Valor dignidad del desarrollo personal en el proceso educativo

Valor dignidad del desarrollo personal en el proceso educativo



Tener presente la sublime importancia de la realidad personal del hombre, permite intentar la empresa de explicar el desarrollo de la persona en el contexto educativo. Da una más segura confianza en este intento revelador de las constantes más vitales del hombre, las personales, el hecho de la definición clara de la persona y su inclusión como motivación fundamental en el desarrollo de la educación.
Desde el principio vamos a proponer a la persona como fundamento, como sujeto y objeto de la educación, porque desde este punto de partida somos más hábiles a la hora de explicar la excelencia de un proceso educativo, que consigue optar y realizar ese estado a tenor de su implicación en las realidades personales. Dicho de otra forma y más matizadamente, la educación se colma cuando se inclina a considerar a la persona como fundamento esencial de la misma, de esa forma es como, además, la educación propone personas en plenitud.
Puede sonar a verdad sabida esta afirmación si no fuera porque aclaramos considerando que aunque el hombre es persona, no todo en él es personal, dado que está sujeto a múltiples formas de despersonalización. Esta es la principal razón por la cual la excelencia no es un hecho constatado en cualquier situación educativa, ni siquiera perseguido en todos los procesos educativos que se dan en el contexto escolar, principal lugar de nuestras reflexiones.
Es por ello que persona y educación se conjugan en un motu proprio y por necesidad en orden a la consecución del fin que mueve a la segunda hacia la primera: desarrollo del hombre como persona humana, buscando la perfección por el hecho de que aunque cada hombre es persona desde su concepción, es también una realización personal imperfecta. Como se ve, es aquí donde juega un papel insoslayable la educación como motor del desarrollo personal; la persona colma de motivos y la educación encuentra contenidos y los propone con unos medios adecuados.
Hasta ahora se ha expuesto la idea central, la cual es posible entender mejor acudiendo al terreno concreto de las realizaciones del hombre, y a la plasmación de la condición personal. Entendemos esto porque de inmediato comprobamos cómo los elementos y acciones de despersonalización encuentran su lugar en la vida del hombre, de la sociedad en su conjunto, de lo cual se hace eco el sistema educativo proponiendo determinados modelos de hombre Ctoda forma o idea de educación tiene una concepción de hombreC.
Es en este ámbito de posibles despersonalizaciones cuando surge la idea de la necesidad de una vuelta a la persona y a la personalización a través de un proceso educativo puesto a su servicio.
Así, el presente estudio se plantea bajo cuatro momentos, los cuales sirven de base a capítulos en el mismo:

1) Necesidad de la persona como exigencia de una época (reflexión sobre la modernidad y postmodernidad en el estudio de la unidad y la fragmentación del hombre);

2) El concepto de persona (la pregunta por el hombre hoy, análisis conceptual de la persona, la bases del concepto de persona y sus notas distintivas);

3) El concepto de desarrollo en el pensamiento y prácticas contemporáneas (lo congénito y lo adquirido en el desarrollo, concepciones mecanicistas y organicistas del desarrollo, teorías sobre el desarrollo);

4) El concepto de desarrollo personal en el proceso educativo (desarrollos sociales y desarrollo personal, personeidad y personalidad, responsabilidad, esfuerzo y motivación desarrollo de la persona y sentido personal de la educación, significación del desarrollo personal en el proceso educativo: hacia la Obra Bien Hecha).

Acudiendo a la historia de las realizaciones del hombre, previa a la situación actual y en algún momento conviviendo aún por connivencia con la llamada postmodernidad, se originó la modernidad: período en donde el énfasis se ponía en la soberanía de la razón y en la ilusión del progreso, especialmente el científico y técnico. Con esto se proponía y creía definitivamente alcanzar la absolutidad del sujeto, entendiendo que la libertad del hombre no respondía a límites, por lo cual el hombre se sitúa en el centro de su propio mundo rechazando toda norma externa a sí mismo. Los grandes ideales se convierten en los contenidos y motores de la legitimación y la emancipación, y éstos son los que se derivan y se proponen desde los cauces propios para el desarrollo del hombre, los sistemas educativos.

El optimismo pedagógico de la época de la modernidad planteaba el problema de la renovación de la educación, con la que, además, se pretendía encontrar la solución a los problemas. Todavía hoy esa esperanza es albergada en las mentes de muchos, lo cual no ha sido óbice para que tal actitud se compagine con otra, quizás más generalizada, en donde esa misma esperanza se ha visto frustrada, al nacer un período de inquietud que siguió al optimismo del primer momento. Esta actitud, más actual, hizo ver la incapacidad del sistema educativo para resolver los problemas de la vida humana. El hombre moderno se siente hoy demasiado débil para llevar sobre sus hombros el peso del mundo que su propia exaltación ha cargado sobre él.

El paso que se ha dado entre estos dos momentos hace que se caracterice este último no por una tentación irrefrenable del hombre, como antaño, de fundamentarlo todo en la razón humana, sino la de renunciar a todo intento de fundamentación, para entregarse sin demora y sin conciencia al hedonismo y a los placeres que le ofrece la sociedad de consumo.
Es la postmodernidad la que ha llegado y materializado un sujeto esquizoide, fracturado y fragmentado, desconfiado ante todo proyecto que se presente como la respuesta a la totalidad de la existencia.

Pero es en este mismo momento cuando, no de una manera generalizada pero sí como un foco de fuerza, hay una pregunta por el hombre que surge con decisión. Es una pregunta que se acoge a la necesidad de salir de una situación que ha sido contradicha desde la postmodernidad, pero a lo que no se ha dado respuesta comprometidamente. Se trata de una pregunta por el hombre y por la consistencia más profunda que posee, su ser, para poder confirmar toda una serie de relaciones y contenidos de verdad que alejen la actitud generalizada de desconcierto y desánimo manifiesto.

La certeza que sobreviene es que es necesario poner un poco de orden ante tan abismal confusionismo, volver la mirada a la naturaleza del hombre para confirmar de manera definitiva las posibilidades del ser que nos funda. Claro que volver a la naturaleza humana es precisamente establecernos en un prisma esencial: la persona.
Por ello, una vez reconocida la persona, se confirma la necesidad de plantear sus posibilidades de desarrollo. Aunque la persona es en el origen, también se da un proceso mediante el cual se llega a la persona. Ésta es la llamada personalización.

Puede considerarse que la persona ha de actualizar sus potencialidades personales, las que le son propias, intentando cada vez ser más persona, una persona más íntegra y más perfecta. La personalización es, pues, el fin último de la educación. Es así como el proceso de personalización, un proceso de desarrollo personal vinculado al proceso educativo y bajo las prerrogativas de la educación integral, es el que, siendo la persona y planteándose una necesidad de llegar a ser, se identifica con el auténtico proceso educativo: el hombre, que necesita descubrir su persona y hacerla más perfecta, se sirve del desarrollo personal como la forma de educación plena de identidad y sentido.
Es así como únicamente se alcanza la excelencia en los procesos y contenidos de la educación. Tal vez, ni siquiera la idea de excelencia es la verdaderamente importante en sí. Es decir, sobrada importancia tiene el hecho de que se busque positivamente una superior calidad que haga y constituya digno de aprecio y estimación un proceso educativo. Lo que ocurre es que hasta esto tiene que estar supeditado a la superioridad de la persona. Esto es, lo más importante es la realidad de la persona y la realización personal. Ello hace que la personalización educativa se concrete como desarrollo personal en un determinado contexto, un ámbito que es propicio para este desarrollo: el educativo, con los procesos educativos actuantes y constituyentes de adecuado desarrollo personal. Esto es lo que confiere un valor y una dignidad que también podemos llamar excelencia referida al desarrollo personal.

En torno al concepto central de persona, han sido tratadas las notas distintivas de la misma Csingularidad, autonomía y aperturaC, yendo luego al concepto de desarrollo y sus teorías más importantes, para así completar la definición de desarrollo personal. Finalmente, la consideración del denominado desarrollo personal en el proceso educativo, idea de la que partimos en este comentario previo, aparece como referente necesario para trasladar la fuente de lo personal al contexto educativo.

Responsabilidad, esfuerzo y motivación en el entorno y materialización de la obra bien hecha, ponen un broche necesario a este trabajo, porque una vez fundamentadas las acciones educativas hay que introducir lo que de personal lleva a la persona, un esfuerzo de perfección que nos hace mejores, un motivo de consistencia que lleva a hacer el bien con alegría, cuando a ésta se considera como fin, ambiente y condición de una educación real, excelente.
De ahí que se cierra el trabajo con una significación del desarrollo personal en el proceso educativo y el entendimiento de la obra bien hecha, porque lo más importante de toda actividad educativa no es el hecho de servir de una mera capacitación técnica o de habilidades, sino el deber hacer del individuo una persona mediante un adecuado proceso de desarrollo personal.

Y porque esta forma de desarrollo está indiscutiblemente unida a un proceso de perfeccionamiento integral, es imprescindible la aportación precisa que viene del concepto de Obra Bien Hecha. Esta contribuye al desarrollo de la persona, a la plenitud personal, pues se vincula con un crecimiento interior y exterior, dignificando a la persona humana en un contexto educativo que debe apuntar al bien en sus procesos y en sus resultados.

Datos de la publicación

Tipo: Tesinas

Autores

Juan Manuel Bautista Vallejo