la realización de trabajos cientícos. Observamos que la epidemia contribuyó al
avance farmacológico; se inició la creación de nuevos medicamentos para la lucha
contra la enfermedad, la realización de ensayos clínicos y multitud de avances en
este campo. La gripe supuso para el pueblo español una gran desgracia pero, pese
a todo lo malo que trajo consigo, aportó una serie de avances inimaginables hasta
la fecha y que, a la postre, resultarían importantísimos de cara al futuro para la
lucha contra la enfermedad.
FuEntEs
I. Archivo Municipal de Huelva: Fondo del Ayuntamiento
1. Alcaldía
2. Secretaría
2.1. Actas
2.2. Boletín Ocial
3. Personal (1827-1944)
4. Benecencia
5. Sanidad e Higiene (1815-1949)
6. Pobreza y calamidades
II. Archivo Municipal de Huelva: Fondo Diego Díaz de Hierro – Hemeroteca
III. Archivo Diputación de Huelva:
1. Actas Capitulares: 1917-1919
2. Fuentes Hemerográcas.
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