Vida cotidiana y cultural en la ciudad del “oro azul” (1900-1930)

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Fotografía: “La esquina de las cinco puertas” o casa Bazar LLobel. Lugar: c. del Prado, 3, Isla Cristina Huelva. Fecha: s.d. (aprox. años ’30). Fondo/colección: Ayuntamiento de Isla Cristina, caja Fotografías. Observaciones: la expansión económica y demográfica indujeron un crecimiento del sector servicios y la consolidación de una acomodada pequeña burguesía local, como los LLobel, un conocido negocio familiar que sobreviviría décadas hasta el día de hoy.

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Fotografía: Bar Lulú. Lugar: Isla Cristina. Fecha: s.d. (década 1920). Autor: s.d. Observaciones: cafetería bar de estilo modernista situado en la artería de la vida social de Isla Cristina en los años dorados de crecimiento económico, la calle del Carmen. Frente a la taberna o la tasca obreras, los cafés “á la mode parisienne” se difunden más allá de las grandes ciudades como lugares de sociabilidad para las nuevas clases medias y la enriquecida burguesía tarrafera y conservera.

farmacia-copiaFotografía: Antigua Farmacia de Roselló. Lugar: Isla Cristina. Fecha: s.d. (década 1920). Autor: s.d. Observaciones: en una ciudad en pleno crecimiento, se amplían y modernizan los servicios públicos como esta botica de Lic. Roselló, cuyo mobiliario de maderas nobles estuvo dando su servicio en la calle del Carmen hasta finales del siglo XX.

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COMENTARIO

 

Entre 1922 y 1931 prestó sus servicios en Isla Cristina el notario más ilustre de Andalucía, Blas Infante. Integrado en la elite local, hay constancia de sus especiales relaciones con Hermenegilda Zamorano, “Gildita”, y con Serafín Romeu Fages, industrial conservero y banquero ennoblecido con el título de Conde de Barbate. Por su parte, hay constancia de que el primo hermano de este último, Román Pérez Romeu, mantuvo estrechos lazos de amistad con Alfonso XIII por mediación del diputado en Cortes por Huelva José Tejero Vizcaíno, otro gran empresario conservero. Todo parece indicar que la gestión de la solicitud y concesión del título de ciudad a Isla Cristina se vehiculó a través de estos contactos personales con el rey.

Como signo del nuevo siglo XX, no faltó la proliferación de espectáculos y lugares de ocio. Aunque el primer teatro de Isla Cristina se habilitó o construyó en 1876 (situado en la calle San Salvador –hoy Diego Pérez Milá-), sería a partir de 1889 cuando se habilitaron nuevos espacios a tal fin. Es el caso del Salón Flores (ya existente en 1889) y del Salón Victoria (desde 1907), siendo en este último donde se pasaron las primeras proyecciones cinematográficas en 1908 (un mes estuvo la primera película en cartelera, a pesar de los 20 o 40 céntimos de la entrada). Dado el éxito comercial, ocho años más tarde comenzaron las obras de construcción de un nuevo Salón-Circo Victoria con capacidad, esta vez, para más de mil espectadores, si bien la inauguración se demoraría hasta 1919. Le siguieron el cine Internacional, así como una abundancia de cafés-concierto y diferentes espectáculos de variedades. Las cupletistas eran las más solicitadas en lugares como el café Neutral y La Barqueta.

Quizás algo más a la zaga, las necesidades educativas de una creciente y joven población se verían sólo parcialmente atendidas por el inicio de las obras, en 1918, de lo que sería el primer Grupo Escolar Ntra. Sra. de los Ángeles (conocida como “La Ermita”), inaugurado finalmente en 1921. El primer centro privado de Enseñanzas Medias abrió sus servicios en los altos del Lulú en 1928. Por otra parte, abordando los servicios culturales de la nueva población, habría que mencionar la primera banda de música, cuyas primeras noticias se remontan a 1890 (el director por entonces se llamaba Cristóbal Cabet Noya). La imprenta hizo su aparición en Isla Cristina poco después de 1910 y a iniciativa de Sebastián Urbano y Miguel Vázquez. El florecimiento de la prensa local tiene su cabecera pionera en La Isla (1910), constituyendo un fenómeno precoz en el contexto no capitalino andaluz. Después vendrían Ecos de Isla Cristina (1914, impreso por el citado M. Vázquez) y La Higuerita (1915, propiedad de Juan Bautista Rubio Zamorano), además de otros títulos tan efímeros como curiosos y de muy diversa periodicidad: No Hay Quinto Malo (1915), Verdades (1915), El Genio Alegre (1917), El Alcatraz (1918), Verdades (en su II época, 1918), Enigma (1919), Argos (1920). A la luz de la información disponible, todo parece confirmar que fue este último, con su última publicación en 1936, el de más prolongada existencia, a excepción del actual decano de la prensa onubense (La Higuerita). También se editaron El Pueblo, El Atlántico y, ya con más carácter gremial, el Boletín Alterno de Pesca y Fomento (1921). Esta inquietud cultural, reflejada en la proliferación de las más diversas publicaciones periódicas, subyace igualmente en la constituciones de asociaciones como el Ateneo Isleño, inspirado y vinculado al Ateneo de Sevilla, y en la creación de la primera y gran biblioteca municipal (1918).

 


Vicente L. Márquez.

Asociación Cultural El laúd. Estudios históricos y locales.

(continuación del art.  La ciudad del Oro Azul)

(selección de fotografías por F. Contreras)

Visto y No visto. Canal de Historia y Gestión Cultural desde la imagen.

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